Clásico que no fue inspirado en la novela homónima de Isaac Asimov sino al revés, fue el famoso escritor quien se inspiró en la película. El mundo al revés, como decía. La película en lo que se basó fue en la historia escrita a modo de relato corto de Jerome Bixby y Otto Klement. Pero luego fue trasladado al guion por parte de Harry Kleiner y David Duncan, con la supervisión del director, Richard Fleischer.
Un Fleischer que venía avalado como director de cine de aventuras con ejemplos como “20000 leguas de viajes submarino” (que ya revisamos aquí) o “Los Vikingos“. Aunque, en realidad, era mucho más todoterreno, tocando géneros como el cine negro, “Testigo accidental”, o las películas de asesinatos como “Impulso criminal” o “El estrangulador de Boston”, que vendría después de la que hoy comentamos, al igual que clásicos de la ciencia-ficción como “Como cuando el destino nos alcance” o el bélico, “Tora, tora, tora”.
El objetivo de Richard Fleischer, según se deduce de sus propias palabras, era que los jóvenes tomaran conciencia de la complejidad que suponía la máquina del cuerpo humano. Para ello, durante el rodaje, que duró alrededor de un año, estuvieron asesorados por un equipo de médicos. Es más, la película fue usada como referencia para enseñar anatomía en las universidades estadounidenses hasta principios de los ochenta.
Además de ser inspiración para Asimov, aunque éste apuntó que tenía inconsistencias científicas, lo fue también para una serie de dibujos animados, y no, no era la francesa “Érase una vez la vida” sino “Un viaje alucinante” con 17 episodios. Y también para un cuadro de Salvador Dalí. Además, de ser clara referencia para “El chip prodigioso” de Joe Dante.
El reparto estaba formado por Stephen Boyd, Raquel Welch (que ese mismo año había estrenado “Hace un millón de años”, convirtiéndola en una sex symbol), Donald Pleasance (el Doctor Loomis de “La noche de Halloween” y el villano Blofeld de la saga Bond) y Edmond O’Brien. Por cierto, hay una anécdota del rodaje, precisamente en relación a la Welch como mito erótico y su anatomía.
Hoy pueden parecer muy rudimentarios y haber envejecido mal pero por aquel entonces se consideraban sus efectos especiales como muy avanzados, lo que le valió ganar el Oscar en esa categoría, junto al de dirección artística. Y eso que compartían estudio, de la Fox, con el equipo de la serie “Viaje al fondo del mar” (inspirada en la película homónima de 1961) que rodaban por la noche, mientras que ellos lo hacían por el día.
Por cierto, una de las maquetas del Proteus (el submarino en el que viajan) fue robado por un cuervo cuando la dejaron demasiado cerca de la ventana. Para la escena del buceo por el plasma sanguíneo, se realizó en seco con los actores suspendidos por el aire mediante cables y la imagen se ralentizó un 50%. Y en la del ataque de los glóbulos blancos, los gritos de Donald Pleasance eran reales pues la espuma con la que fue envuelto era muy abrasiva y se le metió en los ojos. Costó cinco millones de dólares y recaudó doce en taquilla. Se especula con un remake dirigido por Guillermo del Toro y producido por James Cameron, pero a día de hoy no se sabe nada, Y Cameron parece estar a otras cosas, azules para más señas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario