martes, 3 de enero de 2023

Escenas Míticas: Darren Aronofsky - Réquiem por un sueño

 


   Darren Aronofsky vuelve a la carga con una obra que, como siempre, no dejará indiferente a nadie, y que incluso se perfila como una de las a tener en cuenta en la próxima edición de los Oscar, “The whale”, además parece la resurrección de Brendan Fraser como actor y uno de los favoritos para alzarse con la preciada estatuilla. Y como este cineasta me parece uno de esos directores siempre interesantes, he pensado en hacer un repaso de varias películas de su filmografía.




   Algunas de ellas ya las hemos visto en otros, como “La fuente de la vida” o “Cisne negro“, por lo que vamos a tirar por otros títulos. Este autor tiene dos vertientes. Por un lado la realista, a donde pertenece esta “Réquiem por un sueño“, “El luchador” o su última película, por lo que parece, “The whale”(no sé si aquí llegará con su traducción “La ballena”). Y por otro, la fantástica, más simbólica, metafórica y por lo general, más polémica, que divide más al público.



   Ambas son sumamente interesantes y veremos ejemplos de las dos. Lo que hay que tener claro es que Darren Aronofsky, haga lo que haga, es un autor, tiene un estilo personal nada convencional, lo que le supone un riesgo adicional, que en ocasiones le reporta numerosos críticas, pero que considero que siempre hay que aplaudir el atrevimiento de un director en un cine actual tan marcado por la fórmula.



   Aronofsky venía de ser premiado como mejor director en Festival de Sundance por su ópera prima, “Pi, fé en el caos” y tomó la novela homónima de Hubert Shelby Jr. para adaptar la película en ese retrato que hacía de la adicción a las drogas. Aunque el cineasta se centró más propiamente en la adicción en general. De hecho, si tienes alguna y ves la película quizá te haga replantearte cosas.



   Porque para ello realiza también un retrato de la degradación humana y del descenso a los infiernos, que todo en conjunto supone la rotura total del sueño americano al que se refiere el “réquiem” del título. Porque lo que vemos en la película es básicamente una serie de personajes cuyos sueños los impulsan a caer en unas adicciones que acaban propiamente con esos sueños.



   No es nada agradable de ver. Aronofsky no pone paños calientes en una historia tremendamente dura, que deja mal cuerpo cuando la terminas y que incluso cuesta ver en varias fases de la narración. Pero creo que es su mejor película, con el permiso de “Cisne negro” y a la crítica también le gustó sobradamente.



   El reparto estaba inconmensurable, incluso Marlon Wayans, la pata más débil del elenco a priori, está aceptable. Y eso que estaba junto a Jared Leto, aunque por entonces no tenía el estatus de ahora. A ambos, el director les planteó estar un mes sin sexo y azúcar para que supieran lo que era tener la sensación de ansiedad. No obstante, quienes más brillaban eran las féminas, tanto Jennifer Connelly como, sobre todo, Ellen Burnstyn.



   Lo de Burnstyn aquí es para quitarse el sombrero. Muchos piensan que Julia Roberts le robó tanto su segundo Oscar como el Globo de Oro. Y sinceramente, si comparas las dos interpretaciones no hay color. Roberts hacía un gran trabajo en “Erin Brockovich”, probablemente el mejor de su carrera, pero no mejor que el de Ellen Burnstyn, que se topó simplemente con que la Academia pensó que ese año le tocaba a la protagonista de “Pretty Woman”.



   Por cierto, papel que Burnstyn estuvo a punto de rechazar por considerar la historia demasiado terrible. Menos mal que no. Incluso existe una anécdota, durante uno de los diálogos de la actriz describiendo lo que era la vejez, la cámara se mueve hasta el punto que la deja a ella fuera de plano. La razón es que el director de fotografía la movió involuntariamente cuando se puso a llorar conmovido por la actuación de la actriz.



   Como a varias películas de Aronofsky, se le atribuye la influencia del anime "Perfect Blue", cuyos derechos posee el director, quien niega tal influencia en ésta pero no en otras. Sin embargo, hay cierta secuencia que recuerda demasiado a esa película. Aunque para influencia la de la maravillosa música de Clint Mansell, cuyo "Lux Aeterna" se ha utilizado en infinidad de tráilers posteriores. La película costó cuatro millones y medio de dólares y consiguió siete y pico en taquilla.

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