Así le llamó Friedrich Wilhelm Murnau, porque su película era una adaptación ilegal de la novela de Bram Stoker, “Drácula”. Bastante descarada porque salvo ese cambio de nombre y algunos detalles, su historia era clavada a la de la obra literaria, lo que provocó la denuncia de la viuda del escritor, Florence Balcombe, por plagio, otorgándole la razón.
Pero sí tuvo a bien ceder los derechos del libro, a cambio de una respetable suma de dinero, a los literatos Hamilton Deane y John L. Balderston para realizar una obra de teatro. Más tarde sería la Universal Pictures la que compraría los derechos para llevarla a la gran pantalla. Por tanto, oficialmente es esta la primera adaptación oficial de la novela de Stoker, aunque tomara más como referencia la propia obra de teatro.
Curiosamente, se rodaron dos versiones de forma simultánea y en los mismas decorados de Universal. La que estamos comentando, y otra en español y con un reparto completamente diferente, que se rodaba por la noche. Al frente de la oficial colocaron a Todd Browning, a quien debemos varios clásicos del terror como “Muñecas infernales”, “La casa del horror”, “La marca del vampiro” o “La parada de los monstruos”.
La película tuvo un presupuesto alrededor de los 350.000 dólares y recaudó justamente el doble, 700.000. Hay que entender que en la época eso se consideraba un gran éxito. Tanto que provocó que se dieran varias secuelas; “La hija de Drácula” (para aquellos que tanto les gusta usar la expresión “inclusión forzada”, esta era una versión femenina del personaje), “Hijo de Drácula”, “La maldición de Frankenstein” y “La mansión de Drácula”.
Pero hay que hablar de su reparto, o más bien de su protagonista. Porque, si bien los que encarnaban a personajes secundarios, como Helena Chandler o David Manners, no pasaron a la historia, Bela Lugosi se convertiría en un icono del terror clásico para siempre. Hasta el punto que hasta el propio Tim Burton le dio una importancia capital al interpretado por Martin Landou, en su homenaje al cine de serie B de terror en “Ed Wood”.
Por cierto, Bette Davis estuvo a punto de interpretar a Mina Harker. Pero la cuestión es que el personaje casi se convirtió en una maldición para el actor húngaro, que quedó permanentemente encasillado en él. Ya lo había interpretado en la obra de teatro de Deane y Balderston, aunque inicialmente no iba a hacerlo en la película. El papel era para Lon Chaney, pero su fallecimiento provocó que se pensara en el Drácula teatral, y terminaron eligiendo a Lugosi.
No obstante, hay mucha mito en torno al actor en relación al personaje. Es cierto que desarrolló cierta obsesión por su interpretación, paseando en solitario por los decorados mientras ensayaba sus frases, y que no parpadeaba en sus escenas (aunque eso era un recurso para hacer a su personaje más amenazador), pero no dormía en un ataúd. Ni tampoco fue enterrado vestido de Drácula. Si con una copa pero no precisamente la del Conde, una suya.
Tampoco es verdad que Bela Lugosi se aprendiera sus diálogos sin entender qué significaban. Llevaba ya algún tiempo en Estados Unidos y hablaba un inglés bastante fluido. Pero si es verdad que tenía un acento húngaro marcadísimo, lo cual vino bien para interpretar a un personaje natural de Transilvania, Rumanía.
Evidentemente, es la versión más clásica de Drácula, con poco menos que un siglo ya de vida, 93 años para más señas, que curiosamente era casi más una precuela del libro de Stoker. Por cierto, los mordiscos del vampiro se consideraban casi un encuentro sexual, por eso solo los vemos realizar a mujeres. De haberlo hecho con hombres, se podría haber considerado un comportamiento homosexual, y eran los años treinta.