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miércoles, 3 de marzo de 2021

Escenas Míticas: Especial Monstruos - La cosa

 
 
 
   Ahora sí, el estreno de “Monster Hunter” con Milla Jovovich al frente, cambiando de fecha de su estreno hasta tres veces, y a la que se une "Godzilla vs Kong" (estoy cruzando los dedos), nos sirven como excusa para volver a un ciclo de monstruos, con una película que considero de las mejores monster-movies de la historia del cine, y sin duda, la mejor de un director al que tengo especial cariño, dado mi gusto personal por la serie B, de la que considero a este señor el rey, John Carpenter. 

 

 

   No en vano está considerada como una de las veinte películas más terroríficas de todos los tiempos, aunque en su estreno no fuera ni mucho menos reconocida como merecía, propinándole agresivas críticas, acusándola de desagradable y excesiva. Con el tiempo ha sido considerada una obra de culto imprescindible del cine, que hoy nadie duda de su calidad.
 
 

   Basada en la novela corta de John W. Campbell, aunque utilizando el pseudónimo de Don A. Stuart en su publicación en 1938. Aunque fue en 1973 cuándo fue votada por la Asociación de Escritores de Ciencia-ficción y Fantasía como uno de los mejores relatos del género, apareciendo la hibridación de ciencia ficción y terror. 
 
 

   Pero no fue la de Carpenter la primera adaptación. Antes, 1951, se estrenó “El enigma de otro mundo” con Christian Nyby en la dirección y nada menos que Howard Hawks en la producción, aunque muy probablemente la codirigió. ¿Era una buena película? Si. ¿Era la mejor versión de la novela? Ni por asomo. Al igual que hizo con “El pueblo de los malditos”, Carpenter superó a la original. 
 
 

   Pero es que además, es la más fiel al relato originario. En la versión de 1951, la amenaza es un extraterrestre más cercano al monstruo de Frankenstein. Sin embargo, Campbell describía en su novela un organismo capaz de replicar la forma, recuerdos y comportamientos de cualquier forma de vida. Y eso es precisamente lo que atrajo a John Carpenter, focalizar la tensión en la paranoia de los personajes en dudar de los demás. 
 
 

   Por lo que el director no realizó un remake de “El enigma de otro mundo” sino una readaptación de la novela. Un Carpenter que venía de hacer cuatro de las películas más conocidas de su filmografía. La que considero la verdadera madre del slasher “La noche de Halloween”, “La niebla” y “1997, rescate en Nueva York” y “Asalto a la comisaría del distrito 13”. Casi nada.
 
 

   El reparto estaba repleto de secundarios, como Wilford Brimley o Keith David. Y al que Carpenter acababa de darle uno de los personajes más emplemáticos de su carrera en la anterior película, el Plisken de "1997, rescate en Nueva York", y que aquí le daría otro, el McReady de "La cosa". Por cierto, el guion está escrito por Bill Lancaster, hijo de Burt Lancaster. Y es de las pocas películas de Carpenter en la que no compone su propia banda sonora, lo haría Ennio Morricone, y sería nominado al Razzie por ella, unos cachondos los de los premios éstos.
 
 

   Uno de los aspectos más comentados de la película y que casi cuarenta años después sigue sin estar claro, es si al final, uno de los supervivientes de la masacre es el propio bicho. Sinceramente siempre he pensado que ambos eran humanos. Que si el brillo de los ojos,que si beber whisky, al final solo me queda una duda. El personaje de Russell, McReady expulsa evidentes bocanaas de baho por su boca. Y el otro no. La diferencia es lo suficientemente importante como para considerarlo.
 


   La película, como es habitual en el cine de Carpenter, salvo excepciones, no fue ningún éxito de taquilla. Costó 15 millones de dólares y recaudó 19. Comido por servido. En 2011 se hizo una precuela aunque tenía más visos de reboot encubierto por la similitudes con la versión de 1982. Pero mostraba un hecho anterior, precisamente lo ocurrido en la base noruega antes de llegar a la norteamericana. La película fue muy duramente tratada precisamente por la comparación con la de Carpenter. Si nos olvidamos de eso, no está tan mal. Conecta bien los hechos con su precedente, muestra la nave extraterrestre y exhibe bastante a los monstruos. Además, está Joel Edgerton y, sobre todo, Mary Elizabeth Winstead.
 
 

martes, 23 de julio de 2019

Escenas Míticas: Alienígenas - La llegada




   Llegamos, nunca mejor dicho, a una de las mejores películas de los últimos tiempos en el género y, para mí, la mejor de su año de estreno, 2016. Y por tanto posiblemente merecedora del Oscar. No fue así, la Academia volvió a premiar bajo el baremo de lo políticamente correcto a “Moonlight”, “robándole” en el descuento a “La la land”, con la correspondiente polémica que generó cómo se dieron los hechos. Pues bien, “La llegada” era mejor que ambas.





   Pero como decía, a pesar de sus ocho nominaciones (película, director, guión adaptado, fotografía, sonido, montaje y efectos sonoros), solo logró el de los efectos de sonido, cumpliéndose la tradición de solamente otorgar premios de carácter técnico a las películas de ciencia-ficción. Un género habitualmente maltratado en estas lides históricamente para frustración de los que le profesamos afición. 



   Títulos cómo, “La guerra de las galaxias”, “Origen”, “Avatar”, “E.T, el extraterrestre”, entre otras, se quedaron con la miel en los labios. Para otros fue mucho peor, siendo ninguneados sin siquiera optar al premio obras maestras cómo “Blade Runner”, “Alien, el octavo pasajero”, “2001, una odisea del espacio” o “ Interstellar”. Creo que es bastante evidente que los miembros de la Academia debieran hacérselo mirar.



   Aunque ésto poco nada le importa el director de “La llegada”, Denis Villeneuve, pues sus dos siguientes proyectos pertenecen al campo de la ciencia ficción, con dos patatas calientes del calibre de “Blade Runner 2049” (solventada sobresalientemente) y el  remake de “Dune”(se estrenará el año que viene). No obstante, no captó inicialmente la atención de los medios y el público en este género del que parece haberse instalado. 



   Villeneuve ya atrajo los focos con “Incendies” y continuó con películas tan diferentes entre sí como “Enemy”, “Prisioneros” y “Sicario”. Hoy en día, lo coloco en ese selecto grupo de directores de los que voy a ver lo que sea que hagan, junto a David Fincher, Christopher Nolan, Quentin Tarantino, Ridley Scott o James Cameron, sin olvidarnos de clásicos como Steven Spielberg y demás. 



   Si “Encuentros en la tercera fase” postulaba una serie de notas musicales como medio de comunicación con los extraterrestres, “La llegada” lo hace a través de una serie de símbolos pero, aunque el lenguaje copa gran parte de la temática del film, lo realmente importante es el mensaje aleccionador qué transmite, que viene a decir que solo la unión de todos los países del planeta es la solución para la supervivencia de nuestra especie.



   Pero lo hace mediante una revelación, el conocimiento del tiempo en todo su espectro, como algo que no tiene cronología, que no posee principio y final y cuyo conocimiento como concepto global sirve como transformación y reconfiguración de la manera de pensar y actuar de la humanidad. Además de presentarnos unos alienígenas más similares a los pulpos y huyendo de la imagen humanoide que quizá egocéntricamente presuponemos.



   El reparto está comandado por una excelente Amy Adams, que sorpresiva y lamentablemente, ni siquiera fue nominada. Aunque para poco le sirve cuando si lo hacen pues está convirtiendo en un caso “DiCaprio”, es decir, merecerlo y ser absolutamente ignorada. La acompaña el siempre solvente Jeremy Renner y el convincente Forest Whitaker, con Michael Stuhlbarg en la recámara.



   Por supuesto, obtuvo muy buenas críticas y tampoco le fue mal en lo económico. Costó 47 millones de dólares y logró 200 en taquilla. Personalmente la considero una auténtica maravilla de película. Su tono poético, reflexivo y filosófico, acompañado de la banda sonora del fallecido el año pasado Johann Johannsson y el tema musical “On the nature of day light” de Max Ritcher la convierten en una delicia audiovisual.



jueves, 18 de julio de 2019

Escenas Míticas: Alienígenas - Abyss



   Al terminar la película “Tiburón”, Steven Spielberg manifestó, y lo ha vuelto a hacer cada vez que se le ha preguntado por ello, que jamás volvería a rodar en el agua. Spielberg sufrió una auténtica pesadilla de rodaje en ese medio. Bien es cierto que la razón se debió a realizar la película en mar abierto, sometido a la voluntad de las condiciones climatológicas y contando con una tecnología más bien rudimentaria, por lo que el escualo mecánico que utilizó se averiaba reiteradamente.




   Sin embargo, todo lo contrario le ocurre a James Cameron, qué se siente como pez en el agua, nunca mejor dicho, en este medio. Aunque habrá qué matizar este punto. Pero, de hecho, Cameron se ha sentido profundamente atraído por el mundo submarino. Es más ha producido diversos trabajos documentales de exploración submarina. Uno de ellos, directamente ligado a uno de sus proyectos cinematográficos más ambiciosos, el Titanic.



   Los matices a los que me refería son los siguientes. Aunque inicialmente quiso rodar “Abyss” en las aguas de las Bahamas, rápidamente se dio cuenta que eso podría suponer un infierno. Así que se decantó por rodar en los gigantescos tanques de agua de los Gaffney Studios. Y para “Titanic” repitió método aunque no instalaciones.




   Por otro lado, a “Tiburón” y “ Abyss” las separan doce años y con “Titanic”, cinco más. Un tiempo en lo que la tecnología tuvo un progreso muy notable. Además de que Cameron contó con presupuestos muchos más holgados. Pero ésto no quita mérito a que James Cameron haya filmado posiblemente dos de las películas más impresionantes de la historia en relación con el agua.



    “Abyss” vino en el momento más en alza del director, tras su fracaso inicial, también de aspecto acuático, con “Piraña 2”, de la cual salió tarifando con los productores y abandonó el rodaje sin terminarlo, sorprendió con un producto modesto pero que a la postre se convertiría en una de las sagas más famosas del género de la ciencia-ficción, “Terminator”. Y además, logró una espectacular secuela de otra que también sería una gran saga del mismo género “Aliens, el regreso”.



   Tras “Abyss”, realizó la mejor entrega de la saga anteriormente mencionada, “Terminator 2, el día del juicio final” y “Mentiras arriesgadas”. Para llegar a la que le consagró con los once Oscar de la Academia, incluido el de mejor director y película por “Titanic”. Actualmente se encuentra inmerso en el rodaje de nada menos que cuatro secuelas de otro de sus grandes éxitos, “Avatar”.



   Curiosamente, “Abyss” no lo fue. Ni un fracaso ni un éxito. Aunque obtuvo buenas críticas en su mayoría y con el tiempo se le ha considerado una de sus películas más reconocidas, su recaudación fue bastante modesta en relación con el presupuesto empleado. Costó 70 millones de dólares y consiguió 90 en taquilla. Y es que los efectos especiales elevaron considerablemente la inversión, teniendo que contratar a la productora de George Lucas, Industrial Light and Magic.



   Para hacerse una idea, para lograr 75 segundos de recreación digital se emplearon seis meses. Cómo resultado, crearon una auténtica maravilla visual y que fue premiada con el Oscar a los mejores efectos especiales. Así que en cuanto al reparto decidieron prescindir de estrellas. No por ello eran, ni mucho menos, malos actores. El protagonista era Ed Harris, junto a Mary Elizabeth Mastroantonio y Michael Bihen (Cameron ya trabajó con él en “Terminator” y “Aliens, el regreso”).



   Las inspiraciones de James Cameron fueron el cuento de H.G. Wells “In the Abbys” y los experimentos del doctor Johannes A. Kylstra con Francis J. Falajczyk como primer ser humano en respirar un fluido líquido por los pulmones. Además de un documental en el Atlántico Norte de vehículos submarinos, por National Geographic. La versión comercial de 1989 tuvo 135 minutos pero en 1993, Cameron lanzó la extendida de 163.



martes, 9 de julio de 2019

Escenas Míticas: Alienígenas - E.T. el extraterrestre



   Es tanto lo que se puede hablar del cine de Spielberg que, a pesar de ser mi director favorito, nunca he pensado en hacer un ciclo dedicado exclusivamente a él pues tiene tantos títulos que habría que incluir que se podrían apreciar más metiendolos como parte de otros ciclos, dada la versatilidad de este cineasta y su repercusión en la historia del cine y varios géneros en particular. La ciencia ficción, sin lugar a dudas, es uno de sus predilectos.



   Y el tema de los extraterrestres ya era la segunda vez que lo tocaba, como ya vimos con “Encuentros en la tercera fase”. Y no sería la última vez que lo hiciera, aunque ya no para contar la parte amable, sino la de las invasiones, con el remake de “La guerra de los mundos”. Tampoco sería “E.T, el extraterrestre” nada que tuviera que ver con su primera incursión en la temática.



   Pues Steven Spielberg demostraba ser un adulto con corazón de niño y nos regaló el alienígena más simpático y entrañable de la historia del cine. Una película que marcaría una época, qué dejaría algunas de las imágenes mas icónicas que se recuerdan de los ochenta. Nos dio un personaje que ya no podríamos olvidar. Y volvía con la idea de las buenas intenciones de los de fuera de nuestro planeta.



   “E.T” es una película para toda la familia. Recomendable para los más pequeños pero con mensaje para los adultos, características que ha predominado en buena parte del cine de Spielberg. aún habiendo aterrorizado a los bañistas de todas las playas del planeta, realizó la mejor película que Disney podía hacer pero que no hizo. De hecho, no falla en las programaciones de las épocas navideñas.



   Sin embargo, tras “ Indiana Jones, en busca del arca perdida” (el inicio de otra saga mítica), que fue la que siguió a “Encuentros en la tercera fase” aunque entremedias estuvo quizá el único fracaso de su carrera, “1941”, sus planes no incluían al alienígena cabezudo E.T. Steven tenía dos ideas en la cabeza. Por una parte, una posible secuela precisamente de “Encuentros en la tercera fase”. Y por otra, nuevamente el tema de los alienígenas, pero esta vez bastante más malévolos, en la que una familia era aterrorizada por estos seres, que tenía como aliado a John Sayles y se llamaría “Night skies”.



   Pero ninguno de esos dos proyectos vería finalmente la luz, ni el propio Spielberg ha querido retomarlos jamás a lo largo de su carrera. Fue un tren que pasó. Pero si llegó “E.T. el extraterrestre”, en la que el director escondía una crítica a la especie humana y lanzaba más de un dardo a la ciencia.



   Aunque partió de algo mucho más personal. De niño, su vida quedó marcada por el divorcio de los padres, lo cual, el pequeño Steven afrontó mediante la ayuda de un amigo imaginario que respondía a las características del E.T. que conocemos todos. Es por eso que hay una preocupación especial de Spielberg en la estructura familiar en muchas de sus películas.



   En el reparto, mucha gente joven. Spielberg es muy dado a trabajar con niños en sus alineaciones. Así tenemos a Henry Thomas (“La maldición de Hill House”), C. Thomas Jowell (“Carretera al infierno”) , Drew Barrymore (la que más fama adquirió) y Erika Eleniak (luego sería una de las “Vigilantes de la playa” y posaría para Playboy). Y los veteranos Dee Wallace (mítica del género de terror con “Aullidos”,”Cujo”, “Las colinas tienen ojos”) y Peter Coyote (“ Lunas de hiel”, entre muchas más como secundario).



   La película cosechó excelentes críticas aunque algunos la acusaron de ser excesivamente sentimentalista.  Pero otros señalaban a Spielberg como un cineasta de una estirpe especial. El público también respondió. Costó solo 10 millones de dólares y recaudó 790, superando ese año a la mismísima “Guerra de las galaxias”. Consiguió cuatro Oscars de sus nueve nominaciones. Y fue galardonada con el Globo de Oro como película dramática, lo cual es un hito siendo una de ciencia-ficción. Además, se reestrenó en 1985 y 2002, con algunas escenas añadidas y efectos mejorados.



jueves, 4 de julio de 2019

Escenas Míticas: Alienígenas - Encuentros en la tercera fase




   Tras sus iniciales flirteos con los géneros del terror y el suspense, con películas como “El diablo sobre ruedas” y Tiburón”, Steven Spielberg haría su primera incursión, y gracias a dios que no sería la última, en el terreno de la ciencia ficción. Y de qué manera, con una de las mejores películas del género, y personalmente, la mejor en cuanto al tema de contacto extraterrestre, fuera de la manera que fuera.




   Porque el enfoque más habitual a la hora de tratar estos contactos en el cine era desde un punto de vista no muy amigable precisamente. Clásicos como “Ultimatum a la Tierra” o “La guerra de los mundos”, de la que curiosamente, casi treinta años después de "Encuentros en la tercera fase”, el propio Spielberg dirigiría el remake y supondría su única película en la que presentaba a los extraterrestres como una amenaza para nuestra especie.



   Pero como decía, lo más habitual era mostrar el lado más bélico y peligroso de un supuesto contacto, hasta el punto que las películas de “invasiones alienígenas” se convirtieron en un subgénero en sí mismo. Parecer que compartía el célebre, ya fallecido, Stephen Hawking, quien sostenía que un posible contacto con una civilización extraterrestre sería una terrible amenaza para la especie humana.



   Esta teoría se basa en que cualquier civilización netamente superior no tendría la intención de conocer a otra sino de someterla. Pero, al menos inicialmente, Spielberg no estaba de acuerdo con ello, o preferiría mostrar en la gran pantalla una visión más optimista. Además, como decía, el director venía de firmar dos productos de carácter siniestro. Un camión asesino y un tiburón gigante insaciable. Le apetecía una película con mensaje más amable.



   Y volvería a hacerlo poco después, concretamente cinco años con el extraterrestre más simpático y entrañable de la historia del cine en “E.T. el extraterrestre”, que vendría tras el fracaso de “1941” y el éxito de “Indiana Jones y el arca perdida”. Pero aquí Spielberg se basaba la teoría de los “grises”, qué describen los supuestos testigos que habían visto a estos seres y sus descripciones se asemejaban a los de la película.


 
   Porque hay mucho de ufología en el film. No en vano, participa uno de los investigadores más famosos en relación a esta materia de la época, J. Allen Hynck, realizando un cameo. Y el personaje que interpreta Truffaut claramente emula a otro de ellos, Jacques Vallée. No sería el único guiño, aunque éste no tendría nada que ver, pero hay un personaje llamado Mayor Bentchley, en referencia al escritor de la novela y coguionista de “Tiburón” con el que Steven no terminó demasiado bien y por eso le dedicó este personaje, de corte más bien negativo.



   Spielberg volvio a trabajar de forma consecutiva con Richard Dreyfuss, que representaba uno de los puntos de vista de la historia. Otro el de François Truffaut (uno de los iniciadores de la “Nouvelle vague”). Y el tercero correspondía Melinda Dillon (qué fue nominada al Oscar como actriz de reparto). Aparecían también Teri Garr y Lance Henriksen. En el apartado técnico, Douglas Trumbull (y también director de todo un clásico como “Naves misteriosas”) se ocupaba de los efectos especiales (que también fueron nominados), ayudado por Carlo Rambaldi, que se ocupó de los alienígenas.



   A todo ésto, el título hace referencia a la clasificación que hacen los ufólogos de los contactos extraterrestres. La primera fase correspondería al avistamiento de OVNIS. La segunda a los efectos provocados por éstos sobre el terreno o los lugares con los que entran en contacto. Y el tercero ya sería cuando se consigue ver a los seres que viajan en estos artefactos. Habría incluso un cuarto que se refiere a la abducción, que por cierto, también se da en la película.



   La película fue un éxito de crítica y también de público. Costó tan solo 20 millones de dólares y recaudó 390 en la taquilla. Además, obtuvo ocho nominaciones para los Oscars (director, actriz de reparto, montaje, efectos especiales, dirección artística, banda sonora, sonido y fotografía, solo consiguió éste). Hay tres versiones, la exhibida en cines de 132 minutos, otra del montaje del director de 135 y una edición especial extendida (con imágenes del interior de la nave) de 137.



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