Tras sus
iniciales flirteos con los géneros del terror y el suspense, con películas
como “El diablo sobre ruedas” y Tiburón”, Steven Spielberg haría su primera
incursión, y gracias a dios que no sería la última, en el terreno de la ciencia
ficción. Y de qué manera, con una de las mejores películas del género, y
personalmente, la mejor en cuanto al tema de contacto extraterrestre, fuera de
la manera que fuera.
Porque el
enfoque más habitual a la hora de tratar estos contactos en el cine era desde
un punto de vista no muy amigable precisamente. Clásicos como “Ultimatum a la
Tierra” o “La guerra de los mundos”, de la que curiosamente, casi treinta años
después de "Encuentros en la tercera fase”, el propio Spielberg dirigiría el
remake y supondría su única película en la que presentaba a los extraterrestres
como una amenaza para nuestra especie.
Pero como
decía, lo más habitual era mostrar el lado más bélico y peligroso de un
supuesto contacto, hasta el punto que las películas de “invasiones alienígenas”
se convirtieron en un subgénero en sí mismo. Parecer que compartía el
célebre, ya fallecido, Stephen Hawking, quien sostenía que un posible contacto
con una civilización extraterrestre sería una terrible amenaza para la especie humana.
Esta teoría se basa en que cualquier civilización netamente superior no tendría
la intención de conocer a otra sino de someterla. Pero, al menos inicialmente, Spielberg
no estaba de acuerdo con ello, o preferiría mostrar en la gran pantalla una
visión más optimista. Además, como decía, el director venía de firmar dos
productos de carácter siniestro. Un camión asesino y un tiburón gigante
insaciable. Le apetecía una película con mensaje más amable.
Y volvería a
hacerlo poco después, concretamente cinco años con el extraterrestre más
simpático y entrañable de la historia del cine en “E.T. el extraterrestre”, que
vendría tras el fracaso de “1941” y el éxito de “Indiana Jones y el arca
perdida”. Pero aquí Spielberg se basaba la teoría de los “grises”, qué describen
los supuestos testigos que habían visto a estos seres y sus descripciones se
asemejaban a los de la película.
Porque hay
mucho de ufología en el film. No en vano, participa uno de los investigadores más famosos en
relación a esta materia de la época, J. Allen Hynck, realizando un cameo. Y el
personaje que interpreta Truffaut claramente emula a otro de ellos, Jacques
Vallée. No sería el único guiño, aunque éste no tendría nada que ver, pero hay
un personaje llamado Mayor Bentchley, en referencia al escritor de la novela y
coguionista de “Tiburón” con el que Steven no terminó demasiado bien y por eso
le dedicó este personaje, de corte más bien negativo.
Spielberg volvio
a trabajar de forma consecutiva con Richard Dreyfuss, que representaba uno de
los puntos de vista de la historia. Otro el de François Truffaut (uno de los
iniciadores de la “Nouvelle vague”). Y el tercero correspondía Melinda Dillon (qué
fue nominada al Oscar como actriz de reparto). Aparecían también Teri Garr y
Lance Henriksen. En el apartado técnico, Douglas Trumbull (y también director de todo un
clásico como “Naves misteriosas”) se ocupaba de los efectos especiales (que
también fueron nominados), ayudado por Carlo Rambaldi, que se ocupó de los
alienígenas.
A todo ésto, el
título hace referencia a la clasificación que hacen los ufólogos de los
contactos extraterrestres. La primera fase correspondería al avistamiento de
OVNIS. La segunda a los efectos provocados por éstos sobre el terreno o los
lugares con los que entran en contacto. Y el tercero ya sería cuando se
consigue ver a los seres que viajan en estos artefactos. Habría incluso un
cuarto que se refiere a la abducción, que por cierto, también se da en la
película.
La película fue
un éxito de crítica y también de público. Costó tan solo 20 millones de dólares y recaudó 390 en la taquilla. Además, obtuvo ocho nominaciones para
los Oscars (director, actriz de reparto, montaje, efectos especiales, dirección
artística, banda sonora, sonido y fotografía, solo consiguió éste). Hay tres
versiones, la exhibida en cines de 132 minutos, otra del montaje del director
de 135 y una edición especial extendida (con imágenes del interior de la nave)
de 137.
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