Llegamos a la etapa fantástica del director, muy ligada a lo religioso pues sí en ésta abordaba la historia del Arca de Noé, en la siguiente haría lo propio con la de Caín y Abel. Aunque Darren Aronofsky niega que sus motivaciones sean religiosas. De hecho, se reconoce como judío y que lo que le atraía para hacer esta película era la figura de un Noé mucho más oscuro que la idea que se tiene de él.
La inspiración parte de un poema que el cineasta escribió en su infancia, en primaria, en 1982, titulado, “La Paloma” y que fue seleccionado por su profesora, Vera Freid para un premio de redacción organizado por la ONU. En agradecimiento, en los créditos finales, la profesora es mencionada, y sale como extra en dos ocasiones.
Inicialmente había pensado en una novela gráfica, de la que existen varios dibujos pero poco a poco Aronofsky pensó en convertirla en una película, una interpretación muy libre de la parte del Génesis de la Biblia que habla del Arca de Noé y el diluvio universal. Para rodarla, el director rechazó dirigir “X-Men Orígenes – Lobezno”, lo que le hubiera supuesto un éxito de taquilla garantizado.
No obstante, Aronofsky tomaba ese fragmento de la Biblia como excusa para centrarse en la figura de un Noé obsesionado con cumplir la tarea de un Dios al que nunca se menciona, siempre se refiere a él como el Creador. Un Noé capaz de ignorar los gritos de los últimos supervivientes agonizando antes de ahogarse, de pretender exterminar a su propia familia y de asumir la extinción de la especie humana.
Un Noé interpretado magníficamente por Russell Crowe pero que igualmente pudo haberlo sido por Christian Bale o Michael Fassbender, que también fueron considerados para el papel. Le acompañaba Jennifer Connelly (también se pensó en Julianne Moore), con la que Crowe trabajaba por segunda vez tras “Una mente maravillosa”, en la que ambos también formaban un matrimonio.
El reparto lo completaban Anthony Hopkins, Logan Lerman, Emma Watson (Saoirse Ronan, Bella Heathcote y Dakota Fanning también fueron consideradas) y Ray Winstone (papel al que optaron Liam Neeson, Liev Schreiber y Val Kilmer). Y contaron con las voces de Nick Nolte, Kevin Durand y Frank Langella para los Vigilantes.
Vigilantes que fueron diseñados a partir de la imagen de los ángeles serafines de seis alas, una gaviota atrapada en el petróleo y los bailarines de ballet. Diseño a cargo de la antigua productora de efectos especiales de George Lucas, Industrial Light & Magic. Quienes también se ocuparon de diseñar todas las especies animales de la película digitalmente, pues no se utilizó ni un solo animal real. Especies para las que tomaron como referencia las actuales reales.
Porque el tiempo en el que se desarrolla la historia está tratado de forma muy ambigua. Podría desarrollarse hace un millón de años como dentro de mil, cómo afirmaba la propia Emma Watson en una entrevista.
De hecho, hay varios detalles que indican que podría ser el futuro tras un desastre apocalíptico, como ciertas ropas del vestuario o el uso de armas de fuego. Además, de una escena en la que se hace un repaso de las siluetas de los soldados de distintas épocas y se incluyen los actuales.
Es la película del director que peor nota en webs de cine tiene de toda su filmografía, a pesar de que contrariamente a lo que se cree, no fue un fracaso de taquilla. Costó 125 millones de dólares, el mayor presupuesto manejado en su carrera. Pero recaudó 360 de esa misma moneda. Y eso que fue prohibida en algunos países como Bahrein, Qatar, Emiratos Árabes o Egipto, que sorpresa.
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