Como decía la semana pasada, ante el éxito de “Creed”, la secuela era inevitable y para llevarla a cabo han tirado todavía más de nostalgia. Y la primera parte tenía como base las dos entregas iniciales de la saga, incluso la tercera (con ese Apolo como entrenador); para la segunda han querido descaradamente reeditar el duelo de superpotencias mundiales entre Estados Unidos y Rusia (Unión soviética en "Rocky IV") y recuperar para la causa a Dolph Lundgren y Brigitte Nielsen de aquella. Incluso a Milo Ventimiglia (que era el hijo en “Rocky Balboa").
Si buen, por
circunstancias, “Rocky IV” se estrenara en 1985, cuando la guerra fría entre
ambos países daba sus últimos coletazos. Y parece que el enfrentamiento, esta
vez, tiene un componente mucho más personal, una especie de revancha, más bien
venganza, pues lucharán el hijo de Apolo (al que mató Iván Drago, que después
fue derrotado por Rocky) contra el hijo del ruso, produciéndose un claro relevo
generacional del combate.
Para el que es el verdadero denominador común en Rocky Balboa, personaje al que hemos visto evolucionar durante, hasta ahora, ocho películas, y del cual parece que Sylvester Stallone se despide (nunca se sabe). Le hemos visto pasar de humilde don nadie, a campeón, a veterano vieja gloria del boxeo y entrenador, faceta en la que me ha gustado especialmente.
Durante todas esas películas, Rocky, lo que menos nos ha enseñado ha sido boxeo. Cualquiera que sepa algo mínimamente de este deporte percibe que Rocky era un boxeador rudo, nada técnico y hasta suicida. Sus fundamentos no eran los deportivos sino los de la vida, basados en el pundonor, la resistencia y la fortaleza mental. Esa experiencia es la que explotan en “Creed”, haciendo que las lecciones que imparte a su pupilo sean tanto para mejorar como deportista tanto como persona.
Rocky también tiene que librar su batalla personal, en esta ocasión fuera del cuadrilátero, y contra un enemigo más cruel y despiadado, el cáncer. Lo que refuerza el vínculo en la relación maestro-aprendiz haciendo librar luchas paralelas pero con su unión como bastión. Pues Rocky adopta al hijo que se quedó huérfano de su amigo Apolo pero que a su vez llena el vacío del suyo propio con el que parece haber perdido el contacto.
Porque la saga de Rocky nunca ha sido sólo unas películas de boxeo, con la fórmula estándar de cine de deportes, sino que ha tenido un importante componente dramático, simbolizando los combates que su protagonista libraba en el ring con sus fantasmas de superación personales. Y de alguna manera, “Creed” rinde homenaje a ese espíritu, a la saga y al personaje.
El relevo generacional también se daba en la dirección, Sylvester Stallone cedía su sillón tras la cámara a Ryan Coogler, director de raza negra y cuyos personajes protagonistas también han sido de esa raza si nos atenemos a los títulos de su corta carrera cinematográfica cómo son “Fruitvale Station” (de clara denuncia racista), también con Michael B. Jordan, “Creed” y "Black Panther” (de los pocos superhéroes negros).
Precisamente, Michael B. Jordan parece haberse convertido en su actor fetiche, apareciendo en los principales papeles de sus últimos cuatro películas. Completa de reparto Tessa Thompson, a la que hemos podido ver recientemente en “Thor Ragnarok”. Respecto a Stallone, recibía por su papel, esta vez secundario, su tercera nominación en relación al personaje de Rocky. Recordemos que ya optó al Óscar por la película original y en las categorías de mejor actor y guion.
Sinceramente me
pareció una completa injusticia que no se lo llevará. No digo que la
interpretación de Mark Rylance no fuera meritoria, pero tampoco superior a la
de Stallone. Se perdió la oportunidad de premiarle por la creación de un
personaje mítico ya en el cine y por su gran actuación en la película. No estoy
inventando nada. Estas cosas se hacen en Hollywood. No obstante, sí consiguió
el Globo de Oro.
La película se
presentó como un spin-off cuando es claramente una secuela con tintes de inicio
de nueva franquicia, que tuvo por lo general bastantes buenas críticas y fue un
negocio muy rentable. Costó 35 de dólares y recaudó más de 170.
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