Doce años
habían pasado desde la segunda película de la serie, dónde James Cameron había
dejado el listón por las nubes con “Terminator 2, el día del juicio final” como una de las
mejores películas de acción, ya no de los noventa sino de prácticamente la
historia del cine. Ahora, se estrena la sexta película sobre esta saga
“Terminator, destino oscuro”, con el regreso de Linda Hamilton y Arnold
Schwarzenegger, y la incorporación de Mackenzie Davis. Al parecer podría ser
una secuela directa de la segunda.
Es decir que
sería una especie de reboot de ésta que comentamos. Dirige Tim Miller
(“Deadpool”) y nos sirve para completar el repaso a las secuelas de “Terminator”,
y lo haremos desde la tercera a la quinta, dado que a las dos primeras les
dedicamos sendos especiales. Y comenzamos por esta “Terminator 3, la rebelión
de las máquinas”. La cual ya empezó con mal pie tras el hundimiento de la
productora original, Carolco, lo que produjo un retraso importante del
proyecto.
Lo cierto es
que lo tenía todo en contra. Ya no solo por tener el listón tan alto como había
dejado la película anterior sino porque no pudo contar con la gran mayoría del
reparto. James Cameron consideraba que lo que tenía que contar de esta historia
ya lo había contado. Linda Hamilton rehusó volver al papel de Sarah Connor y
Edward Furlong se hallaba entrando y saliendo de clínicas de desintoxicación.
Eso sí, se
aseguraron la participación más importante, la de Arnold Schwarzenegger, al que
tuvieron que darle el oro y el moro para que aceptara. 29 de 200 millones de
dólares de presupuesto que tenía la película fueron al bolsillo del actor austríaco
que además exigió un jet privado, un gimnasio particular y alojarse en suites
de lujo. Al menos lo del gimnasio tenía su explicación. Arnold tuvo que
invertir entre cuatro y cinco horas diarias durante tres meses para ponerse en la forma que
tenía en “Terminator 2”.
Schwarzenegger
volvió a ejercer de Terminator bueno, un rol que tras la segunda parte, dónde
cambió radicalmente su rol de ser el gran villano al robot defensor,
con gran acierto, todo hay que decir. Por lo tanto, había que buscar al robot
que venía a matar a John Connor, porque, vaya por dios, Robert Patrick (el
T-1000) tampoco estaba en esta tercera parte.
Para ello, decidieron
dar una imagen totalmente renovada, cambiando el género y escogiendo a una
actriz para interpretar al androide asesino. No a cualquiera, por cierto. La
elegida, se dice que entre diez mil aspirantes, era un auténtico cañón, una
belleza más modelo qué actriz, la alemana Kristanna Loken que, no obstante,
tuvo que aumentar en seis kilos su peso para parecer más fuerte.
Para colmo, tomaron
como ejemplo la Trinity que Carrie Anne Moss interpretaba en “Matrix”, muy de
moda consecuencia del éxito de la película y vistieron a Loken de cuero
ajustado. Dicen las malas lenguas, que en las escenas que rodaba ella, se
congregaba un mayor número de colaboradores masculinos en el plato. Especialmente
en la que la chica era teletransportada desde el futuro y aparecía allí como dios la trajo al mundo.
Ella tuvo
además que tomar clases de mimo para que le enseñaran a moverse y gesticular como
un robot. Pero elegidos el T-800 y la Terminatrix, faltaba completar el reparto.
Nick Stahl fue el nuevo John Connor y Claire Danes (incorporación más que
acertada) su futura pareja. Earl Boen, qué hacía de doctor Silberman en
“Terminator 2”, realiza un cameo bastante gracioso en la película.
Al parecer,
pretendían rodar dos películas a la vez, la 3 y la 4, para abaratar costes y
mostrar el verdadero enfrentamiento con Skynet del que nos quedamos a puertas. Dirigía
Jonathan Mostow que venía de hacer “Breakdown” y “U-571” y que después de ésta
hizo “Los sustitutos”. Las críticas fueron mixtas, abundando más las negativas.
Recaudó 430 millones de dólares habiendo gastado 200 en la producción, así que
se salvó pero tampoco fue un exitazo. A mí personalmente no me parece tan mala
en absoluto aunque baja de nivel respeto a las dos entregas anteriores.
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