Quizá por salirse del prototipo de justiciero clásico creado a través de la referencia del Paul Kersey de Charles Bronson, “Taxi Driver” no figura en todas las listas de películas de este subgénero. Sin embargo, Travis Bickle es el único que realmente responde al objetivo de impartir justicia. Ahora pasaremos a explicar porque.
Porque su protagonista es el único que no cumple la dicotomia de venganza igual a justicia. Bickle no ha sido agraviado por ninguna ofensa. No han dañado a ningún ser querido, ni destrozado su coche ni ha sufrido una paliza. Simplemente es un ciudadano preocupado por la sociedad en la que vive. Un hombre que observa la pérdida de valores humanos, la inmundicia urbana y social que inunda las calles que él transita durante horas y horas cada noche.
Para colmo siente frustración de comprobar que a nadie le importa, que nadie va a mover un dedo para cambiar las cosas. Es por ello que también se siente asqueado por la inoperancia del sistema político. Y es por ello que se erige a si mismo como el héroe que necesita la ciudad, cuyos correspondientes villanos son personas de la más baja y sucia moralidad, como traficantes, proxenetas y maleantes.
Pero cuidado, no nos
engañemos, a lo que asistimos es a la materialización de un sociópata, que solo
necesita un motivo de cierto peso par salir al exterior. Travis Bickle se
siente inútil, sin objetivos tras haber combatido en la guerra de Vietnam. Hay
varios indicativos que nos muestran su personalidad está en un pronunciado
desequilibrio e inestabilidad, que solo necesita de una chispa para explotar.
Por ejemplo, tiene un problema de insomnio lo que le inclina a la vida nocturna y a solicitar un empleo en el que ocupar la gran cantidad de horas que tiene. Su motivación nunca es el dinero. Para desarrollar las funciones de taxista lo que provoca el ser un ojo que observa y analiza perversión y la suciedad de la sociedad y de su amado país. Un síntoma muy evidente de su distorsión es cuando invita a una chica a ver una película pornográfica como si eso fuera algo natural.
Bickle no encaja, no tiene capacidad para relacionarse de una forma normal y ahí surge la llamada de la “misión” en la que se propondrá limpiar las calles. Primero apadrinando a una joven prostituta de trece años, haciéndose cargo de ella. Y luego comprando una serie de armas de fuego y preparándose para impartir justicia.
Personalmente considero que aún hoy es la mejor película de Martin Scorsese que en 1976 firmaba su segunda. La siguiente sería “New york, New york”. Y más tarde vendrían sus “Toro salvaje”, ”Uno de los nuestros” y “Casino”. Habrá que ver que nos espera en su próximo proyecto, “El irlandés”, con Pacino, De Niro y Pesci. Pero fue en “Taxi Driver”, su primera colaboración con Paul Schrader”, quien escribió el guion en cinco días y confesó haberlo hecho con un revolver en el cajón para motivarse.
En el reparto un Robert de Niro pletórico (para mí su mejor interpretación), quien estuvo trabajando de taxista durante un mes para meterse en el papel. Aunque antes le fuera ofrecido a Dustin Hoffman, reconociendo arrepentirse de haberlo rechazado. Una jovencísima Jodie Foster que contaba con la misma edad del personaje, trece, por lo que fue su hermana, Connie, de 19 quien ejerció de doble en las escenas más comprometidas. Les acompañaban Harvey Keitel, Cybill Shepherd, Albert Brooks y Peter Boyle.
Personalmente considero que es incuestionable que es una absoluta obra maestra, que cosechó excelentes críticas y después fue encumbrada como una de las mejores películas de la historia del cine. Fue nominada a cuatro Oscars (película, actor principal, actor secundario y banda sonora de Bernard Herrman, -“Psicosis” y “El cabo del miedo”-) en el año que triunfó "Rocky". No consiguió ninguno pero sí la Palma de oro en el Festival de Cannes. Puro cine independiente pues costó la ínfima cantidad de 1.300.000 dólares y recaudó 28 en taquilla.
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