jueves, 23 de mayo de 2019

Escenas Míticas: Justicieros - La extraña que hay en tí



   Quizá no posea la fama de otros títulos incluidos en este ciclo, ni se haya convertido en saga como “El cuervo”, “Venganza” o “John Wick”, sin embargo, es la que se ajusta mejor a la temática verdadera que estamos tratando con estas películas. No en vano, es la que claramente bebe más literalmente de la que inició esta corriente de cine que rápidamente paso a ser un género en sí mismo, “ El justiciero de la ciudad”.




   Lo que más sorprende es que estuviera protagonizada con una actriz abiertamente declarada liberal, qué ha manifestado en diversas ocasiones su rechazo a las ideas republicanas, incluso encabezando una campaña anti Trump. Digo ésto porque es el Partido Republicano quién se ha mostrado más a favor siempre de la legalización de las armas como medio de defensa propia. Y estas películas habitualmente han sido etiquetadas como derechistas, incluso fascistas.



   Tampoco es para menos porque tanto la saga protagonizada por Charles Bronson cómo “La extraña que hay en tí” ejercen una labor, voluntaria o no, publicitaria a favor de las armas considerablemente más efectiva que la que pudiera hacer la mismísima Asociación Nacional del Rifle. Las razones que alegaba Jodie Foster para aceptar, y no solo el papel porque también fue productora ejecutiva, fue por el interés psicológico y social del personaje.



   Y es que precisamente el personaje de Paul Kersey (Bronson) y el de Érica Bain (Foster) tienen varios paralelismos para nada casuales. Representante ciudadano medio, inicialmente pacífico, cívico, socialmente integrado, incluso en buena posición económica y sin un pasado que pudiera justificar su inclinación a la violencia. El otro rasgo semejante es que sus objetivos, sus víctimas predilectas son los delincuentes comunes, los que provocan la inseguridad callejera. Ni terroristas, ni mafiosos, los que vemos en las calles.



   Pero sin duda, el condicionamiento que une a todos los justicieros, los Kersey, Draven, Wick y mucho mejor reflejado en Erica Bain, pues su personaje es evidentemente más profundo y complejo que los anteriores mencionados, es la motivación inicial de la venganza. Y es que en el cine, el emparentamiento de la venganza y la justicia, cuando no son directamente lo mismo, está muy ligados. La venganza por la sensación de indefensión, de vulnerabilidad, de inacción policial.



   Esa es la tecla, la fibra y el chip que invita al protagonista a tomarse la justicia por su mano. Otra cosa es que una vez cumplida, el personaje, consciente de la facilidad para salir indemne, considerando que realiza una labor de limpieza y habiéndose fomentado en su interior una sensación de adicción, inicie una escalada de violencia casi enfermiza. Ya lo decía Paul Kersey: ”son como cucarachas. Una vez que empiezas, ya no puedes parar hasta que no quede ni una”.



   En la película, además, se realiza el debate moral de la figura del justiciero, con la que buena parte de la población empatiza, incluso admira, mitificándolo como un héroe del pueblo. Y otra parte censura criticando que ésto no puede convertirse en el salvaje oeste. Curiosamente debates a los que se han enfrentado superhéroes justicieros, mayormente de DC, como Batman o Superman, y mucho más, "Watchmen".



   Sin embargo, al ver la película me venían de la cabeza otras referencias. La más clara es una escena en el metro que recuerda claramente, y probablemente sea un guiño a Kersey en “El justiciero de la ciudad”. Pero me preguntaba si Jodie Foster había sustituido los chillidos de los corderos por voces que la animaban a matar. Y ahí enlazaba con aquel papel, todavía de adolescente, en que era tutelada precisamente por otro mítico justiciero callejero, Travis Bickle en “Taxi driver”.



   El caso es que Foster estaba, como siempre, magnífica. La acompañaban Terrence Howard y Naveen Andrews (“Perdidos”). De la dirección nada menos que el responsable de “Juego de lágrimas”, “Entrevista con el vampiro” y “Michael Collins”, Neil Jordan. La película tuvo críticas mixtas, aunque en su momento fueron más palos que flores, hoy en día no tiene mala media. En taquilla si funcionó. Costó 70 millones y recaudó 170.



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