martes, 28 de mayo de 2019

Escenas Míticas: Justicieros - John Wick




   Quien les iba a decir a los creadores de esta película que cinco años después iban a estar completando una trilogía pues la aceptación del film sorprendió a propios y extraños. Con una respuesta mas que generosa del público y, lo que es más sorprendente, una buena acogida de la crítica especializada, en cuyo seno, son bastantes las voces que la definen como una obra de culto del cine de acción moderno.



   Indudablemente “Jonh Wick” apuntaba al sentido nostálgico de los héroes de acción de  los setenta y ochenta, con personajes hieráticos, fríos y duros como piedras, con el gatillo fácil como característica común. Se le incluye pues, en el cajón de los justicieros, aunque de todo el ciclo, es el que menos de ello posee, Jonh Wick no imparte una lección de limpieza callejera, no está indignado con la sociedad ni pretende realizar una labor publica.



   Lo que hace Wick es llevar a cabo una venganza de forma implacable. Tenía una bonita casa, una maravilla de coche y un adorable cachorro de perro. Pero un día, un caprichoso niñato y su equipo de matones, se lo arrebatan. Y es que ese cachorro era el recuerdo que le unía a su difunta pareja.



   Probablemente sea la mayor venganza llevada a cabo por la muerte de una mascota, lo que le hizo publico que el público empatizara enormemente con el personaje, curiosamente más que si vengara a una persona. Incluso hubo quien se lo tomó como un gesto en favor de los animalistas (no es broma), que inundaron las redes sociales de memes de Jonh Wick como una suerte de Chuck Norris defensor de los perros.



   Puede parecer absurdo y probablemente lo sea. Y cuesta pensar que una trama ya no sencilla sino simple, que cae en todos los tópicos habidos y por haber, se pueda dar en el clavo tanto. La razón es que la película hace de la simpleza su virtud. No engaña a nadie, no intenta parecer algo que no es, con un argumento mas enrevesado. “Jonh Wick” es una película de acción, ni más ni menos. Y ahí es donde gana muchos puntos.



   Porque tiene un ritmo demoledor, que no deja espacio al mas mínimo resquicio de aburrimiento, con electrizantes tiroteos, brutales peleas cuerpo a cuerpo, todo perfectamente coreografiado. Es una producto totalmente de estética, que tiene un aire muy de cómic, una fotografía bastante interesante basado en los tonos azulados y grisáceos y un gran protagonista.



   Porque la razón mas importante del éxito es la participación de Keanu Reeves, un tipo que cae enormemente bien ya fuera de las pantallas, por su más que demostrada humildad, educación y valores morales. Para colmo, fue el protagonista de varias películas de acción más icónicas de los noventa como “Speed” o “Matrix” y esta película suponía el regreso a los papeles de héroe de acción. Lo que nuevamente apelaba al sentimiento nostálgico. Al parecer fue vetado por Fox durante catorce años.



   Reeves lo da todo, preparándose durante meses en el uso de armas automáticas, siendo entrenado por un grupo especializado en estas lides, el Team Glock. Pero no estaba solo en el reparto, ni mucho menos. Alfie Allen (Theon en “Juego de tronos”) y Michael Nyqvist (Blomkvist en la saga sueca “Millenium)  eran los villanos. Y ademas estaban  Willem Dafoe, Ian McSahnem, Adrianne Palicki,  Jonh Leguizamo y Bridget Moynahan.



   En la segunda parte “John Wick: Pacto desangre” se incoporarían Peter Stormare y Lawrence Fishburne. Y en la tercera, “Jonh Wick: Parabellum”, lo han hecho Halle Berry y Angelica Huston,  nada menos. Curiosamente uno de sus directores, Chad Stahelski, solo ha dirigido estas tres películas. El presupuesto fue modesto, 20 millones y recaudó 85 en taquilla. Para la segunda se dobló lo invertido, 40 millones
 de dolares y la recaudación casi también 170.

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