martes, 21 de octubre de 2025

Escenas Míticas: Transformaciones físicas - El maquinista

 


   No podía faltar en este ciclo el rey de las transformaciones físicas en la que muy probablemente sea la más extrema de su carrera y que, si cabe, tiene aún más mérito si consideramos que es cien por cien real pues Christian Bale se negó a utilizar efectos especiales o maquillaje para acentuar su delgadez. Lo que vemos en pantalla respecto a su aspecto físico es exactamente lo que había fuera de ella.




   De hecho, cuando no estaba rodando, el actor ni siquiera hablaba, como en estado de ahorro de energías, reservando todas sus fuerzas para el tiempo de rodaje. Según sus propias palabras, su cuerpo estaba “sobreviviendo”. Y es que su dieta la componía un café solo sin azúcar, una lata de atún y una manzana. Eso a diario durante varios meses. Por lo visto, tras rodar su última escena para la película pidió que le pusieran un filete con patatas de inmediato.



   Bale perdió nada menos que 28 kg y su intención era bajar de los 45, lo cual no permitieron los productores pues sobrepasaba el límite que cubría el seguro médico. Una decisión, la de bajar de peso de forma tan exagerada, que fue totalmente unilateral. Ni el guion lo exigía (sólo decía que el personaje estaba muy delgado) ni el director se lo pidió. Fue el actor el que consideró necesario llevar al personaje al deterioro más extremo.



   Supuso la que creo que es una de las mejores interpretaciones de su carrera, y eso teniendo en cuenta que estamos hablando de uno de los mejores actores de las últimas tres décadas, es decir mucho. Le valió ganar el premio al mejor actor en el Festival de Sitges, aunque sorprendentemente no tuvo ninguno más. Sólo el del público de los Premios del Cine Europeo. Aunque sí tuvo otras nominaciones. Personalmente me parece para Oscar.



   Un actor que, como decía, se ha especializado en transformarse físicamente. De hecho, venía de películas como “American Psycho” o “El imperio del fuego”, donde lucía un cuerpo musculoso, para adelgazar precisamente en esta película, para posteriormente volver a recuperar el peso perdido y aumentarlo en otros 18 kg para meterse en el traje de Batman en “Batman begins”. Ha experimentado otros cambios físicos para películas como “The fighter”, “La gran estafa americana” o “El vicio del poder”.



   En el reparto le acompañaban Jennifer Jason Leigh, la española Aitana Sánchez Gijón (la película fue rodada en Barcelona íntegramente) y, de hecho, consta como una producción española aunque la trama se desarrolla en Estados Unidos, sin determinar la ciudad), el veterano de la serie B, Michael Ironside y John Sharian.



   Con toda seguridad es la mejor película de un Brad Anderson que curiosamente comenzó su no muy extensa filmografía con dos comedias románticas y que luego alternaba la televisión, participando en diversas series, con realizar algunas películas, no de un gran calado pero con títulos resultones como “Session 9” o “Transsiberian”, pero poco más. Anderson se inspiró literariamente en “El proceso” de Frank Kafka y cinematográficamente en el cine de Hitchcock, Polanski y David Lynch.



   Lo cual coincide con una de las referencias de su guionista, Scott Kosar, “El quimérico inquilino” de Roman Polanski. A parte de “El amigo americano” de Wim Wenders y la obra de Fiodor Dostoyevski, “El doble”. Kosar venía a describir el remake de “La matanza de Texas”, de 2003, pero su guion de “El Maquinista” es anterior pues llevaba diez años siendo rechazado por los estudios por considerar la historia demasiado oscura.



   Una historia muy psicológica, con un protagonista con un problema de insomnio, consumido por la culpa de un acto que no recuerda, en un constante estado de irrealidad, donde no se sabe cuanto hay de verdad y cuánto de alucinación. Es más, hay varias teorías acerca del significado de la película.



   Una de ellas decía que el protagonista sufría esquizofrenia, por tanto, todo lo que vemos está en su cabeza. Otra de ellas decía que estaba en una especie de purgatorio como castigo por un acto del pasado. Y la más clara era que la historia era un cúmulo de alucinaciones que componían un rompecabezas acerca de la culpa que inconscientemente sentía por atropellar a un niño y huir, lo cual le producía el insomnio.



   Algunos apuntaron a que tenía ramalazos de “El club de la lucha” o “Memento”. Tuvo muy buenas críticas en general. Costó cinco millones de dólares y recaudó ocho en taquilla.

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