Siguió
la moda implantada en otras sagas, como la de “Halloween”, de
saltarse las secuelas anteriores y realizar una secuela directa,
porque ésto no es un remake como muchos creyeron, de la primera, que
a la vez funcionara como reboot y reinicio de una franquicia que
probablemente no se vaya a dar a juzgar por los resultados de la
opinión del público.
No
los de taquilla, que en este aspecto no fueron mal. La película costó 22
millones de dólares y recaudó 77 en las salas de cine, y eso que
tuvo varios retrasos el estreno a causa de la pandemia y fue una de
las primeras en estrenarse tras el confinamiento. Pero, como ya le
pasó a la original, es una película que tiene mejores notas por
parte de la crítica profesional que de los espectadores.
En
gran parte por uno de los grandes males del cine moderno, las
expectativas. La gente iba pensando que se encontraría un festival
de sangre y gore y lo que se encontró fue otra cosa. Una labor de
dirección más cuidada en cuanto a la puesta en escena, más
insinuada y menos explícita, buscando generar más suspense que
terror puro.
Algo
que ya venía bastante marcado desde el guion coescrito por el
propio Jordan Peele, que además la produce. Y si no la dirigió fue
por problemas de agenda, por lo que esta película encaja a la
perfección en este ciclo. Porque la mano de Peele se nota
especialmente en el afán de darle una connotación de crítica social al asunto y más concretamente en el ámbito racial.
La
idea era utilizar la figura de Candyman, que ya en la primera
película tenía una visión racial, habiendo sido víctima de un
apaleamiento popular por racismo, como emblema del vengador
justiciero por todos los agravios de detenciones injustificadas y
brutalidad policial, haciéndose eco del clima de escándalos
policiales sobre la raza negra en los Estados Unidos.
De
tal manera que varias personas podían meterse bajo la apariencia de
Candyman. Y en este caso un nuevo Candyman se va fraguando en el
personaje interpretado por Yahya Abdul-Meteen II. Fue considerado
como protagonista Lakeith Starfield, que conocía a Peele de “Déjame
salir” y era un fan de Candyman.
Pero
estaba pensado no para ser el nuevo Candyman sino un personaje
similar al de Virginia Madsen en la primera película, cosa que
finalmente no se da. Madsen que no llegó a aparecer en ésta ni como
cameo. Si lo hizo Tony Todd, actor conocido precisamente por
interpretar a Daniel Robitaille y a la postre el Candyman de las tres
películas anteriores.
El
reparto lo completaban Colman Domingo, conocido por la serie spin-off
“Fear the walking dead” y Teyonah Parris. Esta última repetirá
en la próxima película de la directora negra Nía DaCosta, “The
Marvels”, secuela de “Capitana Marvel” que se espera para el
próximo año 2023. Anteriormente solo tenía una película “Little
Woods”, un western protagonizado por mujeres.
La
historia está basada en el cuento “Lo prohibido “, escrito por
Clive Barker, que fue adaptado en 1992 por Bernard Rose, que además
dirigía. Tuvo dos secuelas, “Candyman 2” y “Candyman 3, el día
de los muertos”, todos con Tony Todd, pero bastante inferiores a la
primera.
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