En
los ochenta y noventa se veía más este tipo de historia. Por un
lado las adaptaciones de novelas de Tom Clancy y por otro el
prototipo de héroe justiciero y vengativo. De hecho, es más una
historia de venganza que cualquier otra cosa. Prácticamente cada
episodio va de matar a alguien que de alguna manera le ha agraviado
al protagonista. Porque otra de las características que recupera es
el formato episódico. No es una película larga partida en trozos,
sino que cada uno de los episodios tiene su conclusión,
independientemente que se siga un hilo argumental. Tiene mucha acción
y de muy buen nivel, además de tener una violencia que me ha
sorprendido para un producto televisivo. Se nota mucho que el primer
episodio lo dirige Antoine Fuqua y que marca un poco la línea a
seguir. Además, han debido de estar muy bien asesorados en materia
de armas, adiestramiento militar, movimientos. Hasta tienen su
homenaje a Rambo. No hay más que ver a Chris Pratt, que se lo ha
tomado bien en serio este aspecto, un Pratt como no le había visto
antes, lejos de su perfil graciosete. En el reparto le acompañan
algunos rostros conocidos como Taylor Kitsch, Constance Wu, Jay
Courtney o Jeanne Tripplehorn, aunque aprovechados un tanto
desigualmente. Es sencilla, no se complica en cuanto a guion, pero es
muy entretenida, recomendable. 7.
Un
típico caso para
los amantes del true
crime que fue especialmente mediático en Estados Unidos hace veinte
años, sobre un hombre que llamó a emergencias aduciendo que su mujer
se había caído por las escaleras pero luego las heridas planteaban
dudas sobre si había sido un accidente o un asesinato. De hecho, se
hicieron dos documentales y luego una serie documental también de
trece episodios nada menos. Curiosamente de nacionalidad francesa. Y
más curiosamente los responsables no han quedado muy contentos con
esta miniserie, porque aunque sutilmente, si toma partido, si toma
como favorita una de las teorías. Porque al basarse en un hecho
real, no tenemos la total seguridad de que los acontecimientos se
dieran así. Es más, se ven varias reconstrucciones de las distintas
posibilidades y al final cada uno deberá decidir a quien cree. La
historia se va desarrollando en tres planos. Por un lado el judicial
(el más interesante), el familiar (la situación de esa familia es
muy peculiar) y el personal (la doble vida del protagonista). Aunque
hay un par episodios que que se hacen un poco pesados porque se
centran demasiado en el segundo y tercer aspecto. El reparto está
magnífico. No solo Colin Firth o Toni Collette, que lo bordan, hay
espacio para que los secundarios aporten su parte, como Sophie
Turner, Juliette Binoche, Dane Dehaan, Michael Stuhlbarg, Odessa
Young, . . . todos brillan. 7.
Me
atrevo a asegurar que va a ser una de las mejores miniseries de este
año. Claro que es que su creador es David Simon, artífice de una
de las mejores series que se hayan hecho, “The wire”, con la que
ésta tiene muchos puntos en común y casi se podría decir que es un
apéndice suyo. Nuevamente se ambienta en el género policíaco, pero
esta vez basándose en un hecho real de hace unos años, un caso de
corrupción policial en Baltimore que supuso un escándalo tras
descubrir la investigación a una serie de agentes de policía que
operaban prácticamente como gangsters. Pero además, sin
justificar en absoluto su comportamiento, nos cuentan como han
llegado a ese forma de actuar. Lo que implica numerosos flashbacks,
por lo que exige al espectador que esté muy atento a los saltos
temporales, sumado a la gran cantidad de personajes que forman otra
de esas telas de araña que le gusta formar a Simon, haciendo que
tengas que ir encajando las piezas. Todo
ésto bajo un ritmo de narración muy fuerte,
sin altibajos, sin adornos estéticos. Es más, es tan realista que a
veces parece un documental, o la recreación de un true crime. En un
reparto bastante coral en el que todos están geniales, hay que
destacar el trabajo de un actor que considero que siempre está bien,
que no falla nunca, y que no tiene el protagonismo que merece y aquí
si lo tiene, Jon Bernthal. 8.
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