No solo se debe a mi eterna devoción por “Tiburón” que la mencione constantemente a la hora de referirme a una monster movie. Sino que es un hecho que su modelo ha sido copiado miles de veces, y tampoco es que lo hayan ocultado sus imitadores. Al fin y al cabo si tienes que copiar, hazlo del mejor. Y, sin duda, esa es la película de Steven Spielberg. Algo que el propio director de ésta admitía con admiración.
Si bien, su perfil se ha trasladado a otras amenazas en forma de animales. Que casi podríamos concretar más en cuanto a monster movies acuáticas. Orcas, pirañas y cocodrilos. Prácticamente se podría considerar un subgénero en sí mismo, porque las películas de cocodrilos son tan cuantiosas como las de tiburones. Hay muchos ejemplos de ello; “La bestia bajo el asfalto”, “Mandibulas”, “El territorio de la bestia”, “Primeval” o “ Black Water”.
Si he elegido “Infierno bajo el agua” es porque además de ser una de las más recientes, también es una de las mejores de los últimos años. Eso se debe al gran trabajo, como casi siempre, de Alexandre Ajá tras la cámara, uno de los mejores artesanos del terror de las últimas dos décadas.
Lo es desde que firmó en Francia la magníficamente brutal “Alta tensión “. Ya trasladado a Estados Unidos, realizó varios remakes, como la también violentísima “Las colinas tienen ojos” (para un servidor, muy superior a la original de Wes Craven”), “Reflejos” (versión americana de la cercana “El otro lado del espejo”) y la que más nos importa para lo que estamos hablando hoy “Piraña 3D”.
¿Por qué? Pues no solo porque era la primera incursión de Ajá en el género de las monsters movie, sino porque versionaba una película que ya era una de las mejores imitadoras de “Tiburón”, que es “ Piraña”, de Joe Dante, que llegó a ser apadrinado más tarde por el propio Steven Spielberg en “Gremlins”. Ajá no solo reconocía la influencia del director norteamericano en “Infierno bajo el agua”, sino que además le dedicaba un guiño.
Durante el camino a casa de la protagonista, mientras conduce, podemos ver un primer plano de una figurita que tiene sobre el salpicadero del coche, que no es otra que un tiburón de cuya boca sobresalen las piernas de una víctima. No obstante, Ajá no solo juega con las claves del terror de monstruos o animales sino que la potencia con el uso de la claustrofobia.
Para el papel de protagonista se eligió Kaya Scodelario, por cierto, muy buena actriz, que confesó que había sido la película que le había supuesto mayor exigencia a nivel físico. La acompañada Barry Pepper. Ambos ya habían coincidido en la segunda y tercera parte de la saga “El corredor del laberinto”. En un papel muy breve tenemos a Morfydd Clark, la nueva Galadriel de la serie “Los anillos del poder”, que se estrenará en otoño, y la protagonista de la inquietante “Saint Maud”.
Algunas curiosidades, como los nombres de los ladrones de la gasolinera; Marv, Stan y Lee. Haciendo de referencia a Marvel y a Stan Lee, creador del personaje de Spider-Man, cuya primera trilogía fue dirigida por Sam Raimi, que es productor de esta película. Que en realidad se titula “Crowl”, es decir, gatear. Lo que no sé es si se refiere a los caimanes o a los humanos. O al perro, cuya muerte o supervivencia se debatió durante el rodaje.
Aunque no tiene una gran media de nota en diversas páginas en Internet, la película tuvo mayoritariamente buenas críticas. Quentin Tarantino llegó a afirmar que era su película de terror favorita de 2019. Además, económicamente fue un éxito. Costó sólo 13 millones de dólares y recaudó 90 en taquilla.
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