Me
llama la atención la cantidad de películas norteamericanas de
deportes basadas en personajes en edades comprendidas en sus etapas
estudiantiles, sea a nivel de institutos o universidades. Por
ejemplo, yo no recuerdo ninguna de baloncesto que sea de la NBA, que
la habrá, pero en cualquier caso son muchas más las que hablan de
chavales. Y puede ser porque de lo que realmente hablan estas películas, y ésta así lo confirma, no es de deporte, sino que lo
utiliza como un medio para dar un mensaje. En este caso, basada en
hechos reales, otra de las características típicas de este género,
en concreto en el hecho de que un entrenador, Ken Carter, priorizó
los resultados académicos a los deportivos, buscando que sus
jugadores tuvieran un futuro más prometedor. De hecho, creo que así
fue, es decir, lo consiguió. La película nos habla de las diferentes situaciones de los
chicos, ya sean de tipo familiar, de fracaso escolar o incluso
delincuencia. De este género he visto varias últimamente y no es
ésta la que más me haya gustado, creo que le sobra metraje, lo que
no quiere decir que esté mal, en absoluto. Además, está ahí
Samuel L. Jackson para que merezca la pena. También está un joven
Channing Tatum. 6’5.
Una
de las pocas películas de baloncesto que habla de ese deporte en la
etapa profesional. Además desde un punto de vista nada habitual,
concretamente desde el de un ojeador. Muestra perfectamente el
funcionamiento de captación de jugadores jóvenes en este deporte.
Pero sobre todo es la historia de un perdedor, es más, de dos
perdedores. De hecho, el mensaje viene a ser cuanto talento hay en
presuntos perdedores solo porque no tienen suerte. La relación entre
ambos personajes como alianza para cambiar esa suerte en ambos es la
que hace que funcione la película. Mucho más gracias al
interpretado por Adam Sandler. Ya le quité la etiqueta de que es un
mal actor y de que en todo caso solo sirve para comedia. Ni una cosa
ni otra. Cuando se pone en plan dramático me ha sorprendido mucho y
no es nada mal actor, y para muestra, “Diamantes en bruto”, y ahora
ésta. No me convence tanto la otra pata en la que se apoya la
historia. El personaje coprotagonista interpretado por el jugador
español de baloncesto, Juancho Hernangómez, al que se le nota
horrores que no es actor. No es culpa suya, supongo que le eligieron
porque querían un jugador profesional que no fuera muy famoso y les
encajaba en el perfil. Pero es que es muy inexpresivo, por mucho que
algunos hayan querido ensalzar su actuación. No es el único que
pertenece realmente al mundo del baloncesto, hay muchas figuras de la
NBA que aparecen en la película, sea como cameos o papeles muy
breves. 6’5.
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