Ya
en la última etapa de su carrera, tan solo siete años después
estrenaría su última película, “La liga de los hombres
extraordinarios” en 2003, Sean Connery firmaría el que fue su
también último éxito comercial con una película que es
considerada una de las más icónicas y mejor valoradas películas de
acción de los noventa y a la vez de su director, Michael Bay.
Aunque
la elección de éste estuvo marcada por las dudas. La primera opción
era Tony Scott. Pero por aquel entonces prefirió embarcarse en su
“Fanático”. Por lo que se buscó un director que respondiera al
estilo visual similar al de Scott y surgió el nombre de Michael Bay,
que acababa de triunfar con su primera película, “Dos policías
rebeldes”, con unos rasgos muy parecidos a los de Tony Scott,
marcados por la estética videoclipera, la espectacularidad y el
montaje desenfrenado.
A
la postre, personalmente considero a Bay el heredero de Scott pero
por aquellos tiempos su inexperiencia suscitaba dudas. Incluso a los
pocos meses de comenzar la producción, los productores, nada
satisfechos con lo que estaba preparando Bay, le convocaron a una
reunión para apretarle las clavijas. A la cual asistió por sorpresa
el propio Sean Connery con indumentaria de golf (jugaba todas las
mañanas), para defender al director. Y eso fue suficiente para
dejarle tranquilo el resto del rodaje.
El
resultado fue excelente y Bay se convirtió en uno de los directores
más taquilleros, cómo prueban sus siguientes títulos,
“Armageddon”, “Pearl Harbour”, “La isla” o la saga
“Transformers”. Pero también muy masacrado por la crítica,
aunque no fue el caso de “La roca”, que si fue bien valorada.
Además, tiene algunos ejemplos de cine de calidad como “Dolor y
dinero” y “13 horas, los soldados secretos de Bengasi".
Pero
también es cierto que en este caso, la película se veía sostenida
por su trío protagonista, es decir, Sean Connery, Nicholas Cage y Ed
Harris. A los que acompañaba un reparto nada despreciable de
secundarios con nombres con Michael Biehn, David Morse, Tony Todd,
William Forsythe o Vanessa Marcil. Por cierto, Stanley Anderson hacía
de presidente de los Estados Unidos, lo mismo que en la siguiente
película de Bay, “Armageddon”.
Sin
embargo, también Nicholas Cage suscitaba dudas entre los
productores, que no le veían como un actor de acción, venía de
ganar el Oscar por “Leaving Las Vegas” y querían apostar por un
valor seguro como Arnold Schwarzenegger. Al cual Bay no le veía para
el papel de un científico y se empeñó en Cage. El resultado volvió
a ser un éxito.
De hecho, tanto Jerry Bruckheimer como Don Simpson, el cual murió durante el rodaje y al que se le dedicó la película, acabaron encantados. Bruckheimer volvió a contar con Cage para "60 segundos", "Con Air" y "La búsqueda", convirtiendo al actor en una estrella del cine de acción. Muy lejos, lamentablemente, de la pobre imagen que destila hoy en día, aceptando participar en películas de muy dudosa calidad.
Unas cuantas anécdotas. El papel de Connery hace varios guiños a su etapa como James Bond. Se hace alusión a que era un agente secreto britanico en 1962, que casualmene es el año en que se estrenó la primera película de la saga, "007 contra el Doctor No". Incluso hay una frase tras el interrogatorio al que es sometido en la película que sutilmente podría hacer referencia. Bay no ocultaba que uno de sus anhelos era dirigir una película Bond y ésta fue su manera de hacerlo.
Por cierto, si los diálogos son más afilados de lo habitual en esta clase de películas es porque, aunque no fueron acreditados, Aaron Sorkin y Quentin Tarantino hicieron sus aportaciones como "negros". Por su parte, Sean Connery hizo que le prepararan un camerino en la propia cárcel de Alcatraz para no tener que desplazarse en barco todos los días al rodaje. La película costó 75 millones de dólares y recaudó 335 en taquilla.
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