Era necesario realizar un ciclo más completo
del que teníamos en el blog para uno de los directores que más expectativas
genera actualmente en cada uno de sus estrenos. En este caso el de su novena
película “ Érase una vez en Hollywood”, capaz de reunir un reparto con Leonardo
DiCaprio, Brad Pitt, Margot Robbie (cómo Sharon Tate, uno de los alicientes
del film), Al Pacino, Bruce Dern, Dakota Fanning, entre otros. Y que todos
estamos con la curiosidad de hasta qué punto tocará el caso de la masacre de
Cielo Drive, por la Familia Manson.
Quentin Tarantino irrumpía, y de qué forma,
en el panorama cinematográfico con esta ópera prima. Lo hacía sin haber
recibido ninguna formación académica. Sin ningún concepto teórico estudiado en
una escuela. Solo el de haber sido un consumidor compulsivo de películas en su
anterior trabajo como empleado de un videoclub. Quizá por ello le escoció tanto
a unos cuantos su triunfo en el Festival de Cine Independiente Sundance,
presidido por Robert Redford.
Por supuesto, no tenía dinero para emprender
el proyecto pero su amistad con el productor Lawrence Bender propició que el
guion firmado por él mismo llegara a las manos de Harvey Keitel, quién
entusiasmado con su lectura, se implicó personalmente en que la película
llegara a buen puerto, cofinanciándola.
Entre unos y otros lograron reunir el millón
y pico con el que pagaron la producción del film. El cual convirtió la
inversión en 14 millones de dólares de su explotación en diferentes formatos. Estábamos
ante el nacimiento de uno de los últimos genios del cine. A partir de aquí,
muchos actores y actrices, se interesaron en trabajar para él, algunos
considerados estrellas que aceptaron rebajar notablemente su caché salarial
para poder hacerlo.
Tarantino presentaba con esta película
las bases de un estilo personal muy definido, hasta el punto de ser una marca
copiada hasta la saciedad. La frase “esta película es muy Tarantino” empezó a
acuñarse habitualmente. Algo extraño pues precisamente al propio director, la
crítica más repetida ede sus detractores es que plagiaba a los clásicos.
Pero no es así, su cine es una mezcla de
homenaje y a la vez innovación. Algo que parece viejo y a la vez nuevo.
Tarantino toma numerosas referencias clásicas de todas partes, de todos los
géneros y calidades (la serie B es uno de sus favoritos). Con ello hace una
película enteramente suya. Uno no necesita saber qué es suya pues su estilo es tan
reconocible que va a tardar un minuto para saberlo.
Por ejemplo, Tarantino reiteró que su
referente para esta “Reservoir dogs” era la también ópera prima de los
hermanos Coen, “Sangre fácil”. Sin embargo, lo que hace es una reformulación del
género de gansters. La insistencia en ciertos escenarios, la peculiaridad de
sus diálogos marca de la casa, la narración episódica y aparentemente
desordenada de su montaje, la
importancia de la selección de los temas musicales y la inclusión del humor
negro, son varias de esas bases de su cine, en la que iremos profundizando
durante este ciclo.
Tarantino gusta de repetir con ciertos
actores. Algunos directamente como fetiches, como el caso de Samuel L. Jackson.
Aunque no éste precisamente. Pero si han aparecido en varias de sus películas Harvey
Keitel, Tim Roth o Michael Madsen, que protagonizan ésta, acompañados por Steve
Buscemi ,Chris Penn, Lawrence Tierney y
Eddie Bunker (escritor ex convicto). Tarantino se reservaría un pequeño papel, algo que sería habitual en su carrera.
A Tarantino le gusta dejar seguir las tomas,
a ver qué pasa. En una de las escenas, Chris Penn va hablando por teléfono en
coche. En un momento dado se cruzó un globo naranja. Quentin decidió no cortar
ese momento y validar toda la toma para hacer un guiño al color del que iba a
ser el traidor de su historia.
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