Hace un tiempo, planteaba un compañero cinéfilo en redes sociales, quienes eran los mejores directores de western hasta el momento y le sorprendía que en mi contestación colocará a Quentin Tarantino entre ellos. Yo justificaba mi respuesta en que su pregunta era en cuanto a calidad, no a la cantidad. De tal manera que consideraba que hacer más películas de este género, incluso especializarse en él, no hacía que un director fuera mejor.
Y es que, en mi
humilde opinión, Tarantino ha rodado dos de los mejores western de las últimas
décadas. De hecho, no salía de un cine tan satisfecho con una película del
oeste desde que otro de los que considero mago del género, Clint Eastwood, nos
regalara esa obra maestra que es “Sin perdón". Para colmo, Tarantino resucitaba
un género del que en los últimos tiempos no se producían casi títulos. Pero
con ”Django desencadenado” y luego “Los odiosos ocho”, volvió a ponerlos de
moda, incluso dando lugar a una corriente llamada el neo western.
Aunque “Django
desencadenado” no tenía nada de “neo”. Per si tiene, como suele hacer
siempre este director, un elemento innovador, y es la mezcla de temáticas. Tarantino vuelve a hacer un homenaje a su amado spaghetti western, y efectivamente en
numerosos guiños a él, además de la manera de rodar ciertas escenas, e
incurrido en un argumento habitual en este tipo de películas, la venganza. Como ya hizo en "Kill Bill".
Pero Tarantino
quería mezclarlo con una temática que solo se aborda en películas de tono
social, el racismo. Y para colmo ahondar más concretamente en algo de lo que se
avergüenzan los Estados Unidos de su historia, la esclavitud. De tal manera que
Tarantino hizo una película sobre la esclavitud pero desde el formato del
spaghetti western. Y desde luego, entonces no iba a renunciar a su peculiar y
característico humor negro para tocar temas escabrosos sin ningún pudor.
Y si ya se
había atrevido con Hitler y los nazis, y acaba de tocar uno de los hechos más
famosos y menos mostrados en el cine, en un modo no documental, como la masacre
donde mataron a Sharon Tate, en “Django desencadenado” introducía gran
porcentaje de parodia en materia de racismo, hasta el punto que uno de las
escenas más cómicas implica al Ku Klux Klan.
Muchos ya
teníamos ganas de verle en un western puro, habida cuenta de saber que era un
ferviente admirador del spaghetti, y especialmente de Sergio Leone. Uno de sus
favoritos es “Hasta que llegó su hora”(en España) pero su traducción literal
era “ Érase una vez en el oeste”, a la que homenajea, a la vez de otra de sus
admiradas “Erase una vez en América”, en el título de su última película.
Tarantino
tomaba elementos, además del nombre, de “Django”, un western italiano de
1966, no demasiado conocido, protagonizado por Franco Nero, al que le
reserva un cameo en su película. No era la primera vez. Ya había tomado
prestada la escena en la que el Señor Rubio le corta una oreja a un policía en
“Reservoir dogs”. Pero independientemente de ello, Quentin ya había tanteado
tratamientos y claves del género, como puede verse en “Kill Bill”, en ciertos
planos y en la música escogida.
Cómo es marca
de la casa, otro reparto brutal. Jamie Foxx como protagonista, escoltado de
maravilla por Christoph Waltz (segunda colaboración y segundo Oscar como
secundario) y Leonardo DiCaprio (primera vez que ejercía de villano) y de qué
manera se estrenaba. Secundario de lujo como su actor fetiche Samuel L.
Jackson, Kerry Washington, Walton Goggins (con el que repetiría en “Los odiosos
ocho”), y los cameos de Jonah Hill, Don Johnson y Franco Nero.
Tarantino contó su presupuesto más holgado, 100 millones de dólares, pero nuevamente
resultó rentable en taquilla, 425 a pesar de sus 165 minutos. Además, tuvo
cinco nominaciones a los Oscars (película, guión, actor de reparto, fotografía),
curiosamente no a su dirección. Pero ganó su segunda estatuilla como guionista.
Por cierto, se criticó la exageración con los “chorros y salpicones” de sangre.
Lo que quiso es hacer un guiño al recurso antiguo de hacer el efecto de la
sangre colocando bolsas de pintura roja en el cuerpo de los actores y hacerlas estallar a cada disparo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario