Si, lo reconozco, entra casi con calzador en la temática de los multiversos pero también es verdad que a ese efecto de que todo ocurra al revés, es decir, en sentido contrario de lo normal, se le puede considerar perfectamente como otro universo. Además de tener relación con los viajes en el tiempo, tema casi obsesivo de su director, Christopher Nolan, pues ésta podría formar trilogía sin problema con “Origen” o “Interstellar” sobre la relatividad del tiempo.
Además, Nolan está a punto de estrenar su última película, sin duda una de las más esperadas del año, “Oppenheimer”, y me apetecía reivindicar su película precedente, una de las menos valoradas de su filmografía y que menos éxito comercial tuvo. Costó 225 millones de dólares, la segunda más cara de su carrera, y recaudó 365. Es decir, cubrió gastos pero no tuvo grandes beneficios.
Claro que a este respecto hay que señalar varias puntualizaciones. Fue el primer blockbuster estrenado en cines tras la pandemia, con muchísimas salas aun sin reabrir y con limitaciones bastante fuertes de aforos. A esto hay que sumar que las críticas fueron generalmente positivas pero no unánimes. Y que suponía un esfuerzo de comprensión bastante exigente al espectador, que quizá era una época que buscaba más bien una válvula de escape a lo que estaba ocurriendo en el mundo.
Porque es cierto que la trama de la película no era nada fácil, para la que Nolan volvió a buscar asesoramiento científico, como ya había hecho para “Interstellar” en Kip Thorne, sobre todo en cuanto a la aplicación de la Ley de Entropía. No nos vamos a poner a desarrollar aquí qué es. De hecho, es mejor hacer caso a uno de los personajes cuando se los explica al protagonista, es decir, no obsesionarse con entenderlo sino dejarse llevar.
Aun así, es imposible enajenarse de sentirse abrumado del concepto de tiempo en dos sentidos. Nolan siempre ha jugado con la relatividad del tiempo pero es verdad que aquí se llevó la palma. Y aún así, no fue el primero en plantear la teoría de la inversión temporal, una película mucho más modesta ya lo había hecho, “Primer”.
Lo que pasa es que Nolan lo llevó a su máxima expresión, ofreciéndonos complejísimas secuencias rodadas en las dos direcciones. Esto es literal, no hay efectos digitales en ello. Las escenas de acción fueron rodadas dos veces, una al derecho y otro al revés. Incluso sabiendo como lo hicieron me cuesta comprender como le salió tan bien.
Es más, desde “Matrix” no salía de una sala de cine diciendo, “esto no lo había visto nunca”. Incluso las persecuciones de coches fueron rodadas al revés, contando con una veintena de especialistas conduciendo a toda velocidad hacia atrás. Hasta el Boeing 747 fue estrellado de verdad. Y algunos actores tuvieron que aprender a hablar hacia atrás. Nolan no es muy amigo de los efectos especiales generados por ordenador. Efectos especiales que se llevaron el Oscar, por cierto. No así el de dirección artística, que era la otra nominación.
Como es habitual en sus películas volvió a contar con un gran reparto. Sin embargo, el protagonista era el menos estrella, John David Washington (hijo de Denzel Washington). Muy bien escoltado por Robert Pattinson, Elizabeth Debicki, Kenneth Branagh, Aaron Taylor-Johnson y su fetiche Michael Caine (casi un cameo).
Bueno, pero ¿Qué significa el título?. Ahí va una teoría. En el argumento podemos apreciar varios palíndromos (palabras que tienen un significado en un sentido y en el contrario); Sator (Rotas), Arepo (Ópera), y Tenet. Pero ¿Qué es Tenet? En la parte final tenemos dos equipos especiales que deben realizar la misión en diez minutos, el rojo y el azul, uno en sentido normal y otro en el contrario. Pues diez en ingles al derecho es Ten, y al contrario es Net, si los juntas lees Tenet, y tiene el mismo significado leyéndolo en los dos sentidos.
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