martes, 24 de marzo de 2020

Escenas Míticas: Especial Juicios - Philadelphia




   De todos los títulos elegidos para el ciclo éste es el que mejor se ajusta al prototipo de drama judicial de denuncia, porque, aunque se presenta como un caso de despido improcedente, de lo que realmente habla es de la discriminación hacia los enfermos de SIDA y más fervorosamente hacia los homosexuales a quienes se satanizó en las décadas de los ochenta y noventa.




   Aunque inicialmente no se reconoció así, la película estuvo inspirada en los casos de los abogados Geoffrey Bowers y Clarence B. Clain, despedidos injustificadamente por sus respectivos bufetes, Baker&McKenzei (Bowers) y Hyatt Legal Services (Cain), al conocer que ambos eran enfermos de SIDA. Fueron los primeros en ganar un caso de discriminación por esa enfermedad. Bowers murió antes del juicio, en 1987. Y Cain tres de años después, en 1990.



   La polémica surgió cuando la familia Bowers demandó a los escritores y productores de la película, alegando que había demasiadas escenas de ésta que coincidían con los eventos ocurridos al abogado fallecido, sobre todo tras conocerse que Scott Rudin, uno de los productores se había entrevistado con él. Finalmente, en 1996, tres años después del estreno de la película, reconocieron que en parte estaba inspirada en su caso.



   La cuestión es que la película ponía a juicio no solo al bufete de abogados que había despedido a Andrew Beckett sino a toda la ciudad de Philadelphia, y en definitiva a toda la sociedad norteamericana en relación a su homofobia. Recordemos que en sus inicios se culpó a la comunidad gay de la proliferación del virus VIH.



   Por desgracia, hoy en día asistimos a la proliferación de otra enfermedad, y esta pandemia del coronavirus ha contribuido a la discriminación de ciertas nacionalidades (primera la china, luego la italiana y luego la española) y ciertos grupos (las personas mayores). Cuando las enfermedades entran en juego, la solidaridad y la empatía salen por la puerta. Menos mal que no siempre es así y tenemos también numerosos ejemplos de lo contrario.



   En la dirección un Jonathan Demme que tras varias comedias como “Algo salvaje” o “Casada con todos”, se marcó toda una obra maestra como “El silencio de los corderos”, por la que ganó el Oscar como mejor director. Y después otra gran película como “Philadelphia”. Sin embargo, ahí se acabó. No volvió a hacer algo de ese talento.



   El caso es que con esas dos películas, tres de sus intérpretes ganaron un Oscar; Jodie Foster, Anthony Hopkins y un Tom Hanks, que se sacudía de un plumazo su etiqueta de actor de comedia, bordando un papel para el que adelgazó quince kilos. Antes fueron tanteados Daniel Day Lewis, Michael Keaton y Andy García. Un año después repetiría premio con “Forrest Gump”. Sus otras nominaciones fueron por “Náufrago”, “Salvar al soldado Ryan”, “Big” (anterior) y recientemente por “Greyhound”.



   Para el papel de abogado defensor se pensó en Bill Murray y Robin Williams. Finalmente recayó en Denzel Washington, al cual acompañaron secundarios de la talla de Jason Robards, Antonio Banderas, Joanne Woodward y Mary Steenburgen.



    La película tuvo muy buenas críticas y además del Oscar a Tom Hanks, ganó el de mejor canción por el “Streets of Philadelphia” de Bruce Springsteen, que prácticamente se convirtió en un himno. También fue nominada una canción de Neil Young y el guion original. Y no hay que olvidarse del tema operístico interpretado por María Callas. El film costó 26 de dólares y recaudó 206 de taquilla.



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