Con el estreno de “Cuestión de justicia” regresa
uno de los subgéneros más clásicos del cine, el thriller judicial, y a él
dedicaremos el ciclo temático de este mes. Hay mil variantes, pero muy
habitualmente se utilizan estas películas como mensaje de denuncia social, como
iremos viendo, pues a ese tipo de películas de juicioes al que me voy a referir.
Y
en ese sentido, el director franco-griego, Costa Gavras, encaja perfectamente en
el perfil, dada su más que sobrado compromiso con los aspectos políticos y sociales.
Prueba de ello son sus trabajos más premiados, como “Z”, ganadora del Oscar a
mejor película de habla no inglesa, de temática política total, y “Desparecido”,
por la que ganó también el Oscar, aunque como guionista, adaptando la novela de
Thomas Hausser y tocando la dictadura de Pinochet.
Menos
premiada, pero de igual o mayor implicación política y de denuncia es “La Caja
de música”, donde sacaba a relucir los casos de nazis con horribles crímenes de
guerra que aprovechaban la acogida en países como Estados Unidos de las víctimas
del Holocausto para pasar encubiertos a la nacionalidad americana.
La
película es ficción, pero estaba inspirada en la distancia en el caso de Jon
Demjanjuk, un ucraniano que estuvo nacionalizado de 1958 a 1981 en Estados
Unidos hasta que se descubrió la ocultación de su permanencia en las SS de la
Alemania nazi y su implicación en delitos de lesa humanidad y participación en
el Holocausto. Fue condenado en Israel y después en Alemania, aunque no llegó a
ser ejecutado pues murió con 92 años en pleno proceso de apelación.
En
la película, aparte de mostrar el desarrollo del juicio, se realiza una parte
de reconstrucción histórica, mostrando los testimonios de diversos delitos de
guerra reales, que resultaron ser especialmente dolorosos. Se acusa al
coprotagonista de pertenecer a la Cruz Flechada, un partido fascista y
antisemita, semejante al partido nazi alemán, que gobernó en Hungría apenas unos
meses, tiempo suficiente para ejecutar sin juicio previo a miles de personas y deportar
a otras 80.000 a Auschwitz.
Pero
además, la película planteaba diversos dilemas morales. Como el que para una
letrada bien reconocida tenía que defender a su propio padre ante tan graves acusaciones,
quedándose en duda sobre su culpabilidad la confianza en él. El otro dilema es
si una persona que ha sido capaz de hacer gala de semejante crueldad y sadismo
puede redimirse hasta el punto de merecer el perdón.
Esa
abogada esta magníficamente interpretada por Jessica Lange, interpretación por
la que fue nominada al Oscar. Una actriz que, a pesar de debutar ganando el
Globo de Oro como actriz revelación en “King Kong” (1976), surgió como sex
symbol y fue muy estigmatizada por la imagen sexualizada del remake de “El
cartero siempre llama dos veces” junto a Jack Nicholson. Sin embargo, en su curroculum
de premios figuran dos Oscar ("Tootsie”) y (“Las cosas que nunca mueren”), cinco
Globos de Oro y tres Emmys.
La
acompañaban en el reparto un magnifico Armin Muller-Sthal como Mike Lazlo (el
acusado), Frederick Forrest, Michael Rooker y Lukas Haas (el niño de “Único testigo”).
El guion corrió a cargo de Joe Eszterhas, que tres años después se haría muy
famoso por hacer lo propio para la polémica película de Verhoeven, “Instinto
básico”.
Eszterhas
reservó el giro final para resolver la trama dándole sentido al motivo de que
la película se titulara así pues una caja de música es la clave de todo. El
film obtuvo excelentes críticas y hoy en día se recuerda como uno de los mejores
thrillers judiciales de los 80/90. Ganó el Oso de Oro en el Festival de Berlín. Sin embargo,
solo recaudó seis millones de dólares.
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