Al final de este mes se estrenará otra nueva versión de “El hombre invisible”. Al parecer desde un prisma totalmente diferente y con una trama relacionada con el machismo y el maltrato como marcan las modas temáticas de la actualidad. De hecho, su protagonista será la ya muy maltratada Elisabeth Moss en la serie “El cuento de la criada”. Pero bueno, nos sirve como excusa para dedicar un ciclo a las películas de personajes con “habilidades especiales”.
Suponía la vuelta por la puerta grande del que inicialmente en su carrera había sido generosamente elogiado (quizá demasiado), especialmente con “El sexto sentido” y quien había perdido gran parte de su crédito (también quizá demasiado) tras sus fracasos comerciales de “Airbender” y “After life”, exageradamente criticadas. Pero es cierto que su nivel había descendido notablemente en estas películas, quizá por apartarse de sus propias claves personales, cayendo en un cine más de efectos especiales y presupuesto holgado.
El precio a pagar por Night Shyamalan fue desmesurado, pero también una llamada de atención. Porque la crítica se ensañó con él y el público también se hizo notar en la taquilla. El mensaje era claro, por aquí no sigas. Y eso es lo que hizo, volver a la fórmula que le había dado el éxito.
Que básicamente consistía en dos factores. Primero volver al género que mejor dominaba, el suspense. Y luego embarcarse en un cine más independiente, para entendermos, más barato. Películas con menor inversión económica, menos efectos especiales, que generasen menor expectativa y con una mayor libertad creativa. Y así llegó al primer anticipo de reconciliación tanto con la crítica como con el público.
“La visita” era una película con seguro. La inversión era tan mínima que a poca respuesta que obtuviera del público resultaría económicamente rentable. La película tuvo buena acogida de la prensa, quien valoraba positivamente su vuelta al cine inspirado y no artificioso. Pero la reconciliación vino con “Múltiple”, más ambiciosa en cuanto a propuesta temática, pero con una elaboración igualmente modesta.
Shyamalan se basó en varios casos de personas con trastornos disociativos de la personalidad que apuntaban a que la psique estaba fracturada en múltiples personalidades independientes, con incluso dolencias medicas propias. La teoría es que el ser humano utiliza el 10% de su cerebro, lo cual niegan la gran mayoría de los científicos, y que otras personas usan un porcentaje mucho mayor.
Más concretamente se inspiró en los casos de Shirley Ardell, a quien se le diagnosticó tener hasta 10 personalidades. Y especialmente el de Billy Milligan, que cometió tres violaciones en un campus universitario de Ohio y en cuyo juicio el estudio psiquiátrico que se le efectuó declaraba que poseía 24 personalidades y solo dos de ellas cometieron los delitos. Fue la primera persona en ser absuelta alegando esta defensa, en 1978. Aunque fue obligado a pasar diez años en un psiquiátrico.
Shyamalan quería para el papel a Joaquín Phoenix, con quien había trabajado en “El bosque” y veía perfecto para el papel para un personaje que ya estuvo a punto de ser incluido en “El protegido”. Sin embargo, finalmente fue a parar a manos de James McAvoy, quien realizó una autentica exhibición de talento, admirada tanto por la crítica como por el público pero que incompresiblemente no le proporcionó ningún premio. Completaban el reparto una de las mayores promesas actuales del panorama cinematográfico, Anya Taylor-Joy y Betty Buckley. Shyamalan hacía su cameo habitual y ….
. . . la gran sorpresa, volviendo así también el director a una de sus señas de identidad, fue el cameo casi post créditos de Bruce Willis, que revelaba que la película era una secuela encubierta de “El protegido” y que planteaba una secuela posterior que reuniría a Bruce Willis, Samuel L. Jackson y al propio James McAvoy en “Glass”. Por su parte la película costó 9 millones de dólares y recaudó nada menos que 280 en taquilla.
Aquí el epílogo sorpresa:
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