Otro nuevo ejemplo de lo es capaz un
escritor clasificado y encasillado en un género, como es Stephen King y que
desmitifica, junto a otras novelas, aquello de que solo sabe hacer terror.
Aunque si es cierto que tampoco es un drama sino un thriller con elementos
paranormales que se acerca bastante a la ciencia ficción y que curiosamente es
una de las mejores intrigas salidas de la mente del de Maine.
Pero no son los únicos palos que tocaba la
novela y, por extensión, aunque no de la misma manera, la película. King se
metía de lleno en el terreno del psicokiller, con una trama de asesinatos en
serie en toda regla. Pero al mismo tiempo hacía una reflexión sobre la
política, poniendo en duda el juicio de los líderes que nos representan y
planteándonos si era conveniente colocar el destino de naciones enteras, cuando
el del propio planeta está en manos de tan pocas personas.
Porque tanto el libro como su posterior
adaptación introducían numerosos dilemas éticos y morales. Es decir, si
tuvieras la capacidad de ver el futuro, y para colmo, la posibilidad de poder
cambiarlo, ¿lo harías? ¿Que derecho tenemos a cambiar el curso natural de los
acontecimientos? ¿No sería acaso jugar a ser Dios?¿Se podrían controlar los
cambios derivados en un posible efecto mariposa que quizá podría ocasionar
hechos peores?
Y es que precisamente el protagonista de la
historia posee un poder, que se considera sobrenatural, el de la precognición,
aunque no exactamente, pues mediante el contacto físico era capaz de ver los
actos que la persona hubiera cometido, los que estaba cometiendo en otro
momento pero del tiempo presente y los que iba a cometer. Lo que no hace más
que ocasionarle quebraderos de cabeza que llegan a la pesadilla.
Pues precisamente “La zona muerta” hace
referencia a ese espacio que no puede conocer. Digamos que él puede conocer los
hechos, que de seguir su curso natural, con toda seguridad se van a dar. Pero
en caso de intervenir, el efecto de variaciones que podrían ocasionarse, le son
desconocidas, creándose una zona muerta en la linea temporal alternativa. Y
básicamente, el mensaje que Stephen King quería transmitir era ese.
Otro tema a considerar es la veracidad de
estos poderes. Me explico, en realidad no tenemos verdadero conocimiento de la
capacidad mental del ser humano. Hay teorías que establecen que solo utilizamos
un 10% y otras que lo desmienten categóricamente. Pero lo cierto es que la
precognición podría considerase una especie de intuición avanzada. Como en la
película, no son pocas veces las veces que la policía ha solicitado al ayuda de
“videntes” para investigaciones criminales.
Tras la cámara nada menos que David
Cronenberg, que con este título nos ofrecía algo más convencional, al menos
estéticamente hablando, pero no falta de talento teniendo en cuenta que venía
de películas como “Rabia”, “Cromosoma 3” o “Scanners” (también de poderes
mentales) que el mismo año de la “La zona muerta”, estrenaría “Videodrome” y que
después vendría ”La mosca”. Se aprecia bastante bien la diferencia con la que
estamos comentando, creo yo.
El reparto era excelente. Si bien integrado
por muy buenos actores pero que la mayor parte de su carrera han figurado como
secundarios. De lujo, si se quiere ver así, pero raro era verlos como
protagonistas. Como el caso de un gran Christopher Walken, en una de sus mejores interpretaciones. Curiosamente, en
una escena de la película al principio, recomienda a sus alumnos leer “Sleepy Hollow”.
Quince años mas tarde el propio Walken interpretaría al jinete sin cabeza en la
versión de Tim Burton.
Le acompañaban Tom Skerrit, Martin Sheen y
Broke Adams. El film tuvo generalmente buenas críticas aunque no fue ningún
éxito de taquilla. Costó 10 millones de dólares y recaudó 20, muy justito
vamos. Sin embargo, de 2002 a 2007, se emitió una serie que también adaptaba la
novela de King de 1979, permaneciendo durante seis temporadas y 80 episodios.
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