Nunca, pero nunca, salen las cosas bien. Si hay una despedida de soltero en una película, sea del género que sea, todo se descontrola. Y esta no iba a ser una excepción. Tampoco cuando metes en una coctelera a personajes con traumas infantiles, bullying y baja autoestima. Sin embargo, lo que a priori podría parecer una típica historia de terror donde la víctima de una serie de agravios anteriores se cobra su venganza, no es así en absoluto. Si hay muertes, por cierto, bastante sangrientas e incluso tirando de gore, pero prácticamente todo se va precipitando por accidente o desesperación, lo que la hace tocar el tono de comedia negra. Lo cual resulta muy divertido porque aunque tarde en arrancar lo suyo, lo cual usa para retrasar todo lo posible quien es el agresor, y cuando se inicia toda la violencia resulte bastante predecible (se sabe siempre quien va a ser el siguiente en morir), para entonces ya todo se ha convertido en un festival de sangre y da igual. No obstante, desliza algunos mensajes de forma más sutil. ¿Porqué no sentimos empatía por ninguna de las víctimas? Es más, ¿Quiénes son las víctimas realmente? Y lanza algunos avisos, el peligro de no superar las secuelas y cuidado con quien sigues en redes sociales. Me ha recordado a la muy recomendable, para quien no la haya visto, “Muerte, muerte, muerte”, aunque esa era más seria, y superior en general a esta, e iba más por la fórmula del slasher. 6.
Para
quien crea que lo ha visto todo de Nosferatu, tras la última versión
de Robert Eggers, quizá se haya dejado en el tintero esta. En
realidad trata sobre el rodaje de la de 1922, en un ejercicio de cine
dentro del cine de lo más curioso por lo siguiente. Hasta ahora
teníamos claro que los actores que habían interpretado a Nosferatu
eran Max Schreck y Klaus Kinski, a los que se ha unido
recientemente Bill Skarsgard. Pero deberíamos añadir a Willem
Dafoe. Aunque esto no es totalmente cierto porque Dafoe no interpreta
directamente al Conde Orlok, sino al propio Max Schreck
interpretándole, y aquí viene la peculiaridad, pero siendo un
vampiro de verdad. Y me ha parecido de lo más divertido. Se mezcla,
por tanto, realidad y ficción, casi siempre por el camino de la
comedia, incluso de la parodia. Pero ojo, que la recreación de como
se rodó la película, la ambientación y un poco una evocación de
como se hacía cine es esa época, son buenísimas. Todo un homenaje.
Pero también una crítica al sacrificio que se puede llegar a hacer
por el arte, retratando a un Murnau obsesionado por su película y
por lograr el mayor realismo posible sin importarle nada más, casi
como un perturbado. Por cierto, interpretado por John Malkovich. A él
y a Willem Dafoe, que está tremendo (fue nominado al Oscar, que ya
es extraño que este actor no tenga uno, al menos), les acompañan
nombres como Udo Kier, Cary Elwes o Catherine McCormack
(“Braveheart”). Tiene su tanto de terror, un terror divertido, y
si no, atención a la secuencia final, que no tiene desperdicio. 7.
El
año pasado me llevé la sorpresa de que la precuela de “La
profecía” era bastante mejor de lo esperado hasta el punto de
colocarla entre lo mejor del género de terror del 2024. Con esta han
hecho la misma jugada. Una precuela bastante tardía de un clásico
del terror, en este caso, de “La semilla del diablo”, pero no ha
funcionado tan bien. Aunque tampoco me parecen justificados los palos
que se ha llevado esta. Curiosamente, “La primera profecía”
tenía tramos que se acercaban más precisamente a la película de
Roman Polanski. Porque esta casi ejerce más de complemento de
aquella que de precuela, dado que podemos conocer unos hechos previos
con los que engancha a la otra película. Aunque los que la
recuerden o la hayan revisitado hace poco notarán que hay un error
de continuidad muy claro. Todo para hacer su guiño obligado y que
incluso ha reconocido la directora del invento, Natalie Erika James,
como un sacrificio que tenía que hacer. No obstante, más allá de
eso, es una película correcta, que si es cierto que adolece de falta
de tensión en determinados momentos clave, pero que se deja ver,
sobre todo gracias al aliciente de ver a dos actrices de generaciones
tan dispares como las de Julia Garner y Dianne Wiest. Y si que aporta
una diferencia importante en cuanto a la manera de reaccionar de la
protagonista que va en relación con la actualidad aunque la acción
de la historia sea en los sesenta, y es en cuanto a su situación,
que no deja de ser un embarazo no deseado. 6.
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