Lo
primero, advertir que no es una película ni mucho menos para todo el
mundo. De hecho, si tuviera que buscar una referencia para quien lea
esto, y no sería muy exacta, podría ser el cine de David Lynch
precisamente. Me he tirado gran parte de la película sin saber de
que iba realmente, con larguísimas conversaciones que no sabes a
donde van y porque están hablando de eso. Es más, en ocasiones me
daba la sensación de estar viendo una película de arte y ensayo.
Por tanto, a estas alturas ya es evidente que hay que armarse de
bastante paciencia para enfrentarse a ella. La cuestión es si merece
la pena. Bueno, a ver como explico el planteamiento. La historia se
desarrolla en tres líneas temporales, en 1910, 2014 y 2044, y los
protagonistas son siempre los mismos aunque no realicen los mismos
personajes pero si paralelos a los de las otras líneas. Es decir,
son dos personas que se encuentran en tres vidas diferentes, en todas
ellas se sienten atraídos y lo que queda por ver es si consiguen
estar juntos. Parece que siempre hay algo que se interpone en que
esto ocurra y es a lo que se refiere el título, La Bestia, que
podría ser una suerte de destino fatal o lo que sea. Que mensaje
manda como acaba cada historia (que en realidad son parte de la
misma) ya eso lo debe interpretar cada uno. Pero si deja más cerrado
su desenlace de lo que solía hacer precisamente Lynch. No obstante, volviendo a la pregunta de si merece la pena intentar desenredar esta
madeja, pues para mí personalmente si. En base a tres motivos, tiene
algunas secuencias que me parecen brillantes, la representación que
hace de la inteligencia artificial futura ya la vemos muy presente y
la interpretación de Lea Seydoux es muy buena. 6’5.
La
pareja de directores Alexandre Bustillo y Julien Maury se ha
caracterizado siempre por hacer películas de terror, además con
momentos bastante fuertes visualmente, como la escalofriante “Al
interior”. Sin embargo, aquí se salen un poco de su género,
concretamente al policiaco. Digo un poco porque la cabra tira al
monte y porque es una historia policiaca pero dentro del subgénero
de polar francés. Para hacernos una idea, va por el camino de
títulos como “Los ríos de color púrpura”. Es decir, es un
psicokiller pero con escenas tan explícitas que la acercan al tono
de terror. Además, que la película tiene ciertos paralelismos con
la mencionada. Presenta una trama muy retorcida, llena de crímenes
atroces, muchas veces con recreaciones bastante brutales. También se
apoya mucho en el envoltorio del folclore y las leyendas populares
como caldo de cultivo para lanzar un misterio que consiguen mantener
durante gran parte del metraje, dejando abierta siempre la
posibilidad sobrenatural en su resolución. Para ello ayuda estar
ambientada en una pequeña localidad francesa, un poco apartada de
todo, en la que se están produciendo una serie de extrañas
desapariciones. La trama resulta interesante aunque tiene algunas
situaciones de guion que me han sacado de la película en ocasiones,
aunque rápidamente volviera a ella. Como que nadie se de cuenta que
todos los niños desaparecidos sean de la misma zona, nadie explica
porque está haciendo lo que hace y, por dios, aquí nadie utiliza
unos guantes en la escena del crimen. Además, el giro final me lo he
visto venir. Pero si entretiene y logra tenerte intrigado. Por
cierto, la protagonista es una ya veterana Virginie Ledoyen. 6´5.
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