Confirmaba la tendencia de que las películas de hombres lobo venían en pequeños ciclos, en determinadas décadas de la historia del cine. Hablo de las buenas, porque en los noventa el personaje no había sido muy bien tratado, apareciendo en la gran pantalla de forma muy escasa y con poco éxito, como en el caso de “Un hombre lobo americano en París” (que además era una secuela bastante tardía). Tan solo se salvaba de la quema “Lobo”, de Mike Nichols, con Jack Nicholson y Michelle Pfeiffer, aunque no tuviera demasiado terror.
Pero en 2000 llegó “Ginger snaps”(que ya pudimos ver aquí), que a la postre se convertiría en trilogía, y después esta “Dog soldiers”, que aunque fueran productos independientes y de serie B, terminaron por poner de moda, como ya había pasado en décadas pretéritas, como en los cuarenta, setenta y ochenta, a las películas de licántropos, llegando a aparecer en superproducciones posteriores como “Van Helsing” o “Underworld”.
Supuso el debut del que parecía uno de los directores más prometedores del género de terror, el británico Neil Marshall, cuya siguiente película fue, y sigue siendo, una de mis survival de monstruos favoritos, “The descent”, continuando con la postapocalíptica “Doomsday” y la magnífica “Centurión”, en la que además demostraba que podía salirse del terror y aplicar su estilo de acción en cualquier género.
Sin embargo, inexplicablemente, pasó a un periodo en el que no hacía otra cosa que dirigir y episodios en televisión, eso sí, en series como “Juego de tronos”, “Hannibal”, “Black sails” o “Westworld”. Su regresa al cine vino de la mano de un reboot de “Hellboy” que fue un completo fracaso. Tanto de crítica como de público. Y tras ellos solo han venido subproductos de nivel mucho más bajo del que apuntaba en sus inicios.
La ocurrencia para la película se le ocurrió durante unas vacaciones en Escocia, que al contemplar la naturaleza de sus montañas, le pareció un excelente escenario de lucha entre unos soldados y unas bestias, que terminaron por ser hombres lobo. No en vano, sus cuatro primeras películas, y las únicas que merecen la pena, tienen en común que son survivals en los que se produce siempre una persecución a muerte.
Aquí, por tanto, se mezcla el género bélico con el terror, aunque curiosamente no se terminaría rodando en Escocia sino en Luxemburgo. Marshall apuntó que una de sus principales influencias fue “ La noche de los muertos vivientes”. Y que tomaba referencias de cuentos infantiles clásicos como “Caperucita” o “Los tres cerditos”.
El reparto no tenía nombres muy conocidos, salvo el del polifacético Liam Cunningham. Se completaba con Kevin McKidd, Emma Cleasby y Sean Pertwee, cuyo personaje se llamaba Harry G. Wells (H.G. Wells) en homenaje al escritor. Otro personaje se llamaba Bruce Campbell, haciendo guiño a “Posesión infernal”. Los papeles protagonistas fueron rechazados por Simon Pegg, en favor de “Zombi’s party” y Jason Statham, para hacer “Fantasmas de Marte”, con John Carpenter.
A partir de su recepción, se llevan años esperando una secuela. De hecho, tenía hasta título, “Dog soldiers 2, carne fresca”. Pero hasta ahora no ha llegado nunca a darse. Uno de sus proyectos que parece que va a resucitar en cualquier momento pero que nunca termina por hacerlo. El propio Neil Marshall reconoció que la película fue concebida para formar parte de una trilogía. Pero hay problemas con los derechos de explotación, y así hasta ahora.
La película tan solo costó 2’3 millones de dólares y recaudó 5’5 en taquilla, que aunque no parezca demasiado, hay que considerar que contó con poca o nada de distribución, solo su participación y nominación a mejor película en el Festival de Sitges como promoción, y aún así dobló lo invertido. Además de cosechar buenas críticas y quedar como un título de culto.
Ese escueto presupuesto les obligaba a recortar gastos en el apartado de efectos especiales. No hay ni un solo trucaje digital, todos los efectos son artesanales, basándose en la elaboración de trajes (de hombre lobo) y en animatrónicos. De hecho, tuvieron que realizar las transformaciones mayormente fuera de plano.
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