Llegamos a la que, a mi modesto entender, es una de las joyas del género en este siglo, que ya no es solo que sea un título de culto contemporáneo sino que es una de las banderas de lo que ha terminado llamándose “terror elevado”, es decir, terror no solo con el objetivo de asustar sino de ejercer de metáfora de un mensaje más profundo, más sesudo, aunque personalmente opino que el cine de terror ya en sí lleva mucha más carga de mensaje de lo que la gente cree.
Un tipo de terror que fue rechazado por gran parte de los fans del género más puramente de sustos y de dar miedo sin mayor pretensión. Como por el ejemplo, el slasher. De hecho, incluso llegó a ser parodiada en un diálogo de “Scream 5”. Junto a otras que siguieron el ejemplo de “It follows”, como “Babadook”, las de Jordan Peele (“Déjame salir” y “Nosotros”) o las de Ari Aster (“La bruja” y “Hereditary”).
Sinceramente, me parece una polémica absurda. Es como si se tuviera que elegir entre una de estas dos modalidades de terror y no poder disfrutar de ambas. Como aquellos que se empeñan en elegir entre Marvel y DC, por ejemplo. Esos que tanto critican, acusan a esas películas de esnobismo, de considerar el terror más básico como algo inferior cuando no es así.
Es más, el director de esta cinta, David Robert Mitchell señalaba el cine de clásicos como George A. Romero o John Carpenter como sus referentes, y confesaba que su película de terror favorita era “Pesadilla en Elm Street”. Y es ahí donde iba, aunque no fuera tan evidente, tanto Romero, Carpenter, Wes Craven, junto con otros como David Cronenberg o Darío Argento, ya hacían bastante cine que se podría considerar hoy en día como terror elevado.
Un David Robert Mitchell que tan solo tenía una película previa y no precisamente de terror sino de comedia, “El mito de la adolescencia”, y que a día de hoy sólo tiene tres películas que ya hemos visto, en catorce años, incluyendo la que hoy comentamos y la lynchiana “Lo que esconde Silver Lake”. Aunque curiosamente, para 2025, se esperan dos películas suyas, una de ellas precisamente la secuela de esta, “They follows”.
En la que volverá a recuperar a la protagonista de la primera, Maika Monroe, una actriz que este mismo año ya ha destacado con una de las mejores películas de terror de 2024, “Longless”. El resto del reparto que le acompañaban en “It follows” era prácticamente desconocido, aunque terminó siendo un excelente casting de actores jóvenes.
Es que la película tuvo un presupuesto muy bajo, sólo dos millones de dólares, que se lograron reunir mediante la unión de tres modestas productoras, Animal Kingston, Northem Lights Films y Two Flints. Pero le salió bien la inversión porque recaudaron esa cifras multiplicada por diez, a pesar de ser inicialmente estrenada en sólo cuatro cines, lo que supuso el mejor promedio de taquilla de 2015. Además de recibir muy buenas críticas y ser aclamada en Cannes.
Lo que hizo que se pensaran una secuela inmediata, que no se dio y que finalmente sí lo hará el año que viene, aunque no ha trascendido si el enfoque será similar o más actualizado en nuestros tiempos pues han pasado diez años. Para la primera, el director se inspiró en unos sueños recurrentes propios que tenía de niño durante la época donde sus padres se divorciaron, y en los que aparecía una especie de entidad, como en la película.
La película tenía varios puntos de unión con películas que venían del cine japonés y que habían tenido sendos remakes, como “The ring” o “Pulse”, que mantenían la idea de las “maldiciones encadenadas”. En este caso transmitidas a través de las relaciones sexuales, lo que evidenciaba una metáfora sobre las enfermedades de transmisión sexual, como el sida.
Como tantas veces en el slasher, precisamente, el sexo era castigado. Es conocido que en ese subgénero, mantener relaciones sexuales es sinónimo de ser asesinado. Sin embargo, aquí el sexo es el medio para contraer la maldición pero también para liberarse de ella. Además, habla de la generación millenial y de varios problemas relacionados con los adolescentes, como el suicidio o las drogas.
Para aquellos que tanto critican esta película, hay incluso varios guiños a "La noche de Halloween" de John Carpenter. El nombre de la protagonista es Jay, diminutivo de Jamie, en homenaje de Jamie Lee Curtis. Y las calles donde vive, perfectamente podrían ser las de Haddonfield. Por cierto, el título de la película no aparece hasta el final, no antes.
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