martes, 8 de octubre de 2024

Escenas Míticas: Maldiciones encadenadas - The ring

 


   El estreno de “Smile 2”, a cargo del mismo director que nos sorprendió a todos hace un par de veranos, Parker Finn, con la que muchos calificaron como la película más terrorífica de 2024, nos da pie para hacer un repaso de estas películas cuyo hilo argumental es una maldición que pasa de unas personas a otras, como una especie de efecto contagio o de encadenamiento.




   Y vamos a comenzar con la que considero el mejor remake de una película de terror asiático, hasta el punto, y algunos me van a matar, que me parece que llega a superar a la original. Además de ser una de las películas con las que más miedo he pasado en una sala de cine. No solo yo, recuerdo que mi hermana se escurría tanto en la butaca que casi ni se la veía.



   “The ring” versionaba la película estrenada cuatro años antes y firmada por Hideo Nakata, “Ringu” que a su vez adaptaba la novela homónima, aunque estaba dividida en tres libros, de Koji Suzuki, el que estaba considerado el Stephen King japonés, por especializarse en el género de terror, más allá de que literariamente sus estilos no tengan absolutamente nada que ver.



   Aunque la novela, a su vez también, se basaba en un cuento popular japonés llamado “Bancho Sarayashiki”, que trataba sobre una criada que era maltratada y mutilada por el amo como castigo por romper uno de sus platos favoritos. Tras conseguir liberarse, escapó y se tiró al pozo, muriendo ahogada. Y la leyenda decía que cada noche podía oírse como su fantasma contaba los platos hasta llegar a nueve.



   No obstante, la novela de Suzuki y sus dos adaptaciones cinematográficas vinculan la historia a un tema muy recurrente en el terror japonés noventero, la tecnología, haciendo que una cinta de vídeo maldito vaya asesinando a quien la viera siete días después de hacerlo. De hecho, Ringu o Ring, hace referencia al sonido de una llamada telefónica que las víctimas reciben justo al terminar de verlo con una voz que tan solo decía: “Siete días”, algo que ha quedado para la cultura popular.



   Tras la cámara un director que procedía del mundo de la publicidad y los vídeos musicales, y que anteriormente solo había dirigido dos largometrajes, uno infantil, “Un ratoncito duro de roer” y la menospreciada “The mexican”. Aquí firma la que a día de hoy me sigue pareciendo su mejor trabajo, a pesar de que posteriormente triunfara mundialmente con la trilogía “Los piratas del Caribe” y ganara el Oscar por la película de animación “Rango”.



   Sin embargo, luego se la pegaría con “El llanero solitario” y la mucho más interesante de lo que se la reconoció, “La cura del bienestar”. Ocho años han pasado de esta última. Pero se espera que vuelva a estrenar película para 2025. Personalmente, le considero un buen director, una artesano todoterreno pero capaz de imprimir personalidad a sus películas, y me da que un tanto infravalorado.



   Para el papel principal se pensó en actrices como Kate Beckinsale, Gwyneth Paltrow o Jennifer Connelly, que posteriormente si participaría en otro remake de la película de terror japonesa, “Dark water”. Finalmente, fue para Naomi Watts que no era muy conocida por entonces pero a la que recomendaron tras verla en “Mulholland Drive”. A la que acompañaron Martin Henderson, el veterano Brian Cox y Daveigh Chace, aunque la versión malvada de Samara era encarnada por Kelly Stables.



   Hay varios guiños al cine japonés y a su cultura en general. Como los uniformes de colegialas del prólogo o el árbol de la pared, un arce japonés precisamente, cuyo fruto se llama Samara, el nombre de la niña maldita de la trama. Por cierto, la iluminación estaba planificada de forma que los actores no tuvieran sombra, lo que subliminalmente podía perturbar al espectador.



   Para promocionar previamente la película se repartieron copias del vídeo prohibido en eventos sociales, conciertos y demás. Incluso en los extras de las versiones domésticas en DVD, existía la posibilidad de ver el vídeo por separado de la película, el que los protagonistas ven. En un final alternativo de ella se podía ver la cinta en un videoclub.



   Verbinski tomó como referencias visuales varios títulos de Alfred Hitchcock, "La ventana indiscreta", Psicosis" y "La trama", pero creó su propia iconografía visual. Y abrió la veda de remakes del cine asiático de terror, como el mencionado de "Dark water", "Pulse", "El grito", "El ojo", . . . Tuvo buenas críticas y fue un éxito de taquilla, logrando 250 millones de dólares, habiendo invertido 48 en ella. Lo que posibilitó una secuela en 2005 a cargo del propio Hideo Nakata, aunque con menos éxito.

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