Es
el remake de una película belga, “Instinto maternal”, que es, en
realidad, el título original de esta película. Pero bueno, aquí
tenemos que cambiárselo no vaya a ser que alguien se
confunda de película. Una de esas que ya no se ven mucho, un
thriller cocido a fuego lento pero con una tensión gradualmente
creciente, muy al estilo Hitchcock, tanto en su manera de construir
la trama como en su ritmo. Gran parte del interés de la historia
radica en saber quien de las dos protagonistas es la mentalmente
perturbada. Si las sospechas de una son fundadas o solo una paranoia.
O si la otra realmente está actuando de modo premeditado. Esa
incertidumbre se mantiene bastante tiempo y eso me parece un acierto,
porque esa ambigüedad juega a favor de la intriga sobre una
resolución final que para el espectador es fácil de adivinar como
va a resolverse pero que tengo que reconocer que me ha sorprendido.
La película es más valiente de lo previsible. Aunque no hay que
esconder que el principal aliciente es ver a estas dos actrices
enfrentarse en la historia tanto como interpretativamente. No llega
a ser un protagonismo totalmente equilibrado porque es Jessica
Chastain quien lleva mayor peso en pantalla, pero es en su
interacción con Anne Hathaway donde la trama gana en interés. Ambas
están magníficas. 7.
Me
he llamado la atención que tenga tan malas críticas. A ver, no es la
mejor película de sus carreras pero me ha parecido lo
suficientemente entretenida como para aprobarla. El aliciente de
volver a ver a los protagonistas de “Ocean’s eleven” estaba ahí
y lo cierto es que se nota que estos dos son amigos porque demuestran
una enorme química en pantalla, que junto al derroche de carisma que
tienen entre ambos y su incuestionable presencia física, la dotan
del interés de una trama planteada como una buddy movie de libro. No
hay mucha sorpresa en ese aspecto porque pasa por todos los tópicos
de este subgénero y en cuanto a la historia es bastante predecible
más allá de un par de giros que hay por ahí. Sin embargo, la
sorpresa es que un tal Austin Abrams se cuela entre George Clooney y
Brad Pitt para darle el toque divertido definitivo. Bajo
la batuta de Jon Watts (la última trilogía de Spiderman) con una
dirección muy elegante, efectiva en las escenas de acción aunque
casi más centrado en las de comedia. Encomendándose a sus dos
estrellas, que se percibe que se lo están pasando bien y que ejercen
de unos personajes que, y lo digo desde la ignorancia, desconozco si
es un guiño al de Harvey Keitel en “Pulp Fiction”, porque es
exactamente el mismo trabajo y el título haría referencia al nombre
como le llamaban en aquella película de Tarantino. No es a la única
película que me ha recordado, es una especie de “Jo, que noche”
pero de matones. Lo dicho, entretenida y divertida sin mayor
pretensión. 6’5.
Chicas
jóvenes en lugar inhóspito rodeadas de hombres. Sabes que algo les
va a pasar y no muy bueno, lo cual de por si ya nos debería hacer
reflexionar. ¿Porqué debería pasarles nada? Pero la cuestión es
que esto es cine y si unas mochileras se ponen a trabajar de
camareras en un bar de un pueblo de mala muerte de Australia, donde
la clientela mayoritaria es de hombres que va allí a beber, pues te
puede dar para la premisa típica de uno, u ambos, subgéneros del
terror, el folk horror y el rape and revenge. Más cuando el lugar es
la máxima representación de la masculinidad tóxica. Pero no va por
el camino del terror aunque si hay una tensión creciente en la que
temes que antes o después van a ser víctimas de algún abuso. Sin
embargo, las agresiones son más cotidianas de lo habitual en una
película. Incluso para que las otras mujeres del lugar, muy escasas,
no las vean como tales. Es más ver como son tratadas por ese grupo de
hombres en general y en algunos en particular. En esto es importante
la diferencia en la actitud de estas dos chicas con las camareras
anteriores a las que vienen a sustituir porque esta es una de las
cuestiones, porque al no ser tan “complacientes” con ellos, esto
empieza a suponer un problema. Comienzan a verse como presas
vulnerables. Y es sobre lo que nos quieren hacer pensar. Las
interpretaciones de las dos actrices protagonistas son vitales, la de
Jessica Henwick y, sobre todo, Julia Garner. Quizá el final es un
tanto precipitado pero hay que entenderlo como una metáfora. 6.
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