Es la segunda oportunidad que le doy a esta película, pues no me convenció demasiado en la primera aunque creo que tenía más que ver en que antes no me hacía mucha gracia el género musical y me decepcionó que esta historia fuera llevada al cine precisamente en ese formato. Las cosas han cambiado y he aprendido a apreciar los musicales, hasta el punto que mi opinión sobre esta película ha cambiado radicalmente.
De hecho, me parece la última película buena de verdad de Tim Burton hasta que ha llegado “Bitelchus, Bitelchus” para recuperar la mejor versión de un cineasta que se había perdido entre encargos de Alicias y Dumbos especializándose como adaptador de cuentos infantiles en lugar de para adultos, como eran “Sleepy Hollow” y también esta “Sweeney Todd”.
Un personaje que pertenece tanto a la cultura popular que todo el mundo da por hecho que fue real y, por lo tanto, que la película está basada, o al menos inspirada, en una historia verdadera. Cuando lo único cierto es que no hay constancia oficial, ni documental ni periodística, de que existiera alguna vez un tal Sweeney Todd.
Es más, su nombre surge en unos folletines de ficción bastante conocidos, Penny Dreadful (si, como la serie), muy habitualmente con historias de terror en sus páginas. Bien es cierto que los creadores de estos relatos a menudo se inspiraban en la crónica negra, en las noticias de crímenes de los periódicos. De tal manera que ya no se sabe si fue antes el huevo o la gallina pero la historia de Sweeney Todd se hizo tan popular que se dio por real.
La de un barbero que aprovechaba el momento de recortarles la barba a sus clientes para recortarles también la garganta y convertirles en sus víctimas con el objetivo de robarles sus pertenencias. Leyenda que se juntó con la de una panadera que elaboraba sus pasteles con carne humana, la Señora Lovett, de modo que las historietas de Penny Dreadful no tardaron en colocarlos como cómplices de una serie de macabros asesinatos en el Londres que posteriormente sería terreno de caza para Jack el Destripador.
Esto adquirió su máxima difusión cuando el escritor Thomas Prest Peckett le incluyó en su novela “The strings of pearls”. Aunque lo que tomó como referencia Tim Burton para su adaptación cinematográfica fue la obra teatral musical “Sweeney Todd, el barbero diabólico de la calle Fleet”. Un Tim Burton que odiaba los musicales pero que quedó fascinado por el de Stephen Sontheim.
El cual terminó ocupándose de la banda sonora y de las canciones de la película. Era la segunda vez que no lo hacía Danny Elfman, autor prácticamente de todos los músicas de la filmografía de Tim Burton. Porque el cineasta californiano pretendía hacer un musical casi puro, con más canciones que diálogos, contando la historia a través de ellas, y para eso necesitaba al autor del musical original.
Aunque inicialmente iba a dirigirla Sam Mendes con Russell Crowe como protagonista. Cuando pasó a Tim Burton eligió a sus actores fetiches, Johnny Depp (sexta colaboración, y todavía quedaban), y Helena Bonham Carter (cuarta colaboración, y también quedaban). Ambos tuvieron que tomar clases de canto pues nunca se habían probado como cantantes. De lo cual salen bastante airosos, por cierto.
Ella, que si en “Big Fish” decíamos que rodó la película esperando su primer hijo con Tim Burton, aquí lo hace esperando el segundo de ambos. Y se reencontró en el reparto con dos actores con los que recientemente había trabajado en “Harry Potter y el cáliz del fuego”, Alan Rickman y Timothy Spall. Completaban el elenco Sacha Baron Cohen, Jamie Campbell Bower y una Jayne Wisener que se quedó con el personaje de Johanna, por el que pugnaron Jessica Alba, Bryce Dallas Howard, Leelee Sobieski, Emmy Rossum e incluso Anne Hathaway.
No es mi mucho menos la única adaptación de la leyenda de Sweeney Todd. Existen tres versiones cinematográficas anteriores y otras tres para televisión pero indudablemente esta es la más conocida y exitosa. Ganó tres Globos de Oro (película, director, actor principal) y un Oscar (dirección artística). Además, tuvo muy buenas críticas y funcionó en taquilla, consiguiendo 150 millones de dólares, habiendo invertido 50.
Personalmente, esta segunda vez me ha parecido todo lo contrario que la primera, me ha encantado a pesar de tener tanta parte musical, en la que creo que es la película más para adultos de toda la filmografía del director, con abundante violencia explícita, algo de gore y ambientación, como no, de terror gótico.
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