martes, 15 de octubre de 2024

Escenas Míticas: Maldiciones encadenadas - Smile

 


   Esta semana se estrena la secuela, “Smile 2”, cambiando prácticamente la totalidad del reparto, quien haya visto esta ya entenderá porque, pero con el mismo director, Parker Finn, que vuelve a ponerse tras la cámara y también, de nuevo, tras las líneas del guion, lo que da más garantía de que esta segunda parte pueda ser también interesante, porque uno de los aciertos de la primera fue precisamente su puesta en escena.




   Porque esta “Smile” fue calificada como la película más terrorífica de 2022, y es algo con lo que, sin que sirva de precedente, estoy de acuerdo. Por lo tanto, tuvo muy buenas críticas y además fue un absoluto éxito de taquilla, lo cual provocó que inevitablemente se pusiera en marcha una secuela. Porque fue un excelente negocio. Costó 17 millones de dólares y recaudó 213 en salas, ahí es nada.



   Y eso que curiosamente inicialmente iba directa plataformas, concretamente a través de Paramount+. Fueron las buenas reacciones del público en varios pases de prueba, lo que se conoce como “test screen”, lo que convenció a los productores de estrenarla en cines. Evidentemente, ese debate no ha existido con “Smile 2”.



   “Smile” suponía el debut en el largometraje de Parker Finn, que hasta la fecha tan solo había dirigido dos cortos. El segundo de ellos, “Laura hasn’t step” (Laura no ha dormido) sirve como base (o inicio) para “Smile”, en él se inspira. Precisamente, la protagonista del corto, Cailin Stasey, sale en la película en un rol parecido, es la primera víctima que vemos.



   A la cual acompañaba un reparto exento de estrellas, cuyos integrantes eran más habituales de la televisión que del cine y ni siquiera como protagonistas. Como los casos de Sosie Bacon (“Por trece razones”), Jessie T. Usher (“The Boys”) o Kal Penny (“House”). El único de los principales que no lo hace, Kyle Hallner, es precisamente el que repite en la secuela.



   La película encaja perfectamente en este tipo de historias sobre maldiciones encadenadas. En este caso, se contagia cuando alguien presencia a una persona con una extraña sonrisa diabólica previamente a su suicidio. A partir de ahí, la maldición pasa a él. La idea partía de la premisa de que las personas que sonríen durante mucho tiempo de forma continua resultan espeluznantes. Por cierto, los efectos para reproducirlas son mayormente artesanales, a pesar de que se manejó la idea de retocar las imágenes digitalmente.



   De todos modos, más allá de la premisa inicial, la película tiene un subtexto más profundo. Primero sobre los enfermos mentales, sobre todo aquellos que tienen alucinaciones pero que para ellos son muy reales. Una de las teorías que maneja la película durante parte de la historia, la explicación psicológica, que de no ser por el final, podría ser perfectamente plausible. De hecho, uno de los mensajes es que el trauma y el dolor por este son capaces de por sí de destruir a alguien, sin necesidad de la colaboración de ningún efecto paranormal.



   Contó con una campaña muy efectiva, qué consistía en mandar a actores a diversos actos públicos, como partidos de béisbol, y permanecer todo el tiempo sonriendo como en la película, lo que hacía que las cámaras se fijaran en ellos, por el efecto que producían en los que tenían alrededor. 



 La película encantó a Stephen King, lo cual no es tan fácil que se produzca. No sabemos si tiene que ver que tenga un desenlace similar al de una película que adaptaba una novela suya, "1408". Según Parker Finn, se inspira en películas como “La semilla del diablo” o “La escalera de Jacob”.



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