Entra por los pelos en la temática porque, sin duda, no son los personajes para nada el prototipo de superhéroes pero como este ciclo estamos dedicando a las películas de adolescentes con poderes y éstos, de alguna manera, los tienen; y además, también poniendo el foco en todo lo que se salga, con alguna excepción, del perfil de superhéroe Marvel o DC, pues viene al pelo este simpático título.
De hecho, a punto estuve de incluirlo en el ciclo que dediqué en su momento a las adaptaciones de videojuego pues, en mi ignorancia, en un principio estaba convencido de que esta película lo era. Y es que tiene una poderosa estética de videojuego. Y su argumento, en el que el protagonista debe enfrentarse a los siete exnovios de su chica, lo favorecían. Es más, parece que va pasando fases o pantallas de un videojuego.
Pero no es el caso, si el de ser una adaptación pero de la saga de novelas gráficas llamada “Scott Pilgrim” a secas, escrita por Bryan Lee O'Malley. Tras la publicación del primer volumen, el director, Edgar Wright le propuso hacer la adaptación pero no fue hasta varios años después cuándo comenzó el rodaje.
Su estreno se hizo coincidir con la celebración de la Convención Internacional de Cómics de San Diego en su edición de 2010, la que popularmente se conoce como la ComicCom. Y así se aprovechó para publicitarla masivamente y estrenarla bajo una cobertura muy amplia de distribución. Pero las cosas no salieron como esperaban porque a pesar de las muy positivas críticas fue un gran fracaso de taquilla.
El presupuesto fue nada menos que de 85 millones dólares, aunque descontando una serie de cotas de impuestos, se quedaba en 60. Pero es que tan solo recaudó algo menos de 50. Inexplicable porque el público después demostró gran cariño por ella en el mercado doméstico de vídeo, y su salida en Blu-ray y fue lider en su puesta a la venta en Amazon. Estas paradojas elevaron al film a la categoría de título de culto.
Edgar Wright venía con el cartel de especialista en comedias de acción con ejemplos como la famosa “Zombis party” y “Arma fatal”. Tras “Scott Pilgrim” volvería por esa camino con “Bienvenidos al fin del mundo”. Después vendría su cinta más aclamada y que verdaderamente es su mayor éxito de taquilla hasta la fecha, “Baby driver”.
No
contó esta vez con su actor fetiche, Simon Pegg. Y si con todo un habitual de
las comedias alocadas como “Año cero”, “Juerga hasta el fin” o “Supersalidos”, Michael Cena.
Aunque para mí su mejor película es, sin duda, “Juno”. Pero estaba acompañado
por una legión de caras conocidas, algunos prácticamente cameos, como Alison
Pill, Ellen Wong, Kieran Culkin, Jason Schwartzman, Anna Kendrick, Brie Larson,
Brandon Routh, Aubrey Plaza, Chris Evans o Thomas Jane.
No, no me he olvidado de Mary Elizabeth Winstead sino que quiero dedicarle su propio apartado porque la considero la verdadera protagonista. Está fantástica como Ramona Flowers. Tan solo tres años antes había trabajado con Quentin Tarantino en “Death proof”. Pero es una actriz que está siendo desaprovechada, aunque hayamos podido verla en películas de cierta fama, como las partes 4 y 5 de “La jungla de cristal”, la precuela de “La cosa”, “Calle Cloverfield 10” o la reciente “Aves de presa”. La mayoría interpretando a un personaje secundario. Y creo que merece más.
La cantidad de diferencias respecto al cómic es considerable pero mantiene gran parte de la trama original y sobre todo la esencia. Había un final alternativo con el protagonista terminando junto a Knives (Ellen Wong) pero se descartó porque era absurdo que Scott se hubiera enfrentado a todos los ex de Ramona y luego no terminara con ella. El resultado fue una película divertidísima, muy original y visualmente impresionante.
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