Si es joven pero más que héroe debería
considerársele un villano. Pero encaja en cuanto a qué es una versión
alternativa de lo que podría haber sido la infancia de Superman si su
comportamiento e intenciones no hubieran sido tan altruistas como las que tenía
Clark Kent cuándo fue consciente de las capacidades sobrenaturales que
atesoraba.
“Un gran poder conlleva una gran
responsabilidad” le decían a Peter Parker cuando ya se estaba convirtiendo en
Spider-Man. El mundo del cómic siempre ha mostrado a los superhéroes como
personas especiales que ponían sus extraordinarios poderes al servicio de la
humanidad, incluso cuando ellos han sido discriminados por la sociedad que
protegen.
Pero ¿Y si uno de esos superhéroes totales fuera un completo psicópata?
¿Y si fuera el más poderoso de ellos, uno de los más icónicos (si no el que
más), de la historia del cómic? Porque no se le menciona pero las referencias y
paralelismos con Superman no solo son evidentes, es que ni siquiera se empeñan
en disimularlas. Muy al contrario, se esfuerzan en que reconozcan al personaje.
El protagonista llega de la misma manera, en
una cápsula que ha ejercido de nave. La variante es que ésta le somete a su
influencia, parece controlar sus impulsos e infundada un comportamiento maligno.
Pero también es cierto que la película nos muestra un chico inestable, agresivo, con inclinación a la violencia y dejándonos claro que el aspecto psicológico
también juega sus bazas.
Hay más detalles que nos indican que es la
versión diabólica de Superman. Lo más evidente son sus poderes. Los tiene
todos; capacidad para volar, fuerza ilimitada, rayos por los ojos,
indestructibilidad y para rematarlo todo, el niño de utilizar una capa roja
(aunque sea una especie de manta). Pero también hay otros ajenos y que son
detalles a tomar en cuenta como el hecho de ser una máscara, guiño quizá al
slasher.
Otro es el propio título, el original,
“Brighturn”, en este caso es el nombre del pueblo ficticio dónde se desarrolla
la historia. Pero su traducción literal es “quemado por la luz”, un término
utilizado en fotografía para determinar a las imágenes veladas por la
sobreexposición. Aquí tiene una connotación negativa. Es decir, la luz alude a
los poderes como dones y esa sobreexposición a ellos, deteriora al portador de
ellos.
La contraposición al héroe clásico ya se ha
tratado en “Watchmen” o la serie “The boys”. Pero fue “Chronicle” quién iba más
allá transformando al héroe en un monstruo. Eso la acercaba el terreno del
terror, qué es lo que es “El hijo”, una película de serie B de terror, con
sorprendentes escenas muy sangrientas, incluso gore, que le valieron la
calificación R.
En el reparto solo destacaba Elizabeth Banks
como la madre adoptiva, figura tan importante en la vida del Superman clásico.
Y por supuesto, Jackson A. Dunn, cuyo semblante llega a dar escalofríos. Michael Rooker realiza un cameo en los créditos finales. Al
mando un David Yarovesky, que solo contaba como experiencia una película
desconocida, “The hive”, un par de cortos y un vídeo musical sobre “Guardianes
de la galaxia” junto al director de esa película, James Gunn, que aquí se ocupa
de la producción. Hay que recordar que Gunn ya tenía una aproximación al género
de terror en su filmografía “La plaga”.
Las críticas más bien fueron mixtas, y en
general no la apoyaron mucho. Pero en taquilla fue un buen negocio. Costó tan
solo 6 millones de dólares (quién lo diría con unos efectos especiales tan
dignos) y recaudó 33 por lo que una secuela, la cual ya se deja preparada en los
créditos, es más que posible.
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