Decía Woody Allen en su maravillosa película
“Misterioso asesinato en Manhattan” que “un cadáver en un ascensor era el
colmo de un neurótico”. Pues que pasaría si cambiáramos el ascensor por un
lugar incluso más reducido como una cabina telefónica y el cadáver podrías ser
tú en caso de salir de ella. Claustrofobia y muerte, dos sensaciones nada
agradables con las que juega esta película.
La idea se le ocurrió a Larry Cohen, un
guionista que iniciaba su carrera allá por los setenta y que le propuso nada
menos que a Alfred Hitchcock, que estaba al final de la suya, un argumento que
se desarrollara en el interior de una cabina. Algo qué gustó al maestro del
suspense, que veía adecuado para un capítulo de la serie que presentaba pero no
para un largometraje por no poder justificar que alguien permaneciera tanto
tiempo dentro.
La propuesta no prosperó pero a Cohen no se
le fue de la cabeza y ya por los noventa, con otra gama de argumentos posibles,
se le ocurrió la posibilidad de vincular la obligación de estar en una cabina a
la amenaza de un francotirador.
Sin embargo, los españoles Antonio Mercero y
José Luis Garci ya idearon una historia en la que José Luis López Vázquez se
quedaba encerrado en una cabina telefónica. Un mediometraje asfixiante a más no
poder que daba lugar a varias interpretaciones, la política entre ellas. Una
auténtica obra maestra de la televisión, incomprendida en su momento.
El caso es que Cohen dio con un director que
se interesó en su proposición, Joel Schumacher. Un director de filmografía
tremendamente irregular, que alterna muy buenos e interesantes títulos con
auténticos fiascos. Entre lo más criticable su aportación a la saga Batman
cuando le tocó suceder a Tim Burton.
Las diferencias creativas y los resultados de
“Batman vuelve” determinaron la salida de Burton. Schumacher le dio otro aire a
la saga, un tono más comiquero y mucha más acción. Eso en principio no estaba mal,
pero muchas cosas fallaron, algunas de lo más burdo, cómo colocarle pezones al
traje de Batman, y tanto “Batman forever” como especialmente “Batman y Robin”
se cuentan como lo peor del hombre murciélago en el cine.
Pero hay que reconocerle a Joel Schumacher
que ha dejado muy buenas películas, algunas incluso de culto, como “Jóvenes ocultos”. Personalmente, de su
filmografía, me gustan “Línea mortal”, “Un día de furia”, “Asesinato en 8 mm” y
esta “Última llamada”.
Al frente del reparto, Colin farrell, con el
que Schumacher había trabajado antes en “Tigerland”. El siempre eficaz Forest
Whitaker, Radha Mitchell (“Pitch black”) y Katie Holmes (“Batman begins”). Pero
lo mejor es Kieffer Sutherland, con quien el director también había colaborado
en “Línea mortal”, o más bien su voz, pues aparece solo un minuto al final. Su
doblador en España también se lució, realmente imponente.
Tuvo en general buenas críticas, destacando
la intensidad y el pulso tras la cámara de Joel Schumacher en una película de
acción real y con un mensaje social y moral. Tan solo costó 13 millones de
dólares y reacaudó casi 100 de taquilla, por lo que fue un absoluto éxito.
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