Difícilmente puede haber algo más
claustrofóbico que despertar en el interior de un ataúd y encima que esté
enterrado a varios metros bajo tierra. Pues a los que se han sentido agobiados
en el confinamiento, que recuerden como lo pasó Ryan Reynolds durante los
noventa minutos de tiempo real de esta película.
A su director, Rodrigo Cortés, no le dolían
prendas en reconocer que se inspiraba en el cine del maestro del suspense,
Alfred Hitchcock. Aunque la película tiene más que ver con el estilo de la
serie de relatos que éste presentaba. Pero cuidado, la idea no es ni mucho
menos nueva. Ya hemos visto varias veces a un personaje atrapado en una caja
bajo tierra.
De hecho, en la película para televisión, “Enterrado
vivo”, de 1990, con Tim Matheson, muy asiduo del medio, y Jennifer Jason Leigh,
bajo la dirección de Frank Darabont (“Cadena perpetua”, “La milla verde”),
tenía un planteamiento parecido. Aunque en ese caso la cuestión era haber dado
por muerto al protagonista, el cual había sido envenenado.
Y también Tarantino nos trajo una escena en
la que Uma Thurman escapaba de un entierro prematuro y forzado mientras aún
respiraba. Pero es en esta “Enterrado” donde quizá se acierta más con la
agobiante sensación de claustrofobia, pues en ella no llega siquiera a verse el
exterior en ningún momento. Toda la película se desarrolla en el interior de
ese diminuto escenario.
Y hay que darle el justo mérito al director
español Rodrigo Cortés, que en su segunda película presentaba sus credenciales
también al público americano pues es una producción hispano-estadounidense y
apuntaba muy alto por el talento en la dirección desplegado aquí.
Lamentablemente, esas predicciones no se han confirmado.
Pues tres películas en los últimos diez años
tampoco es que sea un gran bagaje. La siguiente, tras ésta, fue una también muy
interesante, “Luces rojas”, quizá no muy justamente tratada por el público.
Pero después realizó “Blackwood”, que aunque entretenida y original, bajaba
bastante el nivel.
Sin duda, "Enterrado” es su mejor película,
por tanto. Si alabábamos a Danny Boyle por hacer entretenida una con un solo
personaje y un solo escenario en “127 horas”, pero seamos claros, ésto no es
estrictamente verdad. Boyle hace sus trampas y usa varios trucos para salirse
de ahí. Sin embargo, Cortés no, es totalmente fiel a la propuesta, y también
hace muy dinámico el film a pesar de ello.
Pero Cortés, obligatoriamente, debía
apoyarlo todo en un actor capaz de enfrentarse a una interpretación de sobrada
dificultad. Sorprende que la elección fuera Ryan Reynolds, más emparentado con
la comedia y no muy bien considerado en cuanto a talento. Sin embargo, aquí se
marcó un sonoro “Perfect!!”. Acompañándole, aunque solo con sus voces también
estaban Steven Tobolowsky, Samantha Mathis (tan solo sale unos segundos) y Erik
Palladino.
La película tuvo excelentes críticas. Estuvo
nominada a diez Goyas, de los cuales consiguió los de mejor guion, montaje y
sonido. Lo de no llevarse el de director aún hoy sigo sin entenderlo. Tan solo
costó tres millones de dólares y recaudó 19 en taquilla. Y el nombre de Rodrigo
Cortés empezó a sonar en Hollywood.
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