En 2005, seis años después de “Terminator 3,
la rebelión de las máquinas” llegó la cuarta película de la saga.
Lo que supondría el cambio más radical en cuanto a estética y propuesta, con
respeto a las tres anteriores películas. Porque tres fueron las que hicieron
falta para llegar al esperado momento en que el mundo iba a cambiar por completo,
en el que Skynet iba a tomar el control y barrer a nuestra especie del planeta.
Y se pensó que serían necesarias otras tres
para narrar la guerra con las maquinas, de tal manera que habría una trilogía
antes del apocalipsis y otra durante y después. No fue así, porque esa idea no cundió
y fue ésta la única película situada temporalmente tras el ataque de Skynet. Una
pena porque personalmente consideraba muy interesante esta línea argumental.
Porque seamos claros, muchos nos hicimos ilusiones
y creímos que la tercera parte ya podríamos meternos en faena de lo que habían
advertido las dos primeras. Pero tampoco fue así, y nos dejaron con la miel en
los labios. Aquí, por fin, podrían situarnos en un escenario apocalíptico,
sin ciudades, sin persecuciones callejeras, por ausencia de éstas, sino en un
mundo desolado y desértico, con los robots a la caza de los humanos.
De hecho, la ambientación recuerda a la de la
saga de “Mad Max”, especialmente a su tercera parte. Y éste fue uno de los principales
empeños del director, McG, ofrecer una idea post apocalíptica y distópica que
no se había visto hasta el momento en sus predecesoras y así evitar el problema
que tuvo la tercera parte, el ser comparada con las dos películas de James
Cameron.
McG es la abreviatura del apellido de Joseph
McGrinty Nichol, quien venía de firmar dos películas de la adaptación de la
famosa serie “Los Ángeles de Charlie”, que no tuvieron mucho éxito de crítica,
de hecho, ninguno, pero sí de público, lo que convenció a los productores de su
contratación. Sin embargo, tras “Terminator Salvation”, no ha tenido demasiado trabajo,
interviniendo más en el formato televisivo, en varias series, como “Arma letal”
o “Cazadores de sombras”.
Sus aportaciones a la gran pantalla han sido
en forma de películas de bajo presupuesto y tono mas de comedia, que es donde más
cómodo se muestra este director, como en la divertidísima “The babysitter” o
“Campamento alienígena”. Su concurso en la saga de “Terminator” se saldó con críticas
mixtas, pero mejores que “Terminator 3” y 370 millones de dólares en taquilla para
los 200 invertidos.
Hasta tres veces llegó a rechazar el papel
Christian Bale. El propio actor contaba en su entrevista que finalmente lo
aceptó cuanto todo el mundo le daba la razón en rechazarlo porque no había una
buena historia, lo cual Bale tomó como un reto. Aunque podría ser que, la participación
en el borrador inicial del guion de Jonathan Nolan, coguionista de “El caballero
oscuro”, en la cual Bale acababa de trabajar, le alentaría. Finalmente, Nolan
dejó el proyecto y ni siquiera fue acreditado, aunque dejo la base de la
historia.
Le acompañaron en el reparto Sam Worthington
(que hasta ese 2009 no había destacado pero que ese mismo año también estrenaría
“Avatar” en cuyas secuelas se encuentra inmerso ahora), Anton Yelchin, Bryce
Dallas Howard, Moon Bloodgood (probablemente el nombre con mas oes que exista),
el veterano Michael Ironside (“V”) y Helena Bonham Carter (como voz y breve
imagen de Skynet - Serena), que sustituyó a Tilda Swinton. Josh Brolin rechazó
papel del híbrido entre humano y androide.
Es la única película de la saga en la que no
aparece Arnold Schwarzenegger en persona. Aunque si lo hace recreado por medio de
digitalización, como el T-800 original. Por cierto, su creador, Stan Winston,
participó también en esta película, pero murió durante la post producción, por
lo que se le hizo una dedicatoria al final de la película. Antes había confesado la influencia
del escultor H.R. Giger ("Alien”) en la creación de las máquinas.
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