Me parece una de las películas más interesantes de Michael Bay, director que no pierdo oportunidad de defender, como sucesor de otro al que se le criticaba por exactamente los mismos detalles, el ser muy efectista y abusar de un montaje muy vídeoclipero, Tony Scott. Pero es que personalmente tanto con las películas de Scott como de Bay me lo paso muy bien. Y en ese sentido ésta es una de las más divertidas.
Michael Bay venía de cosechar sendos éxitos comerciales con las dos primeras entregas de “Dos policías rebeldes” (la segunda no tanto), “La roca”, “Armageddon” y “Pearl Harbour”. Después de “La isla” se enfrascaría en su provechosa saga de “Transformers”, entre cuyas secuelas metió películas tan interesantes como “Dolor y dinero” y “13 horas, los soldados secretos de Bengasi”.
Aunque
curiosamente “La isla” no tuvo la respuesta esperada por parte
del público. De hecho, en Estados Unidos fue un fracaso de taquilla.
La salvó sus resultados en el resto del mundo, que elevaron su
recaudación hasta los 166 millones de dólares, habiendo invertido
126 en ella. Así que, por los pelos. Sin embargo, la crítica no la
trató mal, habiendo mezcla de opiniones pero prevaleciendo las
positivas.
Bay
volvió a tocar la ciencia ficción pero esta vez a modo de distopía,
introduciéndonos en unas futuristas instalaciones, a pesar de estar
la historia encuadrada en 2020 (se estrenó en 2005), donde residían
unos habitantes que desconocían que eran clones de otras personas
del mundo exterior y que su verdadero destino era ser “donantes”
de órganos para sus originales.
Una
especie de variante de “Nunca me abandones” pero con mucha acción. No, no copió de ella
porque la película se estrenó cinco años después, en 2010, y la
novela en que se basaba, de Kuzuo Ishiguro, se publicó precisamente
en 2005. Sin embargo, si tuvo una demanda de plagio por parte de los
responsables de una película de serie B de 1978, “Traficantes de
cuerpos” (también conocida como “Desechos humanos”), con la que
es verdad que compartían numerosos elementos argumentales. La cosa
se resolvió con un acuerdo económico.
Pero
también es verdad que temáticamente la película tenía más ecos de
otros títulos como “La fuga de Logan”, “THX1138” o
“Fahrenheit 451”, y en última instancia “1984”, en cuanto a
tratar el tema del libre albedrío y el de utilizar a las personas
como mercancía.
El
reparto tenía un buen puñado de nombres conocidos, además de que
entre principales y secundarios, Bay volvió a utilizar a varios de
películas anteriores, hasta cuatro de ellos de "Armageddon". Pero los protagonistas eran Ewan
McGregor y Scarlett Johansson, acompañados por Sean Bean (si, muere),
Djimon Hounsou, Steve Buscemi o Michael Clarke Duncan.
Una
Scarlett Johansson que por entonces apenas tenía un par de películas
en las que realmente era reconocida pero ya era una estrella. De
hecho, el spot publicitario que ponen en la película, en la que sale
ella, es real. La anécdota también la marcó ella cuando se negó a
llevar la ropa interior en la escena de sexo, queriendo aparecer
desnuda. Fue Michael Bay quien la convenció de que no lo hiciera,
pensando en la calificación por edades de PG-13.
Michael Bay acostumbra a trasladar situaciones que ve en la vida real a sus películas, claro, de una forma más espectacular. Por ejemplo, la secuencia de la ruedas de tren, se basa en una ocasión en la que el propio director adelantó a un camión repleto de enormes neumáticos y se imaginó lo peligroso que podría ser que empezaran a caerse por la carretera. En "Dos policías rebeldes 2" hay una parecida también.
El no éxito de la película se pudo deber a varios factores. Muchos lo atribuyen a que era la primera película de la filmografía de Bay que no estaba producida por Jerry Bruckheimer, con el que es curioso pero no volvió a trabajar. Pero personalmente creo que quizá se estrenó en un mal momento, compitiendo con "Charlie y la fábrica de chocolate", una película para un público más amplio y con el tirón de Tim Burton.
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