La idea original era muy interesante, tomar como protagonista al que se supone era el villano de la primera película, “Karate kid” y tratarlo como un juguete roto que se ha convertido en perdedor. Además, la primera temporada hablaba del bullying, de la redención, de la amistad y de la familia, y de forma muy efectiva. Pero a medida que iban añadiendo temporadas se convertía más descaradamente en una exploitation, en una apuesta total por la nostalgia. La serie es puro fan service y tampoco es que lo esconda. Al contrario, hace de ello su bandera. La saga contaba con cinco películas, entre secuelas y reboots (por cierto, ahora hay uno en camino y que se estrenará en breve), han traído literalmente a todo el mundo para que retomara sus personajes, ya sea de forma recurrente, como en los casos de Martin Kove, Thomas Ian Griffith o Yuji Okumoto. O como simples cameos, como la mismísima Elizabeth Shue. La única que se negó a aparecer fue Hilary Swank. Aunque el alma de la serie es la relación entre el Ralph Macchio (LaRusso) y y William Zabka (Lawrence), rodeados por un maravilloso casting de jóvenes.
Pero tampoco nos engañemos, no tiene una gran calidad. El guion está al servicio de la diversión, y cambia de dirección cincuenta veces. Todo vale con tal de proporcionar entretenimiento. Da igual porque la serie es una fiesta que se hace muy adictiva, con un final bastante digno y disfrutable, con continuos ecos, no disimulados, a “Rocky”. De todas formas, “Karate kid” ya lo era, hasta tenía el mismo director, John G. Avildsen. Tampoco es que la serie se tome muy en serio a sí misma, de ahí el tono de comedia que no tenían las películas. En cierto sentido es un tanto autoparódica. Además, se nota que el reparto se lo está pasando bien y eso se contagia al espectador. En mi caso, me la he pasado bomba.
KARATE SIN KARATECAS
Al igual que en las películas, los actores no saben más artes marciales que los aprendidos como coreografías para las escenas. Se nota y mucho. Aunque a medida que han ido avanzando las temporadas han mejorado el nivel. Pero cuando han cogido a alguien que sí sabe, como la espectacular Rayna Vallandingham, que los da sopa con onda a todos, la diferencia es asombrosa. Aunque eso es una mera anécdota.
TEORÍAS LOCAS
Algunos se apuntaron a la oportunista teoría de que el verdadero villano de la historia siempre había sido Daniel LaRusso y Johnny Lawrence su víctima. Cuidado con decir estas tonterías porque hay muchos chicos y chicas sufriendo bullying y leer eso no puede ser muy agradable. LaRusso recibió palizas de un grupo de malotes. Punto. No era el villano. Aprendió artes marciales para defenderse de los abusos, no para amargarle la vida a nadie. Un poquito más de seriedad con este tema.
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