Aunque
la incluya como una variante del subgénero de posesiones, y
explicaré por qué, su director, James Wan la consideraba una
variante del subgénero de casas encantadas. De hecho, en palabras
del propio cineasta, pretendía hacer la “Poltergeist” del siglo
XXI. Es más, cuando en 2015 se realizó el remake de la
película de Tobe Hopper en los ochenta, manifestó que el remake ya
lo había hecho él cinco años antes.
Sin
embargo, ni Wan ni un servidor tendríamos razón. Es verdad que hay
una serie de entidades intentando habitar el cuerpo de Dalton, el
hijo del matrimonio, pero es precisamente eso lo que quieren, no
poseer su alma, sino disponer de un recipiente para volver a moverse
como humanos. Pero tampoco es una historia de casas encantadas porque
ni siquiera se desarrolla en una sola casa. Y ninguna de ellas
está encantada.
La
variante radica en un tema muy poco explotado en el cine de terror
como es el viaje astral. Lo que explica porque el título barajeado
originalmente estaba entre “The further”(lo que en este contexto
vendría a ser “el más allá”) y “The astral”. No obstante,
la película está basada en un puñado de historietas de fantasmas que tanto James Wan con su coguionista, Leigh Whannell conocían de
su infancia.
Ambos
estuvieron de acuerdo en alejarse lo más posible de los tópicos más
habituales de esta clase de películas. Para lo cual elaboraron una
lista de clichés a evitar. Un ejemplo muy claro es que la
familia protagonista se mudó de casa, algo que nunca ocurre en
películas de “casas encantadas”. La sociedad Wan-Whannell viene
ya desde la primera película de ambos, “Saw”. Por su parte, Leigh
Whannell ha hecho sus pinitos en la dirección. Por ejemplo, con el tercer capítulo de “Insidious”, la muy interesante “Upgrade” o la
nueva versión de “El hombre invisible”.
Pero
hablemos de James Wan, creador de tres de las sagas de terror más
prolíficas de las dos últimas décadas, como son “Saw”, “Insidious”
y “Expediente Warren “, que para colmo cuenta con numerosos
spin-offs como “Anabelle”, o “La monja”. Muchos me habrán
leído alabar el trabajo del director malasio pero criticar la
tendencia del cine actual comercial o el abuso del recurso de los
sustos.
La diferencia es que Wan, a parte de ser un buen narrador de historias
de terror, es un excelente constructor de secuencias de suspense. Wan
no se limita a diseminar sustos utilizando el muy barato truco de
subir el volumen, sino que construye toda una secuencia alrededor que
culmina en un climax en forma de susto. Y es una gran diferencia.
Para
el papel protagonista masculino se pensó en Ethan Hawke, que lo
rechazó, sin embargo, dos años después estrenaría una de las
películas más terroríficas que yo haya visto, “Sinister”, con
un rol similar. Finalmente fue para Patrick Wilson. A quien
acompañarían Rose Byrne, Lin Shaye (personaje que claramente
homenajea a la médium de “Poltergeist” y que en menor o mayor
medida aparece todas las entregas de la saga), el propio Leigh
Whannell y Barbara Hershey.
Hago
un aparte con esta última porque tiene más importancia de lo que
parece. Para empezar, fue la protagonista, como ya pudimos ver aquí,
de una de las películas más admiradas de James Wan, “El ente”.
Y una de las influencias de la película. Para colmo, su personaje se
llama Lorraine, nombre de una de las protagonistas de su siguiente
película, “Expediente Warren”, es decir, Lorraine Warren. Hay
otros guiños, a “El exorcista”, a la propia “Poltergeist”,
incluso a su primera película, “Saw”, con un dibujo en el que
podemos ver a Jigsaw, el villano de aquella.
Tuvo
críticas mixtas pero predominaron las positivas. Y económicamente
fue un éxito. Costó nada más que un millón y medio y recaudó
casi cien en taquilla. Pero es que paradójicamente es la menos
taquillera de toda la saga a pesar de que a partir de la tercera la calidad bajara notablemente. De tal manera que "Insidious, Capítulo 2" obtuvo 160 millones de dólares, "Insidious, Capítulo 3", 112, "Insidious, La última llave", 167, e "Insidious, La puerta roja", 188.
Por cierto, a Ty Simpkins (Dalton, el niño) le daba tanto miedo el demonio, interpretado por el compositor de la música de la película curiosamente, Joseph Bishara, que Wan decidió que el chico estuviera presente en el proceso de maquillaje para que viera que no era un demonio real y así no crearle ningún trauma.
No hay comentarios:
Publicar un comentario