La
ventaja de esta serie es que es una especie de antología del terror
en la que cada temporada cuenta una historia distinta y
autoconclusiva. De hecho, ni siquiera soy un asiduo de ella, creo que
he visto las dos primeras y ya. No obstante, como gran fan del
slasher, esta que se presenta como un homenaje al de los
ochenta, me llamaba la atención. Y vaya si lo es, no
solo por la ambientación, la música, el vestuario, los peinados, . . . es que
toma absolutamente todos los clichés
de este subgénero de forma muy consciente. Porque esto es una parodia del slasher que para
darle más risa al tema lo mezclan con el terror sobrenatural y de
paso solucionan algunos problemas de guion como que los personajes se
acabaran antes de llegar al final de la temporada. Porque, damas y
caballeros, aquí muere mucha gente, muchísima, básicamente
cada vez que ves a alguien en pantalla sabes que en algún momento va
a morir, incluso varias veces. Pero que ese tono de comedia no engañe
a nadie, además es muy sangrienta e incluso tiene sus nociones de
gore, generalmente suave pero en otras ocasiones no tanto.
Además, los giros son muy locos, loquísimos, prácticamente
cualquier cosa que se les ha ocurrido para seguir poniendo la
historia en funcionamiento la han metido en el guion sin ningún
complejo. Así que si, en conjunto me ha parecido muy divertida, me
lo he pasado bien. Tiene varios integrantes de repartos de otras
temporadas, como la propia Emma Roberts, que además tiene
experiencia en el slasher con otra serie, “Scream Queens”
e
incluso una de las secuelas de “Scream”, la 4. Por cierto, han
tenido el cuajo de colocar a un asesino en serie real como uno de los
personajes, y no en un cameo, sino como uno de los protagonistas, Richard
Ramírez, el “merodeador nocturno”, tela marinera. 6.
No
tiene muy buenas críticas profesionales pero si buenas opiniones por
parte del público. Las primeras aluden a que esconde muy mal su
principal giro argumental y que copia descaradamente de cierta
película de Night Shyamalan. No la menciono (que ellos si) pero
también es que es absurdo porque es evidente. La explicación a
ambas acusaciones es la misma. No esconde su giro porque está claro
desde un principio. En los propios créditos iniciales de la serie ya
dice que se basa en el libro “The minds of Billy Milligan”, de
Daniel Keyes. Y esa película de Shyamalan se basa en este personaje
real, confesado por el mismo director. Aunque no lo conozcas no hay
que ser un genio para saber por donde van los tiros. La prueba es que
cuando se presenta ese giro no se hace de forma efectista sino todo
lo contrario. La razón es que no es un thriller emparentado con el
psicokiller sino más bien un drama que denuncia la poca atención
que se le otorgaba a la salud mental en las décadas de los setenta y
ochenta (ahora tampoco demasiada). De hecho, la miniserie describe
perfectamente este trastorno. Para ello era importante que el actor
seleccionado hiciera un trabajo convincente y ahí Tom Holland
demuestra que cuando se quita la máscara de Spiderman es un actor
dramático muy solvente, aquí muy bien secundado por Amanda Seyfried
(sobre todo), Emmy Rossum y Jason Isaacs. Hay que tener paciencia
porque empieza lenta pero merece la pena. Para quien no sepa quien es
Billy Milligan (ojo, no es una adaptación de su biografía sino que se
toma su trastorno como referencia) hay un documental muy bueno en
Netflix. 6’5.
Segunda
temporada de una serie que en la primera me supuso una agradable
sorpresa porque se presentaba como un producto veraniego para
adolescentes sin demasiada promoción pero tenía una trama muy
adictiva. En esta ocasión nos traen otra nueva, que no tiene
ninguna conexión ni argumental ni de personajes con la anterior
temporada (que quedaba ya cerrada) pero que comparte el mismo modus
operandi narrativo, que consiste en contar la historia desde tres
líneas temporales correspondientes a tres años consecutivos, lo que
permite ver la evolución de los personajes y como les afecta la
situación que están viviendo. Otra de las similitudes con la
temporada anterior es circular alrededor de un crimen, con varios
adolescentes implicados, que hay que esperar hasta el último minuto
para resolverlo, que alberga muchos giros y uno final muy
sorprendente, que se autoconcluye pero que deja una resolución
abierta. Aunque esa es la excusa argumental para montar la parte de
thriller, porque de trasfondo nos vuelve a hablar de problemas
inherentes en esa franja de edad de los personajes principales, por
ejemplo en este caso con el tema de la educación de los hijos o de
las relaciones tóxicas, pero escarbando en uno de los aspectos que
me parecen más interesantes de estas historias, en el lado oscuro de
las personas, incluso de las buenas personas. Me sigue pareciendo muy
entretenida a pesar de que sigo pensando que se alarga demasiado. Se
pueden ver ambas temporadas de forma independiente. Personalmente me
gustó más la primera pero no me importaría que hicieran más. 6’5.
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