Este mes, en unos días, se estrena “El exorcista; Creyente”, en lo que parece una maniobra similar a la llevada a cabo con la última trilogía de “Halloween” dirigida por David Gordon Green, es decir, saltarse todas las secuelas anteriores haciendo como si no existieran y realizar una secuela, que también se convertirá en trilogía, directa de la original. Lo que nos sirve como excusa para hacer un ciclo sobre posesiones.
Precisamente lo de saltarse secuelas ya lo hizo esta “El exorcista 3”. Bien es cierto que no contradice nada de lo ocurrido en “El exorcista 2, el hereje” pero también que ignora todo lo que en ella se contaba. Lo del título responde más a un movimiento publicitario para conseguir llamar más la atención al público. De hecho, se decidió en la postproducción y se tuvo que rodar la escena del exorcismo para darle sentido.
Al
igual que estrenaban casi a la vez que una parodia de la película
original en la que incluso recuperaban al personaje de Reagan, con
la actriz Linda Blair junto a Leslie Nielsen, que es muy mala pero
también muy divertida. Esto hizo que retrasarán un mes su estreno.
No
sabemos que ocurrió con “El exorcista 2, el hereje”. Tenía un
buen director, John Boorman, un buen reparto, la música de Ennio
Morricone y una trama interesante. Sin embargo, la película resultó
un desastre absoluto, que se la pegó tanto con la crítica como con
la taquilla, y hay que decir que merecidamente.
No
obstante, con “El exorcista 3” me pasa como con “Psicosis 2”,
que me parecen películas muy reivindicables y que el único pecado
es ser secuelas de obras maestras indiscutibles del terror y del cine
en general. Pero es que esta ni siquiera iba a ser una secuela. Era
una adaptación de la novela también de William Peter Blatty,
escritor de “El exorcista” y del guion para la película, por el que fue premiado con el Oscar, “Legión”, que compartía algunos
personajes como el inspector Kinderman o el padre Dyer.
Pero
al margen de ello no tenía más conexiones con la primera película,
que se situaba más en el terreno del psicokiller, con una trama más
policíaca que terrorífica. De hecho, el asesino en serie de
la película, Géminis, se inspira en parte en el asesino real Zodiac. A este
respecto, como curiosidad, esta película se encontraba entre las
favoritas de otro de asesino real, Jeffrey Dahmer, apodado el
“Carnicero de Milwaukee”.
La
novela nuevamente era adaptada a guion por su propio escritor,
William Peter Blatty, pero antes de sentarse en la silla del director
se la ofreció a John Carpenter, el cual la rechazó. En mi opinión,
el trabajo de puesta en escena de Blatty está muy logrado. Incluso
tiene uno de los mayores sustos que me he llevado en una película de
terror. Además, ganó el Saturn (Academia de cine fantástico,
ciencia ficción y terror) al mejor guion adaptado.
No
fue el único, Brad Dourif hizo lo propio como actor secundario. Y
fue nominada como mejor película. Sin embargo, el protagonista,
George C. Scott le nominaron para el Razzie, como siempre,
injustamente. Un actor que una década antes había protagonizado una
de las mejores películas de casas encantadas, “Al final de la
escalera”. A ambos les acompañaban Jason Miller (el padre Karras)
y Ed Flanders. Y hay un cameo del jugador de la NBA Patrick Ewing.
La
película tuvo críticas mixtas, aunque predominando las negativas.
Económicamente salvo los muebles, costó 11 millones de dólares y
recaudó 22 en taquilla. Y eso que fue censurada en multitud de
países, incluido los propios Estados Unidos. Tuvo una secuela más,
una precuela, ”El exorcista, el comienzo” en 2004, a cargo de
Renny Harlin, de la cual, para colmo, salió otra versión, la del director original del asunto, "El exorcista: Dominion", Paul Schrader, que se llamó "la versión prohibida". Y además, en 2016 se hizo una serie, bastante digna, que duró dos temporadas.
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