Prácticamente
desarrollada en su totalidad en el interior de una casa por dos
razones. Una que el presupuesto es limitadísimo. Y otra que pretende
hacer que la sensación sea lo más claustrofóbica posible. Hasta
tal punto que en ocasiones incluso cambia el formato de pantalla para
comprimir más a los personajes en el encuadre. Maneja la fórmula de
home invasion pero desde el punto de vista de los intrusos, lo que
puede recordar a “No respires” y en cierto modo lo es, por lo de
que las víctimas son más peligrosas que los agresores. Pero en
realidad es otra cosa que no se puede decir porque tiene que ver con
su sorpresivo desenlace. Una historia muy retorcida, a ratos muy
violenta y que maneja bien el suspense. Pero donde su mejor baza es
el reparto. Al frente de él, Maisie “Arya” Williams, sigo
diciendo que esta chica tiene mucho talento. Pero los que se roban la
película son los dos ancianos, Sylvester McCoy y Rita Tushingham.
Hay momentos en los que temes por ellos, otras que resultan
entrañables y otras que dan muy mal rollo. No obstante, es una
película pequeña, muy modesta en medios, pero que me ha resultado
entretenida. 5’5.
Me
ha sorprendido este intenso thriller a medio camino entre dos
términos anglosajones que hemos adoptado como subgéneros en si
mismos, como el survival y el home invasion, que no son exactamente
lo que es la película pero que juega con ellos. Aunque con lo que
realmente juega es con la figura del lobo, ya sea de forma metafórica
o literal. La trama se cocina de forma lenta (aviso
para los impacientes)
pero con creciente tensión, haciendo un gran uso del paisaje, con
una gran fotografía, como medio asfixiante que rodea la casa,
haciendo gala de la importancia que tiene para la historia el hecho
de desarrollarse en un lugar aislado. A nivel de dirección me ha
parecido muy interesante como
el hasta ahora desconocido para mí Shawn Linden, elige lo que
incluir en el plano y lo que sacar de él, pero también lo que
mostrar de forma totalmente explícita y con todo detalle. Todas esas
decisiones están medidas hasta el extremo. Lo que se hace más
patente en su tercio final, uno de los más impactantes que he visto
en mucho tiempo y que realmente me ha dejado una sensación
perturbadora. En el reparto tenemos a Devon Sawa (“Destino final”)
y Nick Stahl (“Terminator 3”), a los que cuesta reconocer, pero
quien se roba la película es la actriz Camille Sullivan. 6’5.
Steven
Soderbergh anunció la retirada de la dirección de películas pero
de lo que parece que se retiró realmente es de los proyectos de
mayor escala, plegándose a otros de carácter más independiente, a
veces incluso experimental (como la también recomendable
“Perturbada” con Claire Foy, rodada enteramente con un Iphone), y
muy adheridos al género de intriga. Como la que se refiere al
argumento de ésta en la que la protagonista descubre algo que le va
a complicar la vida. Una trama muy sencilla pero muy bien ejecutada. ¿Donde está lo original? En los condicionantes de la historia, en
el hecho de que se trata de un personaje que sufre de agorafobia y no
es capaz de salir de su casa. En ese sentido hay que mencionar en que
tiempo está situada la acción, en la etapa postconfinamiento, en lo
que creo que hace un guiño a todas esas personas que tras él no se
atrevían a salir a la calle. Un guiño solo porque las razones que
dejan entrever son otras. Pero si vamos a ver a los personajes
ponerse mascarillas y usar hidroalcohol con frecuencia, lo que me ha
resultado curioso, le da un toque de realidad. En
cuanto a mostrar todas estas sensaciones hay que reconocer el gran
trabajo de la que será la nueva Catwoman, Zoe Kravitz. Y en cuanto
al propio Soderbergh, pues no se le ha olvidado como hay que mover la
cámara y el oficio en la manera de rodar. Será una obra menor pero
totalmente autoconsciente de ello. 6’5.
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