Vendría
a ser como el último capítulo de la vida del famoso detective,
probablemente el más famoso de la historia de la literatura y el
cine, un Sherlock Holmes anciano y con problemas de memoria cuyos
anhelos son recordar uno de sus casos, para poder escribir la
historia correctamente, el cual nos van presentando en forma de
flashbacks, y enseñar a un chaval a cuidar una colmena de abejas
para que se ocupe de ella cuando él no pueda o ya no esté. Por
tanto, la película se bifurca entre la narración de ese caso del
pasado, que sería la parte de intriga, casi un homenaje a la propia
esencia del personaje, y la de la amistad que desarrolla con su joven
aprendiz, que también parece tener dotes para aprender las habilidades deductivas de Holmes. Pero, en realidad, ambos caminos sirven como
reflexión sobre su vida, sobre su incapacidad de haberla compartido con alguien y que este episodio final le sirva como redención. Nos
habla sobre la vejez y sobre la aceptación de la retirada. Así que,
es conveniente avisar que es más una drama que un thriller whodunit
como cualquier otra película de Sherlock Holmes. De hecho, domina el
ritmo lento y pausado, donde brillan las interpretaciones por encima
de la trama. Especialmente la de un magnífico Ian McKellen, que
encarna al detective en una edad incluso superior a la suya propia,
pues tenía 75 años cuando hizo esta película, y su Holmes tiene
93. Lo cual se explica porque también tiene que interpretarle en un
tiempo pasado, con 60 años. Pero, además, en el reparto está
Hiroyuki Sanada y Laura Linney. 6’5.
Quizá
porque me recordaba a una propuesta parecida, todo el tiempo me ha
estado rondando en la cabeza porque no hacían una serie de la cual
este fuera el episodio piloto, dedicando cada temporada a un caso
distinto. Claro que, mantener semejante elenco de actores no debe ser
fácil. Pero en su defecto, se podría desarrollar una saga de
películas, a eso si es más fácil que se apuntaran. Y la está
pidiendo a gritos. Estando
Netflix detrás no me extrañaría que ya se hayan puesto a ello e
incluso que ya fuera la idea inicial. Aunque todavía no se ha
confirmado nada sobre posibles secuelas. Porque
recupera el espíritu de un subgénero que viene funcionando muy
bien, siempre lo ha hecho, en los últimos años, con bastantes
ejemplos, el whodunit. Además, con un aire a lo “Se ha escrito un
crimen”. Sin embargo, aquí no se trata de un solo resolutor de
crímenes, ni siquiera de un detective, sino un grupo de jubilados que
dedican su tiempo a estudiar antiguos casos no resueltos en lugar de
jugar a dominó o hacer ganchillo. Es, por tanto, un reparto coral
comandado por la siempre genial Helen Mirren, acompañada
por otros veteranos actores como Pierce Brosnan, Ben Kingsley o
Jonathan Pryce. Aunque casi diría que
la que más me ha gustado es la menos conocida, Celia Imrie. La
película tiene el mérito de entretener bastante eficazmente a pesar
de que el caso no es el más interesante del mundo y tampoco es que
ate perfectamente todos los cabos. La trama está bien resuelta pero
el guion podría haberse pulido un poco. Claro que lo compensa todo
el enorme carisma de sus intérpretes y lo que me parece el mayor
acierto de la película, el sentido del humor constante pero no
sobrecargado. Ojalá continúe. 7.
Ha
sido interpretado por multitud de actores, entre ellos pesos pesados
como Humphrey Bogart (quien no haya visto “El sueño eterno” ya
está tardando) o Robert Mitchum. Y ahora le ha tocado a Liam Neeson.
Creado por Raymond Chandler, es uno de los detectives clásicos
más famosos de la literatura y el cine. Y la película está
planteada precisamente como un homenaje al cine negro de los años
treinta. Además, en la dirección está el veterano Neil Jordan
(“Entrevista con el vampiro”, “Juego de lágrimas”). Y si le
sumamos que a Neeson le rodea un elenco con nombres como Diane
Kruger, Danny Huston o la mismísima Jessica Lange, la cosa pintaba
bastante bien. La trama es bastante típica de este tipo de
películas, y más cuando lo que pretenden es precisamente rendir
tributo a ese cine. Sin embargo, renuncia a la clásica voz en off
del protagonista a modo de narrador que tan habitualmente se usa en
este género, lo cual he agradecido porque no soy muy fan de ese
recurso. La recreación de la época es exquisita, y no ahorra en
detallismo de vestuario, decorados, coches y demás. Y sinceramente,
a mí me ha entretenido bastante. No obstante, las notas que tiene la
película son más bien bajas, aprobando raspado. ¿Por qué? Pues
primero aclarar que me parecen un tanto injustas pero se podría
explicar porque en todo momento se percibe una sensación de
artificiosidad, la emulación de otro cine que se nota demasiado como
una imitación. Por ejemplo, títulos como mis adoradas “Chinatown”
o “L.A. Confidential” eran exactamente el mismo ejercicio, pero
eran tan buenas que terminaron por convertirse ellas mismas en
clásicos. Eso no pasa aquí. Aún así, se puede disfrutar. 6.
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