Se estrena ahora la cuarta entrega de la saga que comenzó precisamente con la que hoy vamos a comentar y que rindió homenaje al cine de acción de las décadas de los ochenta y noventa, pero sobre todo a sus iconos, a esas estrellas del género ya pasadas. Por ahí va el título original de la película “Expendables” (prescindibles, gastados) en modo ironía sobre que los viejos rockeros nunca mueren y pueden seguir dando guerra.
Todo el mérito es de Sylvester Stallone, precisamente una de esas estrellas veteranas del cine de acción. La idea es suya, la historia es suya, coescribe el guion y además se pone delante y detrás de la cámara, como protagonista y director del proyecto. Un Stallone que ni mucho menos era la primera vez que se sentaba en esa silla.
Prácticamente toda la saga de “Rocky” es dirigida por él, desde la segunda entrega hasta la sexta, exceptuando la quinta (casualmente la peor y, con mucha diferencia, de toda la franquicia). La primera no la dirigió pero si la escribió, así que si os gusta “Rocky”, toda ella ha sido gracias a este señor.
Digo esto porque me parece muy reivindicable el trabajo de Sly como director. No, no es un Scorsese pero demuestra bastante oficio a la hora de encontrar lo que el espectador busca en este género. También dirigió “Rambo 4”, que es bastante mejor que la 3 y la 5, con otros directores. Y dirige esta “Los mercenarios”, que me atrevo a decir que también es la mejor de la saga, aunque la segunda está bastante cerca, con Simon West dirigiendo, así que parece que algo sabe Stallone de dirigir, aunque sea acción.
Aunque los ilustres miembros de los Razzies, tuvieron a bien nominarle como peor director de ese año, 2010, aunque sabemos que el número de neuronas de estos personajes no es muy cuantioso. Stallone quería ofrecer una película de acción como las de antes, sin trucajes visuales, con tipos duros, tomando como referencia títulos como “Doce del patíbulo”(también en este ciclo) y “Los perros de la guerra”.
Aparte de Stallone, para él era imprescindible que Jason Statham y Jet Li estuvieran en la película. A los que acompañaron viejos conocidos como Dolph Lundgren (siempre le agradeció a Sly que la escuchara la hora de dar ideas sobre su personaje) o Mickey Rourke (también en agradecimiento al ayudarlo incluyéndole en el reparto de “Get Carter”, pagando parte de su salario de su bolsillo, cuando el actor no pasaba por sus mejores momentos).
También estaban Randy Couture y Terry Crews y Eric Roberts. Más los cameos de Bruce Willis y Arnold Schwarzenegger, la primera vez que coincidían los tres propietarios de la cadena de restaurantes temáticos “Planet Hollywood”. Además, en las siguientes dos secuelas siguió recuperando leyendas del género como Jean Claude Van Damme (que había rechazado un papel en la primera parte y se había arrepentido), Chuck Norris, Wesley Snipes, Mel Gibson, Harrison Ford o Antonio Banderas.
Sin embargo, hubo otras cuantos que por unas razones u otras no llegaron a participar, como Kurt Russell, Danny Trejo, Steven Seagel o incluso Sandra Bullock. Al hilo de esta recuperación de estrellas del género de acción me viene a la mente la comparación de las dos más grandes, que sin duda son Sylvester Stallone y Arnold Schwarzenegger. Personalmente siempre he considerado mejor al primero. Hay un truco para deshacer los empates técnicos, intercambiarles los personajes. De tal manera que Stallone podría haber sido un buen Conan o Terminator, pero dudo que Schwarzenegger hubiera hecho lo propio con Rocky o, si me apuras, con Rambo.
La película costó 80 millones de dólares y recaudó en taquilla 270, un éxito indiscutible. Y es que Stallone es y sigue siendo un seguro de vida en salas de cine. Con presupuestos similares, la secuela recaudó 315 y la siguiente 214. Es decir, siempre dando bastantes beneficios. Ya decía, los viejos rockeros nunca mueren.
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