A
ver como hago para esquivar los spoilers porque tiene varios giros
bastantes potentes aunque hay que decir que varios los he visto
venir. Básicamente porque me ha recordado a otros títulos que
tampoco se pueden mencionar porque son característicos precisamente
por esa clase de giros. No obstante, tampoco todo lo he anticipado.
Los detalles están ahí y si te fijas puedes
adivinar la historia, pero más allá de eso, el valor está en ser
un ejemplo de terror psicológico apoyado en el drama de una tragedia
de la que la protagonista parece huir desde el principio de la trama.
De hecho, el monstruo en si guarda muchas simbologías con el mensaje
real de la historia. Pero es real, hay un monstruo y se sabe desde
bien pronto. Ese no era el spoiler a esquivar. Por tanto, aunque no
sea el colmo de la originalidad, si conviene destacar que tiene una
muy buena recreación de la época, donde
el diseño del vestuario, los colores de los objetos, todo tiene un
significado premeditado. Y si no, siempre está bien ver a una actriz
como Christina Ricci, que se apropia de todas las escenas y es el
verdadero motor de una película que es cierto que sin ella quedaría
un poco coja. 5’5.
Se
ha puesto de moda esto de saltarse las secuelas que no se consideran
dignas de sus originales desde que se hiciera con la saga “Halloween”
y se vaya a hacer lo propio con la de “El exorcista”. Eso es lo
que debió pensar Patrick Wilson, protagonista de las dos primeras de
“Insidious” a las órdenes de James Wan, porque cuando
precisamente este abandonó la dirección de las siguientes entregas,
el resultado ha sido considerablemente pobre. Es por lo que Wilson ha
pretendido darle un digno final a la saga, obviando la tercera y la
cuarta, para cerrar el círculo. Y esa es la palabra, digno, no
brillante pero si al menos digno. Porque sin duda no cuenta nada
nuevo pero en su ejecución se ve que el actor, que aquí se pone
delante y detrás de la cámara, tomó apuntes de sus participaciones
con Wan en las dos primeras de “Insidious” pero también en las
dos primeras de “Expediente Warren”, al menos en cuanto a puesta
en escena se refiere, donde tiene algunas buenas ideas. No es el
protagonista principal esta vez, lo es Ty Simpkins, que hace de su hijo en la ficción, pero recupera a Rose Byrne y a Lin Shaye, aunque
brevemente, casi como para completar el homenaje. En definitiva,
inferior (mucho) a los dos capítulos iniciales de James Wan pero
superior (también mucho) a los dos siguientes. Creo que habrá otra
película relacionada con el tema pero que ya no tiene conexión con
esta ni con estos personajes, una especie de spin off. 5’5.
Pastor
es lo que significa su título, porque el protagonista decide irse a
una remota isla a ejercer de pastor de cabras para escapar de la
ciudad y ciertos recuerdos que quiere dejar atrás pues está sumido
en una grave depresión. Y ese es el escenario en el que se
desarrolla la mayor parte de la historia, una isla a la que el
director le saca todo el partido que puede a ese entorno natural y
solitario. Porque esto es una de esas películas atmosféricas,
contemplativas, no aptas para impacientes. De hecho, tiene ecos de Robert
Eggers. Es más, se inspira en la misma leyenda en la que se basó
“El faro”, en relación al efecto de la soledad y el
aislamiento, aunque la intrahistoria no tenga absolutamente nada que
ver. El aire
de terror se percibe desde el principio y va cocinando a fuego lento
una trama en la que hay que ir descifrando varios enigmas que
conscientemente no te han contado antes porque
el pasado es importante y descubrirlo es lo que en parte explica el
significado de la película. Al que no es fácil llegar, pues está
plagado de metáforas e impregnado de un tono onírico casi constante
que hace que no quede claro que está pasando de verdad y que solo es
un sueño, o más bien una pesadilla. Terror psicológico y drama
trágico de ritmo lento, que guarda algunas buenas ideas en la puesta
en escena, que si se tiene paciencia, puede resultar interesante. 6.
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