La
original formaba parte de la célebre etapa de David Cronenberg
llamada “la nueva carne”, formada por títulos como “Vinieron
de dentro de . . “, Cromosoma 3”, “Videodrome” y . .
“Rabia”. No era la mejor de ellas pero como todo lo que hacía el
director canadiense, interesante. Bueno, pues esta es un remake de
aquella. Con bastantes cambios respecto a la historia original más
allá de que conserve la premisa principal y de que haya bastante
sangre y gore, que es lo único parecido. Tampoco soy tan iluso de
pensar que esta película iba a ser una obra maestra. El guion es un
cúmulo de despropósitos ya sea en cuanto a decisiones que toman los
personajes como en cuanto a diálogos bastante pobres. Por alguna
razón han querido vincular la historia al mundo de la moda, cosa de
la que no había ni rastro en la original, quizá para meter con
calzador a la actriz que hace de protagonista, que por si alguien la
recuerda, es ese bellezón que hizo de Supergirl en la serie
“Smallville”, Laura Vandervoot. Por desgracia, ni ella ni mucho
menos sus compañeros de reparto realizan un gran trabajo de
interpretación sino todo lo contrario. No me importa que se varíe
la historia de la película precedente, para eso es una nueva versión que actualice un poco sus claves, de hecho, trata el tema de
la enfermedad, esa especie de rabia entre el vampirismo y el
canibalismo, como una pandemia, conscientes de lo que llevamos a
cuestas. El problema es que todo tiene una apariencia tan cutre. 4.
Aunque
se plantee como cualquier otro slasher, y de hecho, recuerda a varios
clásicos como “Siete mujeres atrapadas”, es de todo menos
típico. Es más, es una variante bastante curiosa que enlaza con el
subgénero del “whodunit” como ya hizo en su día “Scream”
pero más al estilo de las novelas de Agatha Christie en plan “Diez
negritos” en cuanto a como van sucediéndose las muertes. El propio
título de la película alude al juego que desempeñan en la historia
que trata de descubrir al asesino. Solo que la cosa digamos que se va
de las manos. Lo que sorprende es que el guion está realmente bien
hilado, que nos muestra esta trama de asesinatos como pretexto para
hablarnos de un grupo de amigos verdaderamente tóxico, donde todos
se meten “puñaladas” (no literales) por
la espalda. Lo que hace que dudes de todos los personajes hasta el
sorpresivo final. No digo que no se me pasara por la cabeza la
resolución pero aún así me parece bastante original. Y he estado
gran parte de la película bastante enganchado a la intriga de saber
quien era el autor de los crímenes. El casting femenino es muy
acertado, en gran parte gracias a ese guion que les da personajes con
cierto desarrollo a esas jóvenes actrices y no solo las tiene para
que corran por la pantalla gritando. Me parece una de las propuestas
más interesantes que he visto últimamente en este género pero hay
que dejar claro que no es un slasher típico en absoluto. 6’5.
Es
lo que yo califico como una de “sustitos”. Están la películas
de terror que crean una atmósfera, que te inquietan, aunque no
tengan sobresaltos. Y luego están estas, cuyos creadores son
conscientes de que hay un público que considera las películas de
terror en función del número de sustos. Para colmo, las críticas,
tanto profesionales como de aficionados no eran nada buenas. Pero
parece ser que se le achacaba querer ser algo diferente a la
propuesta habitual. Y por ahí si me entró la curiosidad. ¿Es
realmente distinta? No, tira de los mismos tópicos del subgénero de
exorcismos, de las subidas de volumen súbitas y de ciertos
efectismos ya vistos. No obstante, si tiene algo interesante y es
tratar el caso de posesión como una investigación científica a
pesar de estar llevada por personas de la iglesia. Pues bien sea
porque el listón de inicio se lo había puesto bajo pero mantiene la
tensión lo suficiente como para que no me haya aburrido. Porque es
típica pero no renuncia a la vía del suspense, no el generado por
el miedo a comerte un susto (que también) sino por el de la puesta en escena. De hecho, las secuencias de las sesiones de exorcismo
están bastante logradas. Además, la protagonista, Jacqueline Byers,
está muy esforzada en la causa, con su punto de reivindicación
feminista (y eso que es una monja), y en el reparto hay gente como
Virginia Madsen o Ben Cross. 5’5.
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