Si algo tienen en común los títulos elegidos para figurar en este ciclo sobre el diablo, no sobre las posesiones o exorcismos, sino sobre el diablo como personaje en sí mismo, como elemento central de la trama, de una forma u otra; es que al final gana. Tanto en “La semilla del diablo”, como en “La profecía” o “El corazón del ángel”, Satanás termina saliéndose con la suya. Además, hay dos subtramas que se repiten en todas ellas: el pacto con el diablo y la llegada del Anticristo.
Pues aquí son ambas. Vinculando el argumento al mundo de la justicia, al derecho penal y, por tanto, a los abogados, como excelente caldo de cultivo para plantear dilemas morales y así colocar una balanza entre la ambición por el éxito, el deseo de ganar del letrado, y lo puramente ético. Esa es la prueba a la que somete el diablo al protagonista tentándole a conseguir el triunfo a cambio de que engendre al Anticristo.
No obstante, la película tiene bastante más referentes, en este caso, literarios. De primeras está basada en la novela homónima de Andrew Neiderman. Pero temáticamente es mucho más clásica. El propio nombre del antagonista alude al escritor del poema “El paraíso perdido”, John Milton, el cual describe su particular visión de la caída de los ángeles rebeldes. Incluso se llega a mencionar la frase del poeta inglés: “Es mejor reinar el infierno que servir en el cielo”.
También hay referencias bíblicas. Se llega a emparentar la ciudad de Nueva York con la antigua Babilonia. Ciudad, por cierto, que en un momento dado muestran completamente vacía. Curiosamente, ese mismo año, 1997, hacia lo propio Alejandro Amenábar con Madrid en su “Abre los ojos”. No queda ahí la cosa, pues también juega con los colores.
Previo al asesinato de uno de los personajes, este es “perseguido” por varias personas vestidas con los colores que representan a los Cuatro Jinetes del Apocalipsis, correspondientes a la Conquista, la Guerra, la Hambruna y la Muerte. Además, el protagonista comienza la película usando trajes de colores claros, que a medida que avanza la trama van oscureciendo hasta terminar con un traje completamente negro.
Papel para el que en un principio se pensó en Brad Pitt y llegaron a estar considerados Christian Slater, John Cusack y Edward Norton. Finalmente se quedó con él Keanu Reeves, que venía de triunfar con “Speed” y que renunció a protagonizar la secuela para aceptar este papel. El de John Milton fue rechazado por Al Pacino hasta cinco veces, tomando a Robert Redford y a Sean Connery como alternativas recomendadas por él mismo.
Varios cambios en el guion animaron a Pacino a aceptar. Personalmente creo que es uno de los personajes de la amplia carrera del actor italoamericano con las que mejor se lo ha pasado y considero que es una de las mejores encarnaciones del diablo que se han hecho. Completa en el reparto Charlize Theron, que estuvo varias meses hablando con un psicoterapeuta una hora al día para prepararse para interpretar la esquizofrenia, y Connie Nielsen, bilingüe, al igual que su personaje.
Aunque en un principio se pensó en Joel Schumacher para dirigir, finalmente se eligió a Taylor Hackford, cuyos títulos más destacados de su filmografía son “Oficial y caballero”, “Noches de sol”, “Eclipse total” o “Ray”, además de la que estamos comentando. Que tuvo mayoritariamente buenas críticas y económicamente no fue mal. Costó 50 millones de dólares y recaudó 153 en taquilla.
Como curiosidad, se tomó como inspiración principal para el caso que debe llevar el personaje de Reeves, Kevin Lomax, que es un triple asesinato, el caso real y tremendamente publicitado por los medios en Estados Unidos de O.J. Simpson.
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