FICHA
TÉCNICA
Título:
La
abuela.
Dirección:
Paco
Plaza.
País:
España.
Año:
2021.
Duración:
100
min.
Género:
Terror,
fantástico.
Interpretación:
Almudena
Amor, Vera Valdez, Karina Kolokolchykova, Chacha Huang, Michael
Collis, Pía Laborde Noguez.
Guion:
Carlos
Vermut. Idea: Paco Plaza.
Producción:
Enrique
López Lavigne.
Música:
Fatima
Al Qadiri.
Fotografía:
Daniel
Fernández Abelló.
Distribuidora:
Sony
Pictures España.
CRÍTICA
SINOPSIS: Una
modelo española que vive en París se ve obligada a volver a Madrid
para cuidar de su abuela que acaba de sufrir un derrame cerebral. Lo
que en principio iban a ser unos días se complica por una serie de
situaciones extrañas.
LO MEJOR: Paco
Plaza vuelve a su género predilecto tras su incursión en el
thriller (“Quién a hierro mata”) pero no al terror más
puramente de fórmula como podía ser el de zombis con la saga
“REC” o al de casas encantadas con la espléndida “Verónica”,
si no a lo que han llamado terror elevado. Es decir, un terror que no
tiene como único objetivo dar miedo y nada más, sino dar un
mensaje, utilizarlo como metáfora de una idea, un sentimiento. De
tal manera, que el director español, en lo que supone una evolución,
una maduración como cineasta, nos cuenta una fábula sobre el miedo
pero el de la vejez, y de paso el de tener que hacernos cargo de
nuestros mayores. Lo que no implica que no se genere una tensión
desasosegante, donde Plaza se ha manejado más sutilmente que en
trabajos anteriores, valiéndose más del uso de los reflejos y las
sombras, en un terror cocinado a fuego lento, prescindiendo de los
sustos efectistas. Pero también con una labor de guion más
afilada. Por ejemplo, todo lo básico de la historia está en el
prólogo pero es su enlace con las diversas pistas que se van
diseminando a lo largo de la narración lo que hace interesante la
historia. No obstante, Plaza no se olvida de cómo aplicar el
suspense, sobre todo en su segunda mitad, haciendo gala de un
excelente desempeño con la cámara en interiores.
Interpretación: Totalmente
apoyada en las interpretaciones de sus dos protagonistas, separadas
por sesenta años de edad pero perfectamente compenetrados. Mano a
mano entre Almudena Amor, a quién le auguro un gran futuro, y Vera
Valmez, en un papel sin apenas diálogo. Ambas están prácticamente
todos los minutos del metraje en pantalla y realizan un trabajo
extraordinario.
Escena (SPOILERS!!): Como
decía, todo está en el prólogo pero de forma implícita por lo
que hay que estar atentos a los detalles durante la narración. Como
el plano de los espejos viéndose el reflejo del rostro de la anciana
en el cuerpo de su nieta y viceversa, lo que ya insinúa un trasvase
de cuerpos. O como cuando la nieta es desarropada cuando duerme y es semidesvestida, pues la abuela está contemplando el cuerpo que
planea quedarse. La explicación final vendría a ser la siguiente;
dos brujas que mantienen una relación de pareja, no se sabe como, consiguen ejercer de abuelas de unas niñas que mediante un ritual,
mantenido teniendo en su poder un mechón de pelo de sus “nietas”
se vinculan a ellas para llegado el momento, intercambiar sus cuerpos
con el de las chicas ya habiendo superado su adolescencia. No obstante,
la película también hace una crítica de la actitud de la chica,
queriéndose deshacer cuanto antes de la carga de cuidar a su
abuela que, ojo, es quien la ha criado.
LO PEOR: Que
nadie espere festivales de sangre y sustos, vistos en películas
anteriores de Paco Plaza. De hecho, tarda en arrancar y en su primera
media hora parece que prácticamente no está ocurriendo nada. Pero
es solo una apariencia. Es más, probablemente sea la película más madura del director pero en absoluto será la más querida.
REFERENCIAS: El
manejo de interiores de Paco Plaza me recuerda a la “trilogía de
los apartamentos” de Polanski. Es decir, “Repulsión”, “El
quimérico inquilino” y “La semilla del diablo”. Aunque
argumentalmente tiene más en común con “La llave del mal” y
“Relic”.
CONCLUSIÓN: 6’5. Paco Plaza vuelve a su género predilecto, pero con un terror diferente al exhibido hasta ahora, más maduro y menos efectista, en una metáfora sobre el miedo a la vejez.
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