Una película que cuando se rumoreó que podría estar en los Oscars recibió una manta de críticas. Y la verdad que no entiendo ni una cosa ni otra. Porque no es tan buena como para lo primero, de hecho, a veces parece un telefilm, quizá porque Ron Howard, que se aleja del tipo de cine que estaba haciendo en las últimas películas, prefiere una dirección más plana, para dejar que la historia se cuente sin efectismos de cámara. Pero tampoco es tan mala como para lo segundo, aunque solo sea por apreciar las interpretaciones femeninas de la película, con una Amy Adams bastante menos contenida de lo habitual, una Glen Close magnífica, a ella si que la nominaría al Oscar, incluso una Haley Bennet (aunque sea menos protagonista que Gabriel Basso, que está correcto sin más), que representan las tres generaciones de una familia con muchos problemas en un entorno rural. 6.
Una de las premiadas en los últimos Goyas, concretamente en las categorías de mejor actriz, actriz novel y guion adaptado. En cuanto a lo de Patricia López Arnaiz no me extraña nada. De hecho, ha ganado en otros premios como los Feroz, creo que bastante merecidamente porque su interpretación, capaz de mostrarse tanto en la fortaleza como la debilidad, es portentosa. Eso si, habla a mil por hora. Además tiene varios diálogos para lucirlo especialmente. En cuanto a Jone Laspiur, bastante bien. Por lo demás, aunque tiene algunas gotas de cine de intriga, básicamente es un duro drama familiar representado en el conflicto de una madre y una hija, con el tema de la violencia en los jóvenes vascos de trasfondo. Porque aunque no se toque el tema de ETA si toca el del terrorismo y algunas justificaciones morales que se dieron en el origen de la banda armada. 7.
Mitad película de deportes y mitad drama. Y hay que decir que funciona en las dos vertientes. Apoyada en la interpretación de un Ben Aflfeck especialmente inspirado como un traumatizado y alcoholizado exjugador de baloncesto que se le ofrece la oportunidad de entrenar como redención y reconstrucción personal. Affleck vuelve a trabajar con el cineasta que ya le dirigió en “El contable”, Gavin O’Connor, y parece que se han entendido tan bien como en aquella. Además, el actor parece incluso interpretarse a si mismo pues vino justo después de sus problemas en la vida real con el alcohol. Una actuación que demuestra, y no es la única, que Ben Affleck no es tan mal actor como mucho dicen. Si, quizá es mejor director, eso si. 6’5.
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